Manuel Ruiz de Lopera, quien fuera consejero delegado y presidente del Betis entre 1992 y 2006, ha fallecido a los 79 años, debido a una diverticulitos, según confirma su familia. El pasado 5 de enero ya fue ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la Clínica HLA Santa Isabel.
Pese a su posterior recuperación, dos meses y medio después finalmente Lopera murió en su casa de la sevillana calle Jabugo. El Betis, en un extenso comunicado, traslada el pésame a familiares y allegados de Lopera, del que destaca que fue "industrial en diversos negocios, durante la década de los 70 acompañó al Real Betis en muchos de sus desplazamientos y se distinguió por recompensar a los jugadores verdiblancos con distintos regalos si alcanzaban buenos resultados deportivos".
En 1991 entró en la junta directiva del Betis que presidía Hugo Galera y en diciembre de ese año fue nombrado vicepresidente, participando en el proceso de conversión de la entidad en Sociedad Anónima Deportiva. El 30 de junio de 1992 se convirtió en el máximo accionista de la sociedad, comenzando una larga etapa como consejero delegado, primero, y como presidente después.
El 7 de julio de 2010, le vendió su paquete mayoritario de acciones a la sociedad Bitton Sport, representada por Luis Oliver, paralizando dicha venta la jueza Mercedes Alaya, que instruía la querella por delito societario presentada por diversas asociaciones opositoras a Ruiz de Lopera, la cual procedió a trasladar los derechos políticos de las acciones a una administración judicial. El club entró en una fase de judicialización que no concluyó hasta 2017 cuando se procedió a la firma de los acuerdos, en los que también participó Lopera, que permitieron que el paquete mayoritario de acciones pudiera estar al alcance de los béticos.
Durante su etapa en el club, el Betis ganó la Copa del Rey de 2005, jugó Champions League por primera vez en su historia, disputó la Recopa de Europa (1997-98) y jugó cuatro veces la Copa de la UEFA.
El Betis, en su comunicado, describe a Lopera como un "personaje controvertido y singular, gozó de una enorme popularidad desde su llegada al cargo y hasta la mitad de la primera década del siglo XXI fue muy valorado por la afición, aunque sus últimos años al frente de la entidad estuvieron marcados por una creciente oposición de la mayoría de los béticos que incluso provocó multitudinarias protestas que fueron minando su credibilidad a medida que se iban conociendo las resoluciones judiciales que ponían en entredicho sus actuaciones al frente del club".
"Es indudable, en cualquier caso, que su peculiar forma de dirigir la institución y su arrolladora figura mediática, lo convirtieron en el gran protagonista de una época del Real Betis y en un nombre que ya permanecerá para siempre en la memoria colectiva de los aficionados", remata el Betis.