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El alcalde de Cádiz regatea con el caso Carranza, "hay otras prioridades", e insinúa que morirá en un cajón

Con la infrecuente ausencia del discrepante número dos, José Manuel Cossi, Bruno García insiste en que ese debate no está entre las tareas importantes aunque mantiene que el expediente sigue adelante

La comparecencia tras la Junta de Gobierno de Cádiz, con la llamativa e infrecuente ausencia de José Manuel Cossi.
La comparecencia tras la Junta de Gobierno de Cádiz, con la llamativa e infrecuente ausencia de José Manuel Cossi.
30 de noviembre de 2024 a las 08:37h

El alcalde de Cádiz inició su mandato con un mensaje de moderación: retomar el cambio, recambio, de nombre del estadio municipal para devolverle el franquista Carranza -eliminado en 2019- no era una prioridad. Ni le preocupaba ni tenía la menor prisa. Lo dejó claro en cada una de las entrevistas de llegada al cargo que ofreció, y fueron muchas.

Esa calma se rompió en verano de 2024 cuando, por sorpresa, cedió a la insistencia de los sectores conservadores más radicales de la ciudad -círculos empresariales, políticos y religiosos- que siempre suspiraron por volver a la antigua denominación. Bruno García anunció un expediente para llamar Carranza al estadio por petición expresa del club de fútbol.

El equipo sostiene la llamativa teoría -siempre según el alcalde, que la respalda en público- de que Carranza, sin nombre de pila ni preposición, carece de connotaciones políticas y sólo responde a una marca deportiva y comercial de prestigio en toda España.

Tanto representantes del gobierno, como toda la oposición municipal, la Fiscalía y colectivos memorialistas o de aficionados al Cádiz Club de Fútbol han expresado su rechazo de forma rotunda e insistente desde entonces. La Junta de Andalucía nunca abrió la boca.

Varios de estos grupos o instituciones discrepantes han recordado que el cambio podría ser delictivo al contravenir el contenido de la Ley de Memoria Democrática que impide ensalzar a colaboradores de los regímenes dictatoriales y autoritarios.

Hasta el número dos del gobierno municipal, José Manuel Cossi, con represaliados por el franquismo entre sus familiares de generaciones anteriores, declaró este lunes en Radio Cádiz Cadena SER que no compartía este cambio, recambio, que no encontraba sentido al debate y lo consideraba terminado desde su inicio.

Aunque rectificó a las seis horas con una nota de corte institucional, presionado por el partido (PP) y el grupo de concejales al que habría comprometido con su sinceridad, el gesto del concejal de Urbanismo y Memoria Histórica, Cossi, ha tenido consecuencias.

En su primera intervención formal desde el desmarque de su más estrecho colaborador, que de forma llamativa no compareció en la rueda de prensa de los viernes como suele ser habitual, el alcalde Bruno García de León firmó el acuse de recibo del golpe.

El regidor de Cádiz se da por enterado de la polémica que le deja en comprometida situación. Ni todos los suyos están de acuerdo. Trata de evitar el desgaste electoral y político que pueda suponer entre los votantes más moderados.

Hasta en dos ocasiones, este viernes tras la Junta de Gobierno, citó una larga lista de cuestiones que son "prioridades" frente a un cambio de nombre del estadio que se resistió a calificar como secundario, intrascendente o anecdótico.

Al ser preguntado de nuevo por la situación del expediente municipal y por un posible cambio de actitud tras el desmarque de Cossi, volvió a repetir la respuesta que traía preparada: vivienda, transporte público, personas sin hogar, patrimonio, limpieza, seguridad, cultura... Toda la lista completa, todas son materias "prioritarias, que nos ocupan y nos preocupan".

Por omisión y eliminación, cabe pensar que el nombre del estadio no es importante y mucho menos urgente. "He utilizado las palabras que quería utilizar", dijo para evitar cualquier desprecio o ridiculización de la polémica. Tuvo que hacer un difícil ejercicio de equilibrismo dialéctico, quizás el primero desde que llegó al cargo.

En otro gesto sintomático, insistió en destacar que el expediente de cambio de nombre del estadio "tiene sus plazos y sus tiempos, lo daremos a conocer cuando esté terminado". Repitió que tiene un calendario concreto, escalonado, que evitó especificar en un gesto que insinúa el retraso de su resolución.

Como mínimo, la actitud del alcalde anuncia que su gobierno evitará cualquier premura en la culminación y presentación del controvertido documento. Lo dejará reposar en el fondo de un cajón con la posibilidad de que se produzca el denominado "silencio administrativo" y nunca más vuelva a saberse de la cuita Carranza.

Para complicarse la vida con cuestiones menores siempre hay tiempo. Bruno García vuelve a la casilla de salida de su mandato y transmite que no tiene ni prisas ni ganas de liarse con el nomenclátor y la memoria histórica.

Falta conocer el impacto de su amago en el electorado. En el ejercicio de la política, los que aspiran a la equidistancia, a quedar bien con todos, suelen acabar enfrentados con cada parte.

A los que reclaman el nostálgico regreso a Carranza, el alcalde siempre podrá decirles que lo intentó, que "estamos trabajando en ello", en palabras de José María Aznar. A los que rechazan esa presunta ilegalidad, a los que braman contra una hipotética indecencia, siempre podrá decirles que nunca llegó a ejecutarla.

Falta saber si ambos sectores de opinión y población, mayores o menores, se darán por contentos y en qué grado mientras llega el olvido.

Sobre el autor

Afot

José Landi

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