"No soy un gran aficionado al ciclismo, pero ver esto merece la pena". Joaquín, un hombre de mediana edad esperaba que el pelotón de ciclistas pasara por la rotonda del Minotauro media hora antes de que la etapa saliera desde Carrefour Sur. Se había ido con tiempo para encontrar un hueco en el punto exacto porque quería ver a los corredores "desde lejos y frenando en la rotonda".
Eso mismo pensaron muchos jerezanos y también algunos turistas, que después de analizar el recorrido de la prueba optaron por ubicarse en uno de los enclaves más simbólicos de la ciudad. "Nosotros somos de Sevilla, pero estamos veraneando en El Puerto y hemos aprovechado para ver pasar a los ciclistas y después nos vamos a comer al centro". Un gran plan el de Elena y su familia.
Era una mañana fresquita y la espera se hacía más llevadera. No había certeza sobre cuánto tiempo necesitarían los ciclistas para cubrir los casi tres kilómetros que había desde la salida y todo el mundo se había ido con tiempo. También los comercios de la zona habían paralizado su actividad durante ese rato. "La gente ahora no va a comprar, está pendiente de la carrera", justificaba el empleado de una tienda de alimentación que esperaba junto a la puerta.
A cinco euros cobraba La Pata Negra un plato de jamón con una copa de vino en una promoción especial con motivo del paso de los corredores. Más de un aficionado combatió la espera acercándose a la mesa que sacó el establecimiento a la propia calle. "Así da gusto esperar", decía un veterano aficionado al ciclismo que iba con su maleta para después tomar el tren desde la cercana estación.
Lo de elegir el punto exacto para ver a los ciclistas tenía su ciencia. Unos eligieron Madre de Dios para verlos llegar desde lejos y otros preferían estar bajo el Minotauro para hacer la foto más buscada: los corredores bajo la estatua. "Esto queda de lujo en Instagram", bromeaba una chica junto su novio.
"Queremos verlos llegar desde lejos porque esto no se vive todos los días. En el sur hay muchos grupos ciclistas de aficionados y hay que verlo", comentaba un aficionado con la camiseta de la selección española de fútbol.
Los propios vecinos de la zona no faltaban a su rutina de desayunar en los bares cercanos, pero en este caso con un aliciente muy especial. "Es un espectáculo ver el ciclismo desde cerca, no tiene nada que ver con seguirlo por la tele. Así te das cuenta de lo que mueve una prueba de este tipo. Jerez es una de las ciudades más importantes de Andalucía y se merece estar en un evento así", decía orgulloso un vecino.
También los había que no elegían esa punto para seguir la carrera por una cuestión técnica. "Estoy aquí porque vivo enfrente", decía entre risas un jerezano que tiene el ciclismo como afición, pero a un ritmo pausado: "Nos gusta practicarlo, pero al ritmo de Verano Azul. Todo tranquilito y con una tostada como avituallamiento. Con estas edades no estamos para muchos trotes".
Pasaban los minutos y ya había nervios por tener los móviles a punto para grabar el momento exacto. Los presentes sabían que iba a ser visto y no visto y no se podían despistar. El pequeño Alejandro se había enterado de que pasaba La Vuelta por Jerez por unos amigos. "Les pedí a mis padres que si podíamos venir a verlo y daba la casualidad de que pasaban justo por delante del trabajo de mi madre".
Rocío monta en bicicleta varias veces a la semana y se quedaba mirando cuando uno de los ciclistas tenía que ser atendido por el equipo por una avería de lo más inoportuna. "No uso la bicicleta de carretera, pero la última vez que vinieron ya me acerqué a la Plaza del Caballo y como trabajo cerca he aprovechado. Es muy interesante y es normal que la gente salga a la calle a verlo. Este año estaré más pendiente de La Vuelta".
En cuestión unos segundos, pasaron los ciclistas y todo se fue desmontando. Los voluntarios ayudaban a quitar los conos y se restablecía el tráfico. Se sabía que iba a ser algo fugaz, pero pocos se lo quisieron perder. La próxima cita, en 2026.