Corría el año 1992, el de la Expo de Curro y los Juegos de Cobi, cuando un chiclanero con más oficio y sacrificio que medios conquistaba el primer oro para España, sexto de la historia en unas Olimpiadas, en aquella Barcelona vanguardista que se abría al mundo gracias a la cita estival más importante del mundo del deporte.
José Manuel Moreno Periñán fue la primera de las muchas alegrías que llegarían aquel verano olímpico. Hijo de emigrantes españoles en Ámsterdam, aquel chaval de 23 años pudo tomarse su revancha particular tras el enfado cuatro años antes en Seúl cuando no pudo participar en su prueba preferida.
En aquellos tiempos en los que Miguel Induráin volaba en carretera contra el crono, un aeroplano de Chiclana reventó las revoluciones de su bicicleta a casi 60 kilómetros por hora para hacerse con el metal más preciado. El Ratón, apodo con el que es conocido, se había llevado su queso en la prueba del kilómetro contrarreloj.
Dos años más tarde del momento que marcó su vida deportiva, Moreno Periñán iniciaba su aventura en el ciclismo profesional en ruta en las filas del histórico Kelme. Estuvo dos temporadas compatibilizando carrera y pista, para centrarse definitivamente en el lugar que más alegrías le dio. Su palmarés siguió creciendo de manera extraordinaria hasta que en el verano del año 2000 decidió colgar la bicicleta tras ganar el campeonato provincial en ruta.
Regresó al ciclismo por su hijo
¿Qué fue del ciclista chiclanero tras su retirada del mundo del ciclismo? El propio Moreno Periñán lo cuenta a lavozdelsur.es. "Estuve un año de reflexión para saber qué es lo que iba a hacer un poco con mi vida. Monté junto a mi cuñado una empresa de servicios deportivos y nos especializamos en piscinas climatizadas. Empezamos a coger instalaciones deportivas y así estuve un tiempo. Luego me metí en el tema de la inmobiliaria, donde estuve funcionando también durante algunos años".
El deporte quedó aparcado por completo en aquellos años, con la excepción de alguna que otra salida en bicicleta. "Lo que hacía era rodar un poco. No tenía apenas vinculación con el ciclismo. Únicamente llevaba el tema de protocolo de la Vuelta a Andalucía", relata.
Pero un buen día, su hijo empezó a participar en triatlones y fue cuando al chiclanero comenzó a picarle nuevamente el gusanillo. "Entonces empecé a ayudar al club de aquí de Chiclana para que pudiera ir a las competiciones. Mi hijo, tras dos años haciendo triatlón, se pasó al tercero al ciclismo de carretera y fue ahí cuando me empecé a vincular nuevamente".
"Este año hemos logrado 151 podios, que no está nada mal en estos tiempos de pandemia"
Desde entonces, el que fuera campeón olímpico sigue tras la rueda de los ciclistas del mañana. Actualmente, pule futuros campeones como director de la Academia Manuela Fundación, una de las canteras ciclistas más importantes de Andalucía y de todo el panorama nacional. "Tenemos 58 licencias repartidas entre categorías cadetes, junior, sub-23 y máster. Este año hemos logrado ya 151 podios, que no está nada mal con lo que conlleva la temporada por el tema de la pandemia", destaca.
Su currículum es un aval más que importante en la formación de nuevos talentos. José Manuel lo ha ganado prácticamente todo en el ciclismo en pista. "Fueron 18 campeonatos de España, 30 Copas del Mundo, un Mundial, el oro en la olimpiada y los récords del mundo en 500 y 200 metros. Eso al final queda ahí. ¿Cómo lo conseguí? La verdad es que no me di cuenta. Estaba tan enfrascado en los entrenamientos, que prácticamente no me daba cuenta de lo que iba logrando".
Ahora sus pupilos, que entrenan en el velódromo municipal de Chiclana que lleva su nombre, le preguntan sobre su pasado y lo que le costó llegar a la cima. "Los jóvenes me preguntan si sufrí mucho para conseguirlo. Les digo que, como hacía lo que me gustaba, el sufrimiento lo llevaba con gusto. Era algo que estoy haciendo desde pequeño. No me costó trabajo conseguir la medalla. Yo sufría y disfrutaba cada día. Intenté mejorar las marcas y ahí están los logros".
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