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Las Marías, la finca familiar donde entrenan campeones en El Puerto: "Juan Lebrón salió de aquí"

Este emblemático centro ecuestre fundado por Jesús Grandes Melgarejo se transformó hace cinco años en un complejo donde su hermano Mauri mantiene su escuela de pádel, que cumple 20 años

Jesús y Mauri Grandes Melgarejo, en el centro ecuestre Las Marías, reconvertido en escuela de pádel en El Puerto.
Jesús y Mauri Grandes Melgarejo, en el centro ecuestre Las Marías, reconvertido en escuela de pádel en El Puerto. JUAN CARLOS TORO
18 de agosto de 2024 a las 19:53h

Pala de pádel en mano. El sol atraviesa los cristales de unas pistas donde varias personas juegan un partido. Las bolas rebotan en unas instalaciones prácticamente nuevas. Donde ahora se practica y aprende este deporte, antaño había un picadero lleno de caballos. Ya no hay equinos en el centro ecuestre de Las Marías en El Puerto. Aunque el letrero original diga lo contrario, desde hace cinco años, los padelistas ya no comparten el mismo espacio que los jinetes. Empezó como escuela de equitación, pero a los cinco años de abrir, incorporó una escuela de pádel que este año celebra su 20 aniversario.

El suelo que pisa Jesús Grandes Melgarejo pertenece a la finca de su familia. Desde este emblemático centro, con casi 30 años de vida, este jerezano de 46 años que se siente portuense desmenuza la historia del lugar donde ha crecido. Los recuerdos brotan en su cabeza, sentado en lo que era el patio de cuadras, con boxes ahora transformados en gimnasio, ludoteca y tienda. “Con 11 años yo no había visto un caballo en mi vida, pensaba que olían mal, daban patadas y tenían moscas. Era un mundo que ni fu ni fa”, dice este hombre que, con el tiempo, se enamoró de estos animales.

Fue en la finca de sus abuelos paternos, llamada Las Marías del Rocío, cuando vio los nueve caballos que su progenitor le había comprado al reconocido ganadero jerezano Álvaro Domecq. “Mi padre se dedicaba a la venta de coches y camiones e hizo negocios con él, entablaron una relación e iban a montar juntos. Al final se enganchó e hizo cuadras. Fue un impacto”, comenta a lavozdelsur.es.

Jesús Grandes, en el antiguo patio de las cuadras.
Jesús Grandes, en el antiguo patio de las cuadras.  JUAN CARLOS TORO

Por la novedad, junto a sus primos comenzó a aprender equitación hasta que se quedó como el único aficionado. Cuando cumplió los 16, aunque continuó sus estudios, empezó a dar clases de equitación los fines de semana y en vacaciones “para que entrara algún dinerillo”. Quién le iba a decir a Jesús, que dos años después, con 18, tomaría la decisión de dedicarse completamente a esa actividad.

“Fue un punto de inflexión importante en mi vida, tenía que ver si estudiar o continuar con esta pequeña escuela que estaba creando y aposté por lo segundo”, comenta. En 1994 arrancó esta aventura, pero, cinco años después, la familia decidió vender los caballos y la finca. “Mi abuelo me regaló uno de ellos, Ensueño, fue mi primer caballo”, recuerda desde el patio, que bautizó con su nombre.

Fue entonces cuando le surgió otra oportunidad. Sus abuelos maternos le cedieron su finca, llamada La Belleza, en la que se encuentra el centro actual. Poco a poco, fue comprando más ejemplares,  recuperando algunos que su familia había vendido y adquiriendo otros que dos amigos le prestaron para poder continuar con la actividad.

Mauri entrena a niños y niñas en la escuela de pádel.
Mauri entrena a niños y niñas en la escuela de pádel.  JUAN CARLOS TORO

“Era un terreno rústico, todo el mundo estaba construyendo de forma ilegal, pero mi abuela no quería, ella era muy formal y defendía que solamente se podía hacer una actividad agropecuaria. Entonces, me la dieron”, explica Jesús, que abrió las puertas de la escuela de equitación en su ubicación actual en 1999.

Por aquel entonces, existían muchos otros centros ecuestres en la ciudad. Según expone, “hubo un boom, La Cabaña, Vistahermosa, La Pañoleta, Villa Julia… pero fueron cayendo por distintos motivos y, al final, nos quedamos nosotros”.

Frente a Jesús, alguien acaba de anotar un punto. Es su hermano, Mauri Grandes, de 44 años, padelista profesional que llegó a jugar en la Selección española y el compañero con el que ha crecido en este club. En 2004, el pequeño optó por dedicarse a la enseñanza y ambos incorporaron una escuela de pádel que ha convivido con equinos dos décadas. Un lugar donde se han formado auténticos fuera de serie en las dos disciplinas.  

Mauri, en las nuevas pistas de pádel de la finca.
Mauri, en las nuevas pistas de pádel de la finca.  JUAN CARLOS TORO

“Mi hermano y su escuela es un referente a nivel nacional, ha despuntado. Juan Lebrón, el actual campeón del mundo, se ha criado aquí”, comenta Jesús con admiración. El jugador portuense que no para de cosechar logros lleva desde los seis años entrenando con Mauri. “Tenía aquí hasta un sofá donde dormía. Ese sofá sería una reliquia ahora”, dicen los hermanos.

En la doma clásica también han destacado jinetes que se han conseguido el primer puesto en campeonatos andaluces como los portuenses Ignacio Merello y Enara Gutiérrez. Él obtuvo el oro y ella la plata en la categoría juvenil hace dos años. “Ya he dado clase a dos generaciones, también a hijos de antiguos alumnos”, dice el fundador de este centro del que ha salido una “cantera importante” no solo de deportistas de gran nivel sino inquietos que han llegado a montar sus propias escuelas.

Además del entrenamiento para competiciones, Las Marías ha sido un punto de encuentro para niños y niñas. Durante 20 años, se han organizado el campamento de equitación e idiomas Pine Hollow Summer Camp y actividades para colegios con el fin de acercar el mundo del caballo a los más pequeños. Asegura que en la época dorada han llegado a enseñar a 400 menores por semana y a 1.000 en verano.

Jesús, en la entrada del centro, que conserva el letrero originario.
Jesús, en la entrada del centro, que conserva el letrero de sus orígenes.  JUAN CARLOS TORO
Cafetería de la escuela.
Cafetería de las instalaciones reformadas.  JUAN CARLOS TORO

Otra de sus señas de identidad eran los cumpleaños, donde se montaba a caballo o se hacían guerras de globos. “Es lo que más echo de menos. Muchos niños venían de Cádiz y se sorprendían mucho. Algunos no habían visto nunca un caballo. La gente flipaba, y además, despertaba la afición en ellos”, comenta.

Durante seis años, Jesús también divulgaba técnicas y curiosidades de la equitación en el programa de la extinta Telepuerto El Arte Ecuestre e incluso creó un espectáculo que ha llevado por todo el mundo durante 10 años llamado Equus Noster, la historia de España contada a caballo.

Por circunstancia de la vida, acabó en Portugal, desde donde intentó seguir manteniendo el centro a distancia, sin éxito. “Era muy complicado encontrar socios para este trabajo. Son muchísimas horas y, con el añadido de que los caballos mandan, si se ponen malos a las tres de la mañana, tienes que estar. Y desistí”, explica.

Un partido de pádel.
Un partido de pádel.  JUAN CARLOS TORO
En Las Marías ya no quedan caballos, está centrado en el pádel.
En Las Marías ya no quedan caballos, está centrado en el pádel.  JUAN CARLOS TORO

En 2019, Las Marías se quedó sin los animales por los que había nacido. Trató de seguir en una finca alquilada, pero duró tres años. Después, surgieron algunas escuelas nuevas creadas por antiguos alumnos y él, por motivos familiares, optó por reabrir el centro ecuestre en Villablanca, municipio de Huelva. Allí él se encarga de todo, desde el cuidado de sus caballos hasta las clases de equitación. Además, realiza paseos turísticos por las playas de Portugal, cerca del pueblo.

Nunca se deshizo de esos animales a los que ha dedicado su tiempo y su cariño desde su juventud.”Ahora somos nómadas. He ido moviéndome por circunstancias, pero siempre con ellos. No concibo la vida sin ese olor a caballo”, expresa.

Tras su marcha, el espacio se sometió a reformas y cambió los picaderos por más pistas para seguir siendo escuela de pádel, con Mauri al frente. Cuenta con cinco pistas de pádel de cristal, otras tres de muro, una pista de tenis, una cafetería, una ludoteca, un gimnasio y una academia de inglés. Allí, el profesional sigue formando a futuros campeones.

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Patricia Merello

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