Una imponente infraestructura salta a la vista en el puerto de Almería. Entre la estación de tren y la playa de las Almardabillas se distingue un símbolo de la industrialización del sur de España que se ha llevado más de medio siglo cerrado al público. El cargadero de mineral El Alquife, conocido como Cable Inglés, dejó de funcionar como tal en 1970.
Desde entonces, quedó abandonado hasta que hace 22 años la Autoridad Portuaria lo adquiriese. Desde hace cinco meses, este monumento declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía en 1998 se ha convertido en un reclamo turístico y cultural de la capital almeriense.
Desde abril, se ha transformado en un paseo peatonal de 900 metros con un mirador sobre el mar que brinda unas vistas únicas de la ciudad. Tras tres años de obras de restauración, Almería recuperó este cargadero que fue construido entre 1902 y 1904 por la compañía The Alquife Mines and Railway Company Limited, según el proyecto redactado por el ingeniero escocés John Ernest Harrison y cuya versión final firmaría Andrés Monche y Ríos.
La Autoridad Portuaria de Almería (APA) junto a otras administraciones ha llenado de vida esta enorme infraestructura que se alzó con la finalidad de abandonar rudimentarios sistemas de carga del mineral procedente de las minas de hierro de Alquife, en Granada, y aliviar sobrecostes en su exportación marítima por el puerto de Almería.
En 1904, el Cable Inglés fue inaugurado por el rey Alfonso XIII en su visita a la ciudad. Más de un siglo después, visitantes y locales pueden pasear por la plataforma gracias a una obra que ha supuesto una inversión total de 2,7 millones de euros, promovida por la APA y financiada en parte por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, a través del 1,5% Cultural.