Los viejos de la calle Zaragoza demostraron en las tablas del Teatro Falla que para hacer un Carnaval auténtico no importa la edad.

Las bromas eran las de siempre. “Ya está aquí la cantera”, decían algunos. “¿Juveniles de primer año o de segundo?”, comentaban entre risas. Señal de que habían llegado al teatro ‘los viejos’ de la calle Zaragoza. Un grupo de chirigoteros veteranos que el que más lleva 34 años de Carnaval a sus espaldas y que se reúnen en el Centro de Día para Personas Mayores, ubicado en el lugar anteriormente citado. Sin embargo, la alegría en la cara era no reflejaba la cantidad de años que han pisado las tablas. Risas, alegría, un pellizco de nerviosismo y mucho respeto por “cantarle a Cádiz”. 70 años tiene el mayor, que justo en el centro de la agrupación defendía a capa y espada su pasado comparsista. Robots, Pregones, La fábrica tabaco, Los camaleones, Las Brujas Pitis o la Antología del Quini, charangas familiares y carnaval callejero, se confundía en el currículum de los doce mayores que forman parte de la chirigota Los que vienen de vuelta.

Entre ellos un viejo conocido no solo por él, sino por sus hijos, Joaquín Márquez, más conocido como ‘Carapapa’, padre de David y Javier, autores de la comparsa ‘Los Ángeles de la Guarda’. “No es hemos reunido unos cuantos viejos para hacer el camino”, comenta con gracia el antiguo propietario del célebre bar de la calle Palma mientras que espera para cantar en las Preliminares. Joaqui es partidario del Concurso, “disfruto mucho con todas las fases y me gusta más que la calle”, resalta reconociendo ser un aficionado al Concurso que lo ve todas las agrupaciones con sus 69 años y su más de 28 de Carnaval.

Autores jóvenes

En total, si se suman todos los años son 653 de vida y 213 dedicados a la fiesta. Algunos, incluso, llevan participando en esto tan solo dos años porque les “ha picado el gusanillo” a pesar de la edad. Para contrastar el asunto los autores sí son más jóvenes. Por un lado, en letra, Julio González joven que ha participado en varias chirigotas y, por el otro, en un música un debutante: Isaac Lavi Márquez, con sangre carapapista. Con ganas de agradar y de pasar un buen rato, haciendo muchas bromas cual si fueran chiquillos, se suben a las tablas y le cantan a Cádiz, por Cádiz. Con un 3x4 marcado en los nudillos y con chispas picarones en los cuplés.

Tipo sencillo, de rocieros que vienen de hacer el camino, y poco más para decorar el escenario. No huyen de entrevistas de los medios, pero de redes sociales, internet y demás asuntos modernos no quieren saber nada. El público responde, la gente se ríe. Ellos lo pasan bien y se cierra el telón con una sonora ovación. Se despiden un año más de un teatro que es su vida y que le sirven para mantener despierta la mente. Una mente lúcida, a pesar de la edad, y, por supuesto, llena de ilusión. 

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Luis Rossi

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