Alrededor de 800 vecinos residen en el barrio más antiguo la ciudad, que ya se deshizo de los males de la drogadicción y que ahora batalla contra la falta de empleo.

El centro de todo. El barrio más antiguo de la ciudad más antigua de Occidente. El Pópulo, en pleno centro de Cádiz, es una oda a la historia con el Teatro Romano —el segundo más grande de aquella Hispania—, la Catedral Vieja o la Casa del Almirante —de 1685—. Sin embargo, además de gloriosas épocas pasadas, el barrio del Pópulo también conoció la marginalidad de la droga y la prostitución. Su estructura, de calles estrechas y numerosas esquinas, conformaban el panorama perfecto para aquellos que en los 80 cayeron ante el boom de la heroína.

Ahora es un lugar extremadamente turístico y lleno de vida. Liberal y solidario, el Pópulo fue pionero en la ciudad en la celebración del Orgullo Gay, así como el lugar donde cada año se concentran las agrupaciones ilegales en la semana de carnaval. Es, en definitiva, un barrio genuinamente castizo que lucha por el extenso patrimonio que posee y donde la vida en la calle es continua.

En sus tentáculos habitan alrededor de 800 vecinos, aunque la dificultad del empleo en la provincia está provocando un envejecimiento de la población del lugar. De hecho, la media de edad se sitúa entre los 60 y 80 años en una zona donde la inmensa mayoría de locales están dedicados a la hostelería, que vive casi exclusivamente de la ingente cantidad de turistas que recorren sus calles cada día.Atrás quedan los años de las “esquinas oscuras”, como recuerda Toñi Romero, camarera de la freiduría Neptuno, que detiene un momento su jornada de trabajo para comentar que “esto no tiene nada que ver con lo que había antes”. Toñi se refiere a la insalubridad de algunos de los rincones al hablar de que “las ratas parecían gatos y en las esquinas había gente pinchándose”, pero aclara que “siempre me sentí segura, una vez que subía San Juan de Dios y entraba en el barrio me creía intocable, sacaban la cara por la gente de aquí si pasaba algo”. Se muestra tremendamente orgullosa del lugar donde ha nacido, crecido y vivido y, con una enorme sonrisa, cuenta que la solidaridad en el Pópulo está a la orden del día porque “aquí nos ayudamos entre todos, somos vecinos y la mayoría nos conocemos desde hace muchos años”. Hace incidencia en repetidas ocasiones en la diversidad sexual reinante en el barrio, “algo que debería ser normal y no lo es” antes de volver a su puesto de trabajo. Es tarde y faltan pocos minutos para que comiencen a llegar los clientes.

Defendido por tres arcos, el Pópulo está completamente flanqueado y delimitado en un reducido cuadrángulo donde el límite están conformados por el Arco de los Blancos, el Arco de la Rosa y el propio Arco del Pópulo, denominado primitivamente como Puerta del Mar debido a la cercanía de las aguas de la bahía. En la actualidad, en su interior sus problemas son comunes al resto de la ciudad y fundamentalmente se concreta en uno: el trabajo. La falta de empleo en la zona está sacudiendo con firmeza a los vecinos, que pese a ello responden con alegría o “de gaditanas maneras”, como prefiere llamarlo Adrián, sin empleo y a cargo de su madre, impedida en su casa, una situación “que se repite demasiado por aquí”.

En El Malagueño trabaja Antonio Gallardo, ex presidente de la Asociación de vecinos Los tres arcos y conocedor de la fisionomía del barrio. Asegura con firmeza que el Pópulo es “de los que más ha evolucionado en estos años, no solamente por ayudas administrativas sino a nivel social del vecindario”. La crisis, sin embargo, continúa azotando a una zona que a pesar de todo “sigue siendo hiperactiva, con muchas actividades para los vecinos” con el objetivo de generar “visitantes, que es lo que más trabajo va a traer”.

Gallardo tiene buenas palabras para la administración local tras su mandato como responsable vecinal. “Tanto Teófila Martínez como José María González se han portado bien con el Pópulo y han vuelto sus ojos aquí, con la mala suerte de que a este último equipo de gobierno le ha tocado el parón económico, algo que repercute en los miniayuntamientos”, como califica a las asociaciones de vecinos.El propietario de El Malagueño reconoce que, para que el barrio cambiara y dejara atrás las esquinas oscuras fue necesario realizar “una educación social del vecino, concienciarlo de que la calle es de ellos y eso se logró después de que el Plan Urban rehabilitara gran parte del barrio”. Tan drástico fue el cambio, que hoy en día no existe constancia de esa práctica en las callejuelas del Pópulo, como reconoce el actual presidente de la asociación de vecinos Los tres arcos, José María Alonso, que atiende a lavozdelsur.es en la sede actual, “aunque esté escondida” junto a la Casa del Obispo, algo que es un problema porque “el vecino apenas se pasa por aquí a no ser que venga expresamente a ver a alguien de la asociación”.

Alonso coincide en que “lo que más necesita el barrio es trabajo, la hostelería hay momentos que trabaja bien, especialmente en eventos y fiestas concretas, pero van en altibajos, sin continuidad” y espera que “se publicite más el Pópulo para atraer más visitantes aún”. De hecho, reconoce que “ya hay proyectos en la mesa pero hay que esperar a ver si salen”.

Protagonista tanto en carnaval como en Semana Santa gracias a las agrupaciones ilegales y a las cuatro cofradías que tienen su sede canónica en la Parroquia de Santa Cruz, la Catedral Vieja, el barrio —cuenta José María— "es muy especial, pero ante todo lo que tiene es su duende, que es lo que lo hace distintos y lo que nos hace transformarnos tanto en cofrades como carnavaleros". 

El Pópulo, un rincón lleno de historia en cada esquina que se amolda al paso del tiempo para comenzar, por fin, a sacar rédito al extenso abanico monumental que abrazan sus calles levantadas sobre cantos rodados, que venían de lastre en los barcos de la Carrera de Indias y que se han convertido, también, en patrimonio histórico de la ciudad.

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Jesús Mayone

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