Víctor Clavijo (Algeciras, 1973) lleva 26 años en Madrid, más de los 20 que vivió en Andalucía. Sus primeros 18, en Algeciras, para iniciar la carrera de derecho en Granada, aunque no le gustó, hasta que dio el salto a Madrid. Su sueño era estudiar interpretación. Y acabó logrando pasar por series, películas y obras de teatro. Fue Raúl en la mítica Al salir de clase, donde coincidió con grandes actores y actrices de su generación, y donde se inspiró con algún conocido de su etapa de instituto de Algeciras, aunque no quiere revelar quién. Pero un papel no puede eclipsar todo lo que vino después. Apenas unos días antes de iniciarse el confinamiento, recibió el Premio de la Unión de Actores al mejor Actor Secundario por Lehman, una visión del capitalismo desde sus orígenes. Ahora se le puede ver en Diarios de la cuarentena de TVE, en escenas grabadas durante el confinamiento con sus propios medios técnicos y maquillaje junto a su pareja, la también actriz Montse Pla.
¿Cómo lleva el confinamiento?
Pues, de salud bien. Madrid ha sido el centro de la epidemia y conozco a gente con coronavirus. A nivel personal, estoy muy preocupado, sintiendo mucho todas las muertes. Muy angustiado. Pero por lo que me toca, no se me hace cuesta arriba. Tengo la virtud de no aburrirme nunca, porque tengo muchas aficiones, piano, rodando.
Ahora está en Diarios de la Cuarentena, en TVE. ¿Cómo surgió ese proyecto? Se ha dicho que no se puede hacer comedia de la cuarentena, que es de lo que trata.
El trabajo me ha venido a casa. Estoy rodando con mi mujer, eso me ocupa al menos media jornada de tres días. Nos propusieron grabarlo unos amigos, antes de saber que se vendería a TVE. Mucha gente de la cultura tira de la creatividad en este tiempo, como el que canta ópera en la ventana. Eso no es frívolo, y tampoco se le llama frívolo. El trabajo del artista siempre ha sido hablar del presente, y TVE consideró ideal el formato para un público mayor que no utiliza plataformas digitales, y que esta muy saturado de noticias negativas. Esta serie es para relativizar, porque el humor aporta distancia, no es sólo para reírse. No sé si la gente sabe que todo el beneficio industrial de la productora se dona a Cruz Roja, para colaborar. No voy a entrar en la hipocresía de muchas personas que lo critican pero luego se ríen con los memes que le llegan. Estoy muy tranquilo, me lo paso muy bien rodando. Es muy digno, teniendo en cuenta las condiciones en que rodamos, con instrucciones del director por Skype, donde eres tu propio maquillador, vestuarista, todo, y a la vez eres actor. El resultado es fantástico.
Parecen esas críticas en la línea de menospreciar a la cultura.
Es posible, pero no es una cosa de ahora, sino de hace años. La cultura se debe mamar desde la escuela. Si el niño aprende a necesitar los libros de pequeño, los va a necesitar de mayor. La cultura, el arte, la música, el teatro, nos hace seres humanos con capacidad de tener pensamiento propio, único, con reflexión propia, con autocrítica y empatía. Alguien que se emociona con un libro, puede entender a su vecino. Dicho eso, la prioridad hoy en día es la sanidad. Después, cada industria, como los hosteleros, agricultura, autónomos, reclama medidas al Gobierno para hundirse. No creo que en la cultura seamos más importantes, pero cierta sociedad no la reconoce. Si hay gente que la detesta, adelante con su vida, ya es tarde para hacerles cambiar. Lo importante es que aprendan a amar la cultura, pero no porque yo viva de ella, sino porque nos hace más empáticos.
¿Estaría dispuesto en este nuevo tiempo a actuar sin público, como los futbolistas? (NOTA: La entrevista se realizó horas antes del anuncio de reapertura de actividades culturales con público limitado entre mayo y junio).
Hay muchas obras ya grabadas, como Lehman, donde actúo. Se puede adaptar el teatro, claro, pero pierde muchísimo. Es como llevar un libro al cine, es distinto. No me importaría adaptarme, aunque el actor siempre se puede contagiar. No podemos trabajar con mascarillas. Pero, si llega el caso, se hará.
Lehman habla del capitalismo más salvaje, de su nacimiento. ¿Es vigente para el mundo que viene?
Es posible. Cuando la hicimos, evidentemente, no veíamos venir esto. Pero la pandemia pone de manifiesto las desigualdades que genera el capitalismo salvaje. Lo sufrirán en países con menos recursos, sin recursos sanitarios. Nuestra obra habla de esos defectos. Habla de los hermanos Lehman, en clave brechtiana y musical. Llegaron a Estados Unidos como comerciantes de ganado y se inventaron prácticamente el capitalismo salvaje que conocemos, el de la gente que gana dinero sin fabricar nada, como vemos hoy con nuestros agricultores. Los intermediarios son los que ganan. Es un mundo en dos direcciones, en el que el capitalismo feroz y la globalización se han multiplicado por 10. Hay gente muy rica y muy pobre, que están pagando y van a pagar el pato del coronavirus con su pobreza, no solo con contagios, sino también por perder sus trabajos, gente que vive al día, que va a Cáritas. Hablamos del capitalismo salvaje, no del capitalismo.
Usted practica una fotografía muy interesante que retrata los espacios en que se mueve, las bambalinas de sus actuaciones. Supongo que eso le hace crecer como actor, que está relacionado el retratar con el actuar.
Casi cualquier arte está relacionada con otro arte. Son vasos comunicantes. Me gustaba de pequeño la fotografía, mi madre la estudió en Algeciras. La redesubrí hace 10 años, como escribir. Es la mirada fuera de uno, conectar con el presente, a través de una sombra, una luz, yo ahí encuentro poesía. Fotografío mi vida cotidiana, de actores estudiando, el maquillaje, porque eso es parte de mi día. Es complementario porque el lenguaje del cine te ayuda a mirar. La fotografía me instala en el presente. Y pasa con todas las artes, como la música, el piano, que me da el ritmo, muy importante para el actor. También lo es la literatura.
Es usted, entonces, un tirititero.
Yo reivindico el valor de la palabra titiritero, lo utilizan como insulto, y no hay nada más bonito. También cómico, que es una palabra muy hermosa. Nuestro trabajo es mostrar un espejo a la sociedad en el momento presente. Y el actor no puede dar la espalda a los problemas sociales. Es recoger y devolverlo como arte, para que madure. Existe una literatura de evasión, y otra de confrontación con el presente. Hay películas de evasión, y otras de reflexión. Cada una, con su esencia. La cultura es importante, pero no voy a ponerla por delante de la sanidad. La cultura ha ayudado a mucha gente, y quien diga lo contrario miente, a soportar el confinamiento, ya sea porque vea películas o lea literatura. Es alimento para el alma, es esperanza. Y en ese sentido, aunque no quiero que se malinterprente, es tan importante como la ganadería, la policía o los sanitarios, cada uno desde su parcela. Pero ahora, lo primero, es la sanidad, que no quepa duda.
Y dicho eso, para cerrar, nada mejor que una recomendación de una serie o película, un libro y una canción o un disco.
De libro, Mongoblanco, de Carlos Bardem. Es de una impresionante calidad literaria. De series, la primera, barro para casa, Diario de una cuarententa, cada martes en La 1. Y en Amazon, Tales from the loops, o barriendo para casa, Hernan, también en Amazon. Unorthodox en Netflix es fantástica. El teatro filmado no me gusta, pero que acudan al Centro de Documentación Teattral (teatro.es) y podrán solicitar una copia para 24 horas. En música, Litus, que está en la obra de teatro Lehman, Hablo tu idioma pero no lo entiendo.
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