Los dispensadores PEZ llenos de caramelos que tenían enganchada a toda una generación, los juguetes metálicos con los que se entretenían los niños y niñas cuando no existía internet o ese cartel de La Casera que iluminaba la fachada de un ultramarinos de Cádiz. Auténticas reliquias reposan en un paraíso para los nostálgicos repleto de discos vinilos, lámparas o el mueble que tenían las abuelas en el salón. “Las cámaras se han puesto de moda. Compré cerca de 200 a un coleccionista y en Navidad se vendieron todas”, comenta Sergio Rosendo Muñoz, gaditano de 35 años que trabaja rodeado de objetos con historia desde Seromu Antigüedades, un anticuario en pleno casco antiguo de la capital por el que a muchos curiosos les gusta merodear.
“Este crucificado del siglo XVIII es la pieza más antigua y de las más caras que tenemos”, dice el especialista mientras da una vuelta por el local que abrió hace cinco años en la calle San José. Sentado frente a una mesa donde salta a la vista un disco de Frank Sinatra, Sergio se remonta a los inicios de esta aventura que comenzó en 2010. “Empecé con el tema religioso, me gustaba desde siempre porque estaba en cofradías y, poco a poco, me fui dando cuenta de que era un oficio que me apasionaba”, cuenta a lavozdelsur.es.
Al principio, solo se dedicaba a la venta online bajo el nick Seromu, que son las iniciales de su nombre completo, pero, con el tiempo, abarcó otros objetos más allá de las vírgenes y los santos e inauguró su primera tienda física en 2018. Esa en la que hoy se observan latas antiguas de Colacao o un disco de vinilo de Led Zeppelin.
Desde una edad temprana se acerca a las casas de personas fallecidas y compra a diario los artículos que incorpora a las estanterías de su tienda. “He llegado a encontrar capillas enteras dentro de una casa, antes era común”, sostiene el gaditano que asegura que, cada vez que se desplaza a un nuevo hogar, “es una caja de sorpresas, no se lo que me voy a encontrar”.
Tan solo tenía 22 años cuando se adentró en este mundo que se suele asociar a personas mayores. “Al principio me decían que era muy joven. Llegaba a las casas a comprar y me preguntaban si venía con mi padre, no se lo creían”, recuerda Sergio, que ahora conoce a muchos jóvenes con sus mismas inquietudes, sobre todo en la venta por internet.
Dos años después de la inauguración del local, probó suerte con una nueva tienda en Jerez, tierra natal de su pareja Gabriela Nazareno. Sin embargo, el negocio “no iba tan bien” y decidieron cerrarla para abrir otra en Cádiz, justo en el local ubicado junto a la primera Seromu.
Este espacio estaba enfocado al vintage y al coleccionismo y presentaba una estética diferente inspirada en las tiendas que habían visitado durante su viaje de novios a Nueva York. Estaba repleta de detalles, las paredes empapeladas con cómics y un gran grafiti en homenaje a su abuelo, que siempre le acompañó en su negocio.
"Nos dolió mucho cerrarla"
Gabriela estuvo al frente de esta coqueta y original tienda hasta hace tres semanas, cuando decidieron echar el cierre tras cuatro meses atrayendo a curiosos que pasaban por delante del escaparate. “A la semana de coger el local nos enteramos que estaba embarazada. Hemos durado lo que hemos podido. Yo solo no podía seguir con las dos tiendas y hemos decidido agrupar las dos tiendas en una”, explica Sergio junto a una vitrina.
La pareja no ha tenido más remedio que quedarse con una de ellas pese al esfuerzo y la dedicación que habían puesto en esta tienda tan peculiar que esperan volver a abrir algún día. “Nos dolió mucho, le habíamos puesto mucho cariño e iba muy bien, tenía su clientela fiel. Le hemos dado muchas vueltas a la cabeza, pero es un tipo de negocio en el que, si no estamos al frente, es complicado”, expresa el gaditano que ha llegado a vender ropa vintage americana original
En el anticuario hay “mucho movimiento” y, cada vez que entra un nuevo artículo, debe completar una especie de Tetris para darle su sitio. Además de la limpieza frecuente que requieren las antigüedades, cerámicas, objetos de decoración, coleccionismo de fútbol o pinturas que se encuentran en el interior.
Por las manos de Sergio han pasado muchísimos objetos, algunos de lo más curiosos. “Llegué a tener la barandilla de la presidencia del antiguo Estadio Carranza. Tuvo mucho bombo porque salió en internet”, cuenta entre cientos de objetos.
Para él, “esto es un vicio”. Cada vez que realiza algún viaje explora las tiendas para comprar otras antigüedades. “En Roma había joyas impresionantes”, exclama este apasionado de los artículos antiguos, de los recuerdos que guardan en sus entrañas para siempre.
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