El paisaje playero de Cádiz ha cambiado notablemente en las últimas décadas. Antes de las sombrillas de enea con sus hamacas azules, la joya de la corona eran las casetas: las de mampostería y las de madera a rayas a pie de arena. Era una Playa de la Victoria en blanco y negro que dio paso al tecnicolor.
Los inicios de estas estructuras tan preciadas por bañistas y domingueros se remontan a los años 50, cuando empezaron a construirse, bajo el mandato del alcalde franquista José León de Carranza, que buscaba potenciar el sector turístico de la localidad gaditana.
Se colocaron más de 800 casetas entre la calle Brasil y el Fuerte de Cortadura, con diferentes cuotas de alquiler, que no hacían sino diferenciar a las clases sociales gaditanas. Sus precios en 1979 oscilaban por temporada entre los 14.100 pesetas de la caseta con ducha, los 10.100 por la mampostería simple y 7.100 por las casetas de madera.
Estos datos los revela José Antonio Hidalgo en un artículo publicado en el Diario de Cádiz, donde recuerda que además de estas casetas oficiales, cuando la playa comenzó a popularizarse, se levantaron casetas privadas que no contaban con la autorización municipal requeridas, mantenidas durante todo el año. Durante la revolución urbanística de la playa de Cádiz, en 1984, varios centenares de ellas fueron eliminadas por la piqueta municipal.
Para Lola, de 90 años, que tuvo la caseta 838, fueron los mejores años de su vida: "Allí bajámos la familia entera, con nuestro taperwares y nuestras neveras, no nos movíamos de allí hasta la noche y había un ambiente estupendísimo. Era un modo de vida, los chiquillos y las chiquillas jugaban, los mayores bebían, comían y compartían. Una manera de estar en ese micromundo o gran mundo llamado la Playa Victoria, un paraíso para el gaditano de a pie de aquel momento, un destino turístico para el visitante del s.XXI. Siestas de categoría, partidas al dominó, tortillas, filetes empanaos y transistores crujientes al sol. Elementos fundamentales en esta forma de entender el periodo estival.
Con la llegada de Carlos Díaz al Ayuntamiento de Cádiz se planteó una reforma integral del Paseo Marítimo de Cádiz para su modernización. En este marco se planteó la eliminación de las históricas casetas. El 6 de abril de 1984, comenzó la retirada de las casetas más próximas al Reina Victoria, apunta Hidalgo que eran conocidas como "las olas" o "las olitas", por sus techos ondulados. Miguel, que las disfrutó de joven y hoy tiene 60, rememora que "en aquellos techos nos poníamos la gente joven con nuestra litrona y nuestra bolsita de patatas".
El fin de la era caseta trajo consigo la modernización de la playa y el paseo marítimo. También la salubridad de sus arenas, pues María del Mar, a sus casi 60, recuerda cómo algunas personas tiraban los desechos de las comidas del día a la arena e incluso a la orilla. La conciencia medioambiental no estaba muy en boga por aquel entonces, todavía no habían llegado los conitos de plástico para tirar las colillas –aunque tampoco surtiera mucho efecto– ni las papeleras para el reciclado. Sea como fuere, las casetas albergaron bonitos recuerdas para varias generaciones de Cádiz, que pudieron compartir horas de sol en la extensa playa de Puerta Tierra, alguna que otra indigestión, pero sobre todo, buenos momentos recogidos en tantas postales y fotos de la época.