Es una de las figuras más controvertidas y menos reconocidas, para su asombroso currículo, del Carnaval de Cádiz. Forma parte de una generación que, con un abanico de edades muy amplio, protagonizó una revolución secreta e involuntaria, casual. La que cogió la fiesta como una tradición minoritaria y semiclandestina, aplastada por la bota gris del franquismo, para llevarla a su actual estado de euforia crónica.
Erasmo Ubera Morón forma parte de ese grupo heterogéneo y anárquico, como un cuplé callejero, al que nadie nunca ha unido ni ha puesto nombre: Emilio y Paco Rosado, El Gómez, Paco Leal, Coqui, Salvador Fernández Miró, el fugaz cuarteto de Rota y -algo más jóvenes- Ana López Segovia, Selu García Cossío, José Guerrero Yuyu y muchos de los que pasaron por sus grupos, transgresores entonces y ahora canónicos.
Unos y otros, y más, rompieron con el libreto heredado y escribieron uno nuevo, libérrimo. Luego vinieron la televisión, internet, el furor turístico y viajero, las masas. La pequeña copla creció en el Falla para rebosar límites y fronteras. El fenómeno de la calle se multiplicó de forma inexplicable en pocos años hasta formar el gigante actual, con cientos de cabezas brillantes, tentáculos de ingenio satírico y una ejemplar igualdad de géneros. Aparece por cualquier esquina.
"Yo soy de calle, calle y calle. Esa es la libertad y la única verdad del Carnaval. La creatividad única que tiene. El Concurso del Falla no lo reconozco. Es que no lo entiendo, nunca lo entendí. Eso tan encorsetado. Con puntuaciones, con números. Debería tener un solo número y una sola regla: 25 minutos de actuación para cada grupo, que haga lo que quiera. Pero eso de tener que repetir el popurrí, presentar las letras con antelación, que fue una norma que cambiaron después de que nos costara una descalificación con Época vergüenza... Todas esas reglas, es que no lo entiendo", explica.
"Escuché 'Los tontos de capirote' en un tren cuando volvía de la mili. Me enamoré. Me dije que ese era el Carnaval que yo quería hacer"
Incluso añade un punto de resignación: "Es que no va conmigo, ni con mucha gente. No va con la chirigota como la entiendo, que tiene que ser libre, valiente, incluso un poco punkie. El Concurso no va con el Carnaval. El Falla no es Carnaval, es otra cosa, diferente y cuando se mueve dinero, cuando entran las televisiones, entonces, ya... Es una batalla perdida. No hay solución. Ni va a cambiar ni tiene remedio porque hay muchos intereses", resume Erasmo, justo en la semana en la que comienzan a celebrarse los foros de debate para organizar el Concurso Oficial y la fiesta en la calle de 2024.
Las únicas ocasiones en las que encuentra su idea de Carnaval en el Falla es cuando irrumpe alguna novedad, un cambio, algo de espíritu crítico: "El cuarteto de Rota, Los Sanmolotropos, el año de Ballet zoom zoom malacatún, que la sacamos el mismo año de Los borrachos y estábamos en la Final pero no iban a dejar cantar al mismo grupo dos veces, Los borrachos desnudándose al final del popurrí, los cuples enchanpelaos de Vera Luque... Eso es Carnaval, pero en el Falla se ve muy poco. Es muy difícil".
"Cuando descubrí 'Showmancero' o 'Los del perchero' no podía creer que el Carnaval de la calle hubiera llegado a eso mientras el Concurso iba por otro lado"
Para fijar su idea transgresora de la fiesta, recuerda dos momentos personales: "Volviendo de la mili, en 1986, escuché en el tren Los tontos de capirote. Me quedé asombrado. Me enamoré. No podía dejar de pensar que ese era el Carnaval que yo quería hacer. Muchos años después me volvió a pasar la primera vez que escuché a David Medina y Andrés Ramírez, a Showmancero. Me quedé deslumbrado. No podía creer que el Carnaval en la calle hubiera llegado a eso mientras el Concurso iba por otro lado. Luego conocí a La chirigota del perchero y a tantos grupos. Y yo no podía creerlo".
Es de los que asegura, "sin miedo a que me digan exagerado", que varias piezas callejeras de cada año "están a una altura literaria enorme. Algunas cosas forman parte de la mejor tradición satírica en español, como Lope de Vega o Quevedo, pero se cantan y se quedan en la calle. Aunque hay personas que llevan años y años recopilando, archivando para que no se pierda".
Tan callejero siente su Carnaval que prefiere las fotos en la escalera de Correos, en el símbolo y germen del Carnaval Chiquito: "Participamos ya desde el segundo año que se convocó, con Los gnomos metíos en manteca", recuerda. También se las hace en la verja del muelle, por el famoso cuplé, pero "con eso me siento menos identificado".
Su pasión y vocación por el Carnaval de la calle ("llevo años colaborando con la chirigota de Blanca Flores") han contribuido a crear una pequeña leyenda urbana carnavalesca: que Erasmo Ubera estuvo muy pocos años en el Carnaval y luego desapareció para siempre. El autor afirma que sus primeros años no fueron tan pocos. "La primera vez que quise salir, en una comparsa de Nandi Villegas, me echaron por desafinar, tendría yo 15 años".
Pero su deslumbramiento con la chirigota joven y osada le llevó a insistir. La dictadura postiza; Los gnomos metíos en manteca, con Miguel Ángel García Cossío; Los sanmolontropos verdes, ya con Yuyu y Selu; Los piconeros galácticos, que suma a Quique Martín Grimaldi al equipo anterior y ya llega a la final; Época verguenza, semifinalista. Todo entre 1988 y 1992, cuando llega la explosión.
El resquemor con 'Los borrachos' y con Selu
El año de la Expo y los Juegos Olímpicos tuvo su particular hito en el Carnaval de Cádiz. Ese año concursan El que la lleva la entiende (Los borrachos) y Ballet zum zum malacatum. Los mismos componentes en las dos chirigotas, los mismos autores: Erasmo Ubera, José Guerrero Roldán Yuyu, Selu García Cossío y Enrique Martín Grimaldi. "Eran grupos muy participativos, muy ingeniosos, todo el mundo aportaba algo aunque alguien tenía que dirigir, elegir, descartar y tratar de ordenar las ideas. Ese era yo".
Ubera defiende que todas las letras de Los borrachos son suyas y de Yuyu, "Selu se encargó de la música. De hecho, era el primer año que salía con nosotros y en la primera actuación de la chirigota en el Falla, no estuvo. No veía claro que cantáramos como borrachos, estaba en contra".
El chirigotero considera que, sin embargo, Selu ha quedado como el creador de la obra, con los otros autores algo esquinados. "No he cobrado derechos de autor desde entonces. Tendría que ponerme a denunciar, tener mucho dinero para abogados y soy pensionista, funcionario de Defesa retirado por enfermedad. Una vez llamé a Selu, hace muchos años, y le pregunté por los derechos, me dijo que cogería dinero que le mandaran del infierno. No hay más que hablar".
"Hace poco salió un cedé por los 30 años del grupo del Selu que incluía letras y cosas mías. No ya es que no cobre derechos de autor, es que ni se me menciona entre los autores"
El coautor de Los borrachos se muestra dolido con algunos gestos: "Hace poco salió un CD de los 30 años del grupo del Selu que incluía letras y cosas mías. No ya es que no cobre derechos de autor, es que ni se me menciona entre los autores". Asegura que conoce a Selu, "desde niño, éramos vecinos" y defiende que "es muy lícito llevar un grupo de Carnaval como una empresa, además es un hombre con mucho ingenio, con talento, muy gracioso desde que era chico. Simplemente digo cómo fueron las cosas, quién hizo qué".
Con el impacto que causan Los borrachos, la fiesta y el Concurso del Falla cambian para siempre. "Llegué a rechazar dos millones de pesetas por actuar en Madrid un día de Carnaval porque para mí no tenía sentido perdernos la calle e irnos, como luego han hecho tantos grupos cada año. Cuando se enteraron en la chirigota, casi me matan".
Esa anécdota puede ilustrar un distanciamiento. Al año siguiente, Yuyu y Erasmo no salen con el grupo. Las formas de ver la chirigota y la fiesta son muy distintas, aunque a Erasmo Ubera todavía le quedarían tres grandes experiencias en el Falla: las chirigotas Antología de la zarzuela y Los últimos en enterarse, 1994 y 1995, además de la mítica comparsa El bache, en 1993.
Luego vendría su traslado a Madrid, desde donde trajo una chirigota al Concurso sin mucho acierto, y su definitivo enamoramiento de la calle. "En realidad, desvinculado del Carnaval, completamente, no habré estado más de cinco años de los últimos 35". Así que la creencia de que su participación en el Carnaval fue brillante pero corta, fugaz y antigua parece discutible.
Comienzan los debates consultivos para organizar Falla y calle en 2024
El Carnaval de 2024 llega muy pronto porque así lo decide la primera luna llena de primavera. Además, se celebrará con un nuevo gobierno municipal. Tras ocho años de Kichi, ex comparsista muy apreciado inicialmente en el mundillo, la organización recaerá en un equipo liderado por Bruno García de León.
Para tratar de cuidar el Concurso agigantado y el desbordante fenómeno de la calle, nacen los consejos de participación. El último día de agosto, este jueves, se celebrada el primer encuentro, dedicado al Falla. La primera semana de septiembre llegará el debate sobre la parte ilegal.
Con representantes de todos los grupos del pleno (José Macías acudió por el PSOE y la ex concejala de Fiestas, Lola Cazalilla, por Adelante) se reunieron miembros del equipo de gobierno y de una decena de asociaciones de autores y modalidades.
El objetivo es "escuchar a todos, oír a todas las partes porque en Carnaval no hay una opinión única, hay muchas", ha insistido el alcalde Bruno García. Inicialmente surgieron varias propuestas sobre formación del jurado oficial, sistemas de venta de entradas y número de grupos participantes en cada fase, incluyendo la final. Ideas, sugerencias, peticiones. Nada decidido aún. La próxima cita, para el Concurso del Falla, será el 14 de septiembre.
"Para aquellos colectivos que aún no hayan aportado sus propuestas, se ha dado de plazo hasta la próxima semana para que las presenten. Tanto este consejo, sobre la organización del COAC, como el que abordará la fiesta en la calle se han creado al considerar que los colectivos son una parte esencial del Carnaval. Sus aportaciones y sugerencias son muy importantes. No obstante, la organización del Concurso estará en manos del Ayuntamiento de Cádiz", advierte el Gobierno municipal por vía oficial.
La concejal delegada de Fiestas, Beatriz Gandullo, mostraba su satisfacción ante esta primera reunión ya que "hemos abierto un nuevo cauce y una nueva herramienta para la escucha con el objetivo de buscar el consenso y esa será la base de la organización de un Carnaval que, en 2024, será muy tempranero".
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