En diciembre estuvieron en el Gran Teatro Falla, en enero en el Teatro Moderno de Chiclana y en febrero, si la pandemia lo permite, llegarán al Teatro Villamarta de Jerez (19 de febrero) tras recorrer diversos municipios de la geografía nacional, batiéndose con una pandemia que les ha obligado a aplazar representaciones, cambiar horarios, aplicar protocolos por doquier, sin permitir que el desaliento apague la energía que derrochan en cada una de sus representaciones.
“Muchas gracias a Cádiz porque nos inspira, porque nos nutre, porque nos quiere y porque nos protege”. (sic. Ana López Segovia en la entrega de los XXIII Premios Max, donde ganaron el Max al Mejor Espectáculo Revelación).
Ana López Segovia es la autora, directora y actriz de la obra El viento es salvaje, reconocida como mejor espectáculo revelación en los XIII Premios Max de las Artes Escénicas. Al recoger el galardón, Ana López realizó un alegato al acento andaluz y entre otras cosas es porque además de ser el Alma Mater de Las Niñas de Cádiz (compañía de teatro, pregoneras del carnaval gaditano, empresarias y autónomas); es la artífice de la obra revelación del teatro español. El viento es salvaje se basa según su autora en el mito clásico de Fedra y Medea, bien traído al siglo XXI en un contexto absolutamente gaditano.
López Segovia crea y se recrea en una obra propia que convence a cualquier espectador aunque ni siquiera maneje las claves tan gaditanísimas que impregnan el texto (el levante, los bloques del Campo del Sur, el uniforme de las esclavas...) Los guiños escenográficos al carnaval, el pito de caña, la rima, el afilador o a la copla, con un atrezzo preciso, telón de fondo negro en cámara clásica, consiguen conceder a las actrices todo el peso del protagonismo teatral. Y aunque a priori, El Viento Salvaje, pueda parecer una miscelánea entre la tragedia clásica, la lírica popular de los pliegos de cordel, del teatro de los Siglos de Oro o de las tragedias de García Lorca, la puesta en escena parece en ocasiones inspirada en las películas de Allen o las italianas en las que Sofía Loren y Ana Magnani podrían ser perfectamente, Teresa Quintero o Alejandra López.
Están medidas todas las rimas del texto, y López Segovia se permite un derroche de humor que impregna una tragedia que es como la vida misma, acercándonos a los celos, la envidia o los amores prohibidos. Los movimientos ágiles de las actrices, que no paran en los ochenta y cinco minutos que dura el espectáculo, combinados con una luminotecnia y sonido acompasados a la tensión interpretativa de las actrices, mantienen atento al espectador durante la totalidad del único acto.
Mientras que Rocío y Ana se muestran poliédricas interpretando varios personajes, Alejandra (Medea- Vero) y Teresa Quintero (Fedra-Mariola) protagonizan con pulso constante la trama dramática. Podemos percibir ecos de Tricicle y Les Luthiers en nuestras actrices, cantan, bailan, interpretan reveladoramente, un texto con reminiscencias lorquianas convirtiendo El Viento es Salvaje en una tragicomedia contemporánea. Las cuatro, conectadas sincrónicamente, entre la suerte y la desgracia del destino, consiguen enganchar al público sirviéndose de herramientas que dominan a la perfección: la sátira y la parodia, la rima y el romancero, el humor enmedio del drama en versión gaditana.
Diferentes, auténticas y valientes, Las Niñas de Cádiz, con El Viento es Salvaje, han sido incluídas en el cuaderno de espectáculos recomendados por la Red Nacional de Teatros para 2021. No se las pierdan.
Ficha técnica
Reparto: Alejandra López, Teresa Quintero, Ana López Segovia y Rocío Segovia Dirección: Ana López Segovia (con la colaboración de Jose Troncoso). Ayudante de dirección: Alicia Rodríguez. Texto: Ana López Segovia. Vestuario: Miguel A. Milán. Espacio sonoro: Mariano Marín. Diseño Iluminación: Agustín Maza. Imagen: Susana Martín. Producción: Las Niñas de Cádiz. Duración: 85 minutos.
Sinopsis: Dos amigas: Vero y Mariola. Dos amigas tan amigas que son hermanas. Unidas desde la infancia por un amor y una fidelidad inquebrantable. Compartiendo todo: juguetes, ropa, cigarros, colorete... Solo una sombra sobre su amistad: “Mientras que una crecía confiada. Mimada por la vida y sonriente. La otra se sentía desgraciada...”. La nueva obra de Las Niñas de Cádiz es una reflexión, lúdica y “jonda” a la vez, sobre la suerte. Sobre los celos y la culpa, las pasiones y los amores prohibidos. Muchos de los grandes temas de la tragedia están presentes en esta obra: el enfrentamiento del ser humano con la divinidad, en un pulso que solo puede conducir a la destrucción de los seres más queridos por haber osado cuestionar a los dioses; el destino inevitable de las heroínas, arrastradas por pasiones que siempre vencen a cualquier razonamiento; el mensajero que trae consigo solo noticias aciagas; la voz del pueblo, que observa expectante, y que comenta en voz alta la debacle de las dos Amigas, la destrucción de dos vidas que parecían solo una. Todo ello en verso, recitado o cantado, marcando el ritmo impasible de la tragedia. Estrofas denominadas “cultas” por la tradición literaria como el soneto, la lira, los tercetos, los pareados, la décima... Y otras más populares como el romance, la quintilla, o las cuartetas típicas del romancero carnavalesco gaditano.
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