Una parte de los gaditanos de toda la provincia lleva dentro, pagado al orgullo de pertenencia, la tradición marina de su tierra.
La ubicación estratégica del territorio que les tocó, entre un océano y un mar mitológicos, entre dos continentes, supone muchas condenas y dificultades perpetuas. Las fronterizas. Las que todos conocen.
Una vez al año, en los primeros días de cada enero, esos 28 siglos de navegación militar y civil, de misiones comerciales y bélicas, tormentas y naufragios, millones de idas y vueltas se convierten en una fiesta muy formal que algunos disfrutan como una tradición local, personal e intransferible.
"Es que Elcano es de Cádiz", decía Enrique, llegado desde Sanlúcar para la ocasión. "Pero muy muy muy de Cádiz", le ataja su mujer. La partida de un velero enorme, en espíritu y leyendas, hace tiempo que es un acontecimiento en el calendario festivo andaluz, con peregrinaciones desde muchos puntos.
La salida del Juan Sebastián Elcano es una tregua para reconciliarse con el mar y dejar de temerlo por un rato, la señal para desplegar todos los símbolos que mantienen vivos los mejores recuerdos. En este 2025, a la colección añade uno particular: Leonor de Borbón, princesa de Asturias.
Los herederos de la Casa Real española, ejercieran o no, han pasado uno a uno por el bergantín-goleta de cuatro palos, 20 velas y 113 metros de eslora que funciona como escuela naval flotante y embajada diplomática de España desde 1927, cuando naciera en el astillero de La Carraca, en San Fernando.
La relación entre la monarquía española y el barco que pretende resumir la trayectoria de la Armada Española es absoluta. Alfonso XIII ya realizó parte del viaje inaugural -del que se cumplirá un siglo en 2027 con grandes fastos- como muestra de un parentesco que nunca se rompió, ni durante el franquismo.
El emérito Juan Carlos I o el vigente Felipe VI vivieron en las décadas de los 60 y los 80 escenas similares a las de este segundo sábado de 2025. El último precedente de una salida real a bordo del buque escuela se producía el 8 de enero de 1987.
Hasta el bisabuelo que se quedó sin trono, Don Juan de Borbón, tiene imágenes a bordo. Ahora le llega el turno a la bisnieta, la nieta y la hija, respectivamente, a la primera mujer que previsiblemente reinará en España desde el siglo XIX.
Para entender la única evolución de la costumbre real y militar vivida este 11 de enero en Cádiz basta recordar que en el último precedente, la travesía de su padre y actual rey, hace 38 años, no había ninguna mujer entre los guardiamarinas.
La augusta y rubicunda presencia de la joven heredera ha marcado con una expectación infrecuente el programa previo a la salida del crucero de formación, el número 97, de miércoles a sábado en Cádiz y San Fernando.
En ese calendario han entrado la recepción municipal a la tripulación, con firma de honor de la heredera; la visita al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando y la ceremonia en la iglesia del Carmen de la calle, cómo no, Real de La Isla de León.
También alguna práctica a bordo, breves paseos por Cádiz y hasta la inauguración de un antiguo mástil de Elcano a modo de monumento en la Punta de San Felipe. Siempre con cámaras y micrófonos de unos 70 medios de comunicación acreditados, más los otros, apuntando a la joven Leonor.
La última jornada, la de salida de este sábado, comenzó con disciplinada puntualidad militar. Tres minutos antes de las nueve de la mañana del sábado ya estaban dentro de la iglesia conventual de Santo Domingo los 76 alumnos de la travesía de 2025.
Quizás porque los prolegómenos han estado sobrados de colores -el rojo y amarillo de las banderas o la iluminación nocturna del barco, el blanco del casco del Elcano, el rosa de algunos de comunicación-, la mañana estuvo envuelta en una niebla intensa que parecía contener tanto exceso cromático.
Ni la hora ni la intensa humedad enfriaron los ánimos de un público que, en número creciente, acompañó todos los actos de la salida. Este año, los coros populares de curiosos han añadido una pieza al repertorio: los frecuentes "guapa" que ha recibido Leonor de Borbón.
A pie de iglesia, en la muy turística calle Plocia, una mujer decidió subir un tono y gritarle "qué bonita eres". A tomar viento el protocolo. Dentro del templo situado apenas a 150 metros del buque escuela, esperaba la Patrona, Virgen del Rosario, y su representante marinera, La Galeona.
Tras la misa, a bordo de una parihuela, fue trasladada a la capilla interior de buque escuela, donde estará a disposición de los católicos embarcados hasta el regreso. Cuando la imagen religiosa subía la pasarela ya estaba el puerto de Cádiz como una feria.
El responsable religioso de Santo Domingo y, por tanto, de La Galeona, el padre Pascual Saturio, estuvo junto a la comitiva en cada momento, hasta el final, como si quisiera custodiar a la custodia.
Quizás un millar de personas entre los que tenían lógica preferencia los familiares de los que parten: 76 guardiamarinas, princesa incluida, 20 oficiales, 20 suboficiales, 130 marineros y dos técnicos civiles.
El capitán de Navío, Luis Carreras-Presas do Campo, les esperaba en cubierta. Para ese momento, también estaban a bordo, en la línea protocolaria, el presidente de la Junta de Andalucía, el delegado del Gobierno y el alcalde de Cádiz, entre otra treintena de representantes públicos
De nuevo en marcial formación, como regresaron de Santo Domingo cuando aún faltaba hora y media para la salida a mediodía, enfilaban los guardiamarinas el muelle gaditano y la última pasarela.
Antes de ese tránsito hubo momento para las despedidas llenas de lágrimas, los últimos abrazos a las familias de los navegantes y también para los gestos políticos.
Como en cualquier acto militar, quizás en cualquier país del mundo, ya sean desfiles, conmemoraciones o cualquier otro, el público asistente es mayoritariamente nacionalista, obviamente patriota y, en el caso de España, monárquico.
Cabe, por tanto, considerar sus opiniones como previsibles. Representan a un determinado sector de la población de ideas bien definidas y un tamaño elástico que los distintos procesos electorales se encargan de calibrar. Quedó claro con los constantes vivas a Felipe VI y a "la monarquía".
También se pudo interpretar ese posicionamiento en el apoyo explítico a dirigentes del Partido Popular, como Juanma Moreno, "eres el mejor", le decían entre aplausos y en el sonoro abucheo a la mayor representante de un Gobierno que este público considera una amenaza contra la configuración nacional actual.
Margarita Robles llegó con casi 15 minutos de retraso porque la niebla obligó a desviar su vuelo desde Rota hasta Morón para hacer el trayecto en coche. Otros dos altos mandos del Ejército se vieron en la misma situación.
A Robles, separada por ese incidente aéreo del resto del grupo institucional, le tocó un abucheo contundente y crónico, cada vez que era visible, gritos de "fuera, fuera", tanto a su llegada como a su salida del Juan Sebastián Elcano.
Con todo, se animó a acercarse al público y pudo intercambiar alguna conversación, algún saludo, de manera cordial con algunos de los concentrados sobre el muelle gaditano.
Con la Princesa de Asturias ya a bordo y las despedidas resueltas, el resto del ritual se mantuvo intacto. Subida a los mástiles, 21 salvas de honor o siete vivas a España de la marinería (y algún voluntario civil, claro).
Llegaron los últimos saludos, militares y con apretón de manos de Felipe VI, más la Salve marinera cantada a coro y capella por la tripulación. Gorras en mano cuando Elcano soltaba las amarras y se despegaba de los norays para enfilar la bocana.
Una parte del centenar de barcos, incluyendo dos de la Armada, ya revoloteaban alrededor para mantener la tradición del acompañamiento hasta mar abierto, cuando la puerta que forman Chipiona, Sanlúcar y Doñana dan paso al Atlántico.
La travesía número 97 ya había comenzado entre la niebla y con el cielo encapotado, con Leonor de Borbón a bordo.
El recorrido tendrá una estructura similar a la de los últimos años, con 14 puertos a tocar entre América y España. Este próximo viernes llegan las primeras escalas en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas.
Después, la previsión contempla 21 días de navegación ininterrumpida por el Atlántico hasta la primera escala americana en Salvador de Bahía (Brasil). A continuación, Punta Arenas y Valparaíso, en el Pacífico chileno, El Callao (Perú), Panamá, Cartagena de Indias y Santa María (Colombia).
El recorrido sigue por Santo Domingo (República Dominicana) y acaba en Nueva York, previsiblemente ya el 5 de junio. Desde Estados Unidos hasta La Coruña, nunca antes del 9 de julio ni más tarde del 16, día de la patrona del mar, Virgen del Carmen. El retorno a Cádiz debe producirse el 21 de julio.
Durante la travesía, en la que Leonor de Borbón compartirá labores con 75 guardiamarinas más y camarote con tres compañeras, los cadetes avanzarán en el tercer curso de su carrera militar naval con asignaturas como Navegación, Astronomía, Meteorología, Combate y Maniobra.