Lo contaron antes y mejor que nadie Los salseros en 1992, dolidos porque Cádiz no celebrara centenarios ni exposiciones universales. La chirigota pedía que la ciudad tuviera, al menos, una pequeña muestra permanente de su esencia. De Carnaval y de más cosas. Pero, sobre todo, de Carnaval. Lo hizo con una copla inmensa e imperecedera que varias generaciones cantan en cuanto pierden el pudor. "Piedra a piedra se va haciendo una muralla...". Y los que la recuerdan ya no pueden parar. Aquel pasodoble proponía El Palillero como sede. Nadie le va a reprochar 100 metros de modificación a la profecía rimada. Finalmente, 31 años después, tras retrasos, polémicas y cambios de ubicación, ha sido calle arriba de esa pequeña plaza cantada donde ha visto la luz la Casa del Carnaval, Museo del Carnaval, Centro de Interpretación del Carnaval o como finalmente vayan a llamarle aficionados, gaditanos y turistas. Que Dios (Momo) sabrá.
A los lugareños de mucha edad, las abuelas les decían que "cuando viniera la ola grande, que iba a venir" —entonces no se usaba tsunami— se fueran a la Torre Tavira. Es el punto más alto de la minipenínsula rodeada de agua. No serán ni 50 metros sobre el nivel del mar, no da para presumir, pero es lo más recomendable para sobrevivir llegado el maremoto. Allí, en lo más alto, se inauguraba este jueves 4 de mayo el edificio que tiene la misión preciosa e imposible de acoger un fenómeno libérrimo, efímero, social, histórico, turístico y cultural como el Carnaval. Las jornadas de puertas abiertas para conocer el recinto se prolongarán hasta el 30 de junio de 11 a 19 horas (de lunes a sábado) y de 11.00 a 14.00 horas (domingos y festivos).
El recinto está reconstruido sobre el Palacio de los Marqueses de Recaño (siglo XVII) y un antiguo conservatorio contiguo, ampliado en 1970. Las obras comenzaron en agosto de 2020 y la fase de rehabilitación tuvo un coste de 1,8 millones de euros. A ese montante hay que añadir la fase museística. En el mayo de elecciones municipales de 2023 -las casualidades no existen- se pone fin a un largo sueño del mundo del Carnaval. Ese anhelo, además, entrega a la ciudad un atractivo de primer orden para el visitante, además de una sede para estudiosos, coleccionistas, historiadores y curiosos. Hasta la Catedral del Carnaval de la Universidad de Cádiz estará allí.
Un nuevo atractivo turístico
La Casa del Carnaval es colindante a la Torre Tavira, otro recinto histórico que con su cámara oscura ha conseguido erigirse en uno de los mayores reclamos para los visitantes en lo que va de siglo XXI. En el primer día de apertura al público, un enjambre de forasteros con un popurrí de acentos ya sobrevolaba las escaleras del edificio, mítico escenario de la copla callejera, por cierto. Va a ser un imán. Los guías, con la ilusión del estreno, ya dirigían las primeras visitas, tratando de detallar la montaña de recuerdos, datos, detalles, nombres y anécdotas que encierra la fiesta gaditana.
El alcalde saliente, José María González Santos, la delegada de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, y el concejal de Patrimonio, Francisco Cano, ejercieron de anfitriones para los medios de comunicación y el primer público general, tras visitas en días previos de "familias y particulares que han donado contenido", así como expertos y especialistas. Hasta final de junio le toca a dos grupos que no dejan de crecer casi a diario, a millares, en los últimos años en la ciudad: los seguidores del carnaval gaditano y los turistas.
El recinto está dividido en cuatro áreas en otras tantas alturas y las visitas libres estarán abiertas hasta el 30 de junio
El propio alcalde detalla que son cuatro las áreas principales, repartidas en otras tantas alturas, con el remate de una asombrosa azotea cubierta. La parte superior queda para investigadores y curiosos (pueden ser ciudadanos, a título personal) que quieran acceder a videoteca, fonoteca, biblioteca, hemeroteca y salas de investigación. Aún está por equipar. Tendrá cabinas para escuchar un ingente número de grabaciones, en algunos casos, con más de un siglo.
La planta central, y principal, es el llamado centro de interpretación. Paneles y textos, documentos sonoros, fotografías y objetos permiten hacen un recorrido, compartimentado, por los grandes aspectos del Carnaval. Desde sus conexiones con fiestas similares en el mundo al disparado y reciente fenómeno de las chirigotas callejeras. Cada año serán actualizadas con vídeos. De los grupos infantiles a las grandes leyendas. Los episodios históricos, artesanos, pregones, bailes, romanceros, censura, modalidades, autores, Concurso del Falla, costumbres de ensayo, instrumentos, nombres, fechas, apellidos, árboles genealógicos, libretos, bocetos, discos, todo lo posible y algo de lo impensable. Su contenido está abierto, como la propia fiesta, a evolución, aportación y cambios cada año.
La tercera zona, ya algo menor, es una entreplanta dedicada a las exposiciones temporales. La inaugural tiene por protagonista la memorable obra de Antonio Accame, el creador de los exornos al aire libre, la arquitectura efímera, que marcaron la fiesta y el recuerdo de miles de ancianos gaditanos desde 1920 a 1950. Su Jarrón árabe de 1929 preside el patio central de esta nueva Casa del Carnaval abierta ahora para todos.
El centro contiene una ingente cantidad de información y memoria, logra el prodigio de llevar a un lugar cerrado lo que es calle, improvisación y anarquía
El último apartado, alrededor del patio de la planta baja, reúne un pequeño bar-cafetería, aún sin abrir ni equipar, recepción, consigna, servicios y un diminuto teatro con capacidad para unas 40 personas que servirá para presentaciones, ensayos de grupos (preferentemente infantiles y juveniles) o actuaciones. Los apartados pendientes de instalar, equipar y abrir al público -las prisas electorales- estarán listos "en verano" según Cazalilla. Son, primordialmente, toda la zona de estudio, archivo e investigación y la zona de cafetería.
Cómo recorrerlo
La visita puede realizarse con una tableta-guía y asistencia del personal de sala. El sentido del recorrido es de arriba hacia abajo. Lo recomendado es comenzar en la cuarta planta y acabar en el patio de entrada. La concejala de Fiestas admitió que es "imposible hacerla en menos de una hora". El grado de curiosidad e interés del visitante abre distintas posibilidades. El que quiera quedarse en la información expuesta en paneles y tener un contacto inicial, descubrimiento, del Carnaval de Cádiz puede hacerlo desde cero, en español, inglés y alemán. El que quiera profundizar y ampliar tiene recursos tecnológicos en cada panel (marcados con un signo) además de una enorme documentación audiovisual y bibliográfica.
Cazalilla insiste en que se trata de un recinto vivo, abierto, "incluso el contenido de las salas permanentes es susceptible de ser actualizado, precisamente porque el Carnaval está en continua evolución y no puede ser algo estanco. Nos hemos servido de las últimas tecnologías para que el contenido pueda ser revisado anualmente, como ocurre con el propio Carnaval", ha explicado. Con esa actitud de apertura y colaboración esperan mantener el prodigio de "llevar a un espacio cerrado lo que es calle, llevar una expresión tan popular a un palacio señorial, burgués", detalló el concejal Paco Cano. El Carnaval ha tardado —se hablaba de museo ya en 1990—, el reto es complicado y falta trabajo por hacer. Con todo, a primera vista, parece que el objetivo de atrapar en una pequeña caja el aroma de una fiesta anárquica, improvisadora y etérea ha quedado conseguido. Resta el complejo mantenimiento.