Los nuevos reyes nombrados por el Consejo en cuestión dan nombre a la expulsión del reino Nazarí, tras retiro del último sultán Boabdil, cuando Granada entregó y las llaves de la ciudad dio.
Tras ocho siglos de presencia, en las tierras conquistadas, ante los Reyes Católicos, se dio lugar a la capitulación. En el mes de este hito, el primer ejemplar de La Torá, libro sagrado judío se imprimió y de perplejidad sobrada, cuando sus majestades firmaron el Decreto de la Alhambra de expulsión de los judíos sefardíes.
Grupo social distinguido por su desarrollo financiero, pero, he aquí la situación, los enseres, propiedades, y los bienes materiales que les fueron despojados y en su lugar, se quedaron. ¡Ahora sí podían festejar el triunfo de la cristiandad!
Todo esto le hacía bien, a una España destruida, malherida y agotada, esquilmada, empobrecida, de malas cosechas y con hambruna. Si las tripas te devoran, la vida no tiene precio, sedienta de peculio inexistente, entrenada por años en la guerra, ahora, en quietud establecida, con población agitada, donde señores feudales y sus mesnadas estaban, con los cofres muy vacíos la ocasión ahora surgía, de llenar todas las arcas
con la nueva aparición, de un extraño aventurero, generando agitación en la Corte y a sus fueros.
El joven desconocido decía ser, marino y genovés, proponía una nueva ruta con Asia, para comerciar, atravesando el gran mar. Colón se hacía llamar y hacia el Atlántico quería bogar.
La decisión se estudió por parte de la Corona. Acababan de obtener las llaves de la ciudad jardín, bella y ansiada. Entrenadas estaban las mesnadas, sus huestes de mercenarios contratados por empresarios en nombre de la corona distraían en ocasiones las doblas y los vellones, estaban esperando ser llamados.
Al tiempo calculaban e informaban del hombre de incierto origen y de la descabellada etapa. La aventura se estudió, mapas, datos y relatos, a fondo se analizó, por matemáticos y expertos que estudiaron la cuestión.
¡Los vecinos colindantes estaban ojo avizor! Tenían que darse prisa y en dos meses de parón, aunque le hicieron sudar, al joven por los caminos, tomaron la decisión. Firmaron en Santa Fe los acuerdos de la empresa, el propósito inicial, incorporar territorios y habitantes a los dominios de España para extender la cristiandad entre los aborígenes que pudieran encontrar.
Al final lo consiguió, tenía doble objetivo la misión Almirante de la expedición, y Virrey de la tierra conquistada. Aunque lo más codiciado era llevarse el diez por ciento de todas las riquezas qué a Castilla llegaran.
Y de Palos ya partieron, la Corona respaldó, tres carabelas siguieron en completa expedición. Los posibles conflictos, todos ellos militares, que pudieran surgir, estudiados ya estaban. Europa, así lo creo, lo basaron en doctrinas del derecho natural, como justificación al genocidio legal que pudieran realizar.
No faltó al imperialismo la esclavitud de nativos, cobro de nuevos impuestos, y el Tributo de la alcabala. Se aplicaba por permuta también por compra y venta, donde su principal perceptor eran la iglesia católica y la Corona Real.
El negocio de Sevilla de compra y venta humana, aquel que fuera capturado, en esclavo se vendió, situación que dio dinero, los doblones se movían y las arcas llenarían, ya que estaban muy vacías y mirar para otro lado, a muchos les convenía y el trasiego noventa años duró.
Mucho dinero les dio a la nobleza estrenada, a ricos intermediarios, mercenarios españoles, y a los franceses normandos, qué ocasión aprovecharon en la toma de las Canarias, pródigos en violencia, también lo participaron. aunque bien no lo veían, los cristianos embozados, aunque como a perros trataban a los esclavos.
Los reyes raudos fueron a restablecer el orden, tuvieron que intervenir, en tierras de Andalucía, la reina Isabel se personó y Sevilla de malhechores se vació. Nobles con ejércitos privados, el marqués de Cádiz y el duque de Medina Sidonia, se disputaban los pueblos y ciudades de realengo.
También había hostilidad contra judíos y conversos, bajo apoyo de familias nobiliarias. Las visitas regias a capitales andaluzas, lograron de díscolos la pacificación y del territorio la reunificación.
Crearon el ejército profesional, Guardias Reales llamaron, hubo actividad legislativa, unificación monetaria, el primer banco europeo con la Taula catalana. Pluralismo religioso de difícil convivencia entre mudéjares, judíos y cristianos lo solucionaron con la introducción del Tribunal de la Santa Inquisición y Sixto IV, lo autorizó.
Las más prestigiosas universidades se crearon en su reinado, fueron de iniciativa eclesiástica. El arte de la lengua castellana Nebrija publicó, especial innovación, llegando a todas las áreas del conocimiento, la imprenta lo facilitó.
Isabel la Católica diseñó un amplio proyecto educativo, para lograr la mejor formación de reyes y reinas, infantes e infantas de Europa, a sus hijos e hijas dio, la posible mejor educación.
Isabel fallecía de hidropesía y Felipe al trono no accedía. En testamento constaba, pasaba a Juana, y ya sabemos, Fernando, gran estratega, con regente afrancesada casó, para que nunca su yerno heredara el reino de Aragón. ¡Proponiéndole a su nieto no abandonar a su viuda!
Castilla quedó entera, puso los cimientos del Imperio para siglos venideros. Isabel la Católica murió por retención de líquido en los tejidos, como consecuencia de un cáncer de útero.
Enterrada está en la Capilla Real de Granada, por su expreso deseo, tras su muerte, sus restos quedarían descansando en esa bella ciudad que en su corazón llevaba. Después trasladaron a su esposo Fernando, y con posterioridad los de su hija Juana I de Castilla y de Felipe El Hermoso, su esposo.
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