Puerto América cumple 35 años como símbolo de un naufragio urbanístico en Cádiz sin rescate a la vista

La retirada del proyecto del grupo Holmes, que iba a construir el primer hotel de cinco estrellas en la ciudad de Cádiz, prolonga la historia negra de un inmueble con 15 días de uso desde que se anunció en 1989

Imagen aérea del edificio sobre el que vuelve a proyectarse plazas hoteleras en la Punta de San Felipe de Cádiz.
Imagen aérea del edificio sobre el que vuelve a proyectarse plazas hoteleras en la Punta de San Felipe de Cádiz. REYNA

La pequeña historia de Puerto América es una decepción permanente, una letanía de anuncios y promesas incumplidas que cumple 35 años, más de la tercera parte de un siglo de abandono e impotencia para aprovechar un equipamiento que se construyó como necesario en un emplazamiento que siempre se presenta como extraordinario. No lo será tanto a la vista de los hechos o los deshechos que han convertido el extremo noroeste de la Punta de San Felipe en un erial. Todas las ideas que se anuncian, una tras otra, acaban en la misma nada.

El último episodio de la antología de la inacción y la incapacidad gestora de media docena de administraciones y, al menos, tres partidos políticos llegaba este pasado 8 de mayo.

La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, que preside la ex alcaldesa Teófila Martínez, anunciaba la retirada de la empresa Puerto América SL del proyecto de construcción de un hotel de cinco estrellas en la zona.

El pleno municipal del mes de octubre de 2023 aprobó, por unanimidad, levantar la protección administrativa y aceptar la modificación del PGOU necesarias para poder crear el complejo hotelero. Sólo faltaba el visto bueno del Consejo de Ministros del Gobierno de España, al tratarse de suelo en dominio público-marítimo.

La empresa interesada, hasta este mes de mayo, en el proyecto hotelero que iba a ser el primer cinco estrellas de la ciudad de Cádiz (caso de que se hubiera inaugurado antes que otros dos proyectos que también están en marcha con la máxima consideración administrativa) esperaba ese trámite desde 2020, al menos, y se habría cansado de esperar.

El anuncio previo de la firma Hotel Puerto América Cádiz SL, grupo inmobiliario AyC Homes, hablaba del mayor recinto hotelero de la ciudad con 250 habitaciones. Iba a contar con 19.800 metros cuadrados construidos, un complejo de piscinas, gimnasio, balneario y zona de hostelería y ocio.

Los primeros pasos administrativos y empresariales para construir este resort datan de 2018 pero, según claman Ayuntamiento de Cádiz y Autoridad Portuaria, el retraso de los últimos dos años no tiene más justificación que "la desidia" del Consejo de Ministros en resolver un trámite relativamente común.

El origen de la fuga del proyecto puede ser esa parsimonia burocrática o un cambio de idea de la empresa. Incluso pueden combinarse ambas causas pero la consecuencia es la misma. Puerto América vuelve a quedar muerto y vacío. Así ha estado desde su inauguración, en 1992, salvo un mes de uso.

El repaso histórico permite considerar este inmueble como ejemplo pequeño pero ilustrativo de la exasperante lentitud con la que avanzan, o no, los proyectos urbanísticos en la ciudad de Cádiz.

El alcalde Bruno García de León entendía el proyecto hotelero en Puerto América como "un símbolo de que dejamos atrás un tiempo de parálisis. Es un impulso al futuro". Ni una cosa, ni la otra.

La pequeña y negra historia de un entorno luminoso y privilegiado empieza hace 35 años. «Será como unos Juegos Olímpicos multiplicados por diez», llegó a declarar José Roldán, director del Consorcio Mundo Vela 92, creado en 1989 por la Diputación Provincial para organizar los Campeonatos del Mundo.

PUERTO AMERICA a FOTO REYNA
Panorámica con el edificio, en el centro, rodeado de un puerto deportivo, diques de contención y área de contenedores.  REYNA

Tres años después iba a celebrarse un torneo que agrupaba varias categorías olímpicas de regatas en la Bahía de Cádiz. Necesitaba una sede que luego tendría otros usos. Ahí aparece este edificio que pronto pasaría a ser fantasma.

Era una prueba deportiva de alcance mundial, que presentaría a Cádiz como el mejor campo de regatas de Europa, se unían la Junta (entonces invariablemente gobernada por el PSOE) y los ayuntamientos de Chipiona, Sanlúcar, Rota, El Puerto, Puerto Real, San Fernando, Chiclana y Cádiz.

La cita velera se hizo en primavera de 1992. En teoría, al terminar, dejaría una herencia de infraestructuras fantásticas que se transformarían en herramientas para crear riqueza, empleo, para ofrecer servicios turísticos y consolidar recintos deportivos en los que los niños gaditanos entrenaran para crecer sanos y felices.

Las palabras olímpicas de Roldán suenan ridículas 35 años después como tantas dichas en las vísperas de la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos de Barcelona.

Adaptadas a Cádiz, se referían a la repercusión y a los equipamientos que dejaría el evento, comparables, a su criterio, a los de Barcelona 92, que estaba en el horizonte y la mente de todos por entonces.

La herencia principal que Cádiz recibía de la cita era Puerto América. El edificio, en la explanada de la Punta de San Felipe más lejana a la ciudad, en suelo ganado al mar, era contiguo al puerto deportivo del Club Náutico de la capital y estaba llamado a convertirse en un gigantesco centro dedicado a la vela.

El Ayuntamiento de Cádiz, entonces bajo la dirección del socialista Carlos Díaz, recibió en 1990 una concesión por 25 años sobre la parcela de 9.400 metros cuadrados, que contaba con un edificio de cuatro alturas con una extensión construida de 7.000. Un presunto palacio consagrado a los deportes del mar.

El 19 de marzo de 1992 se inauguraba formal y parcialmente. Un Manuel Chaves con flequillo y un Felipe de Borbón casi adolescente, participante regio en las pruebas de Cádiz y en las olímpicas, aparecen en las fotos junto a las autoridades locales y provinciales.

La Ciudad del Mar (nombre pomposo y oficial que pronto cayó en desuso frente al coloquial Puerto América) lucía limpio y ordenado, aunque precipitadamente abierto.

Más de 20 hangares se llenaron de barcos y velámenes. Las 14 salas del recinto quedaron abiertas para posibles reuniones de técnicos y jueces, para ruedas de prensa condenadas a ser minoritarias.

La mitad de esas habitaciones, acondicionadas a la última tecnología de entonces (enchufes, línea telefónica y línea informática fija, no más) quedaron siquiera sin usarse una sola vez.

Grandes salas vacías, alfombradas con teca traída del lejano oriente, un toque de distinción en el diseño del arquitecto Rafael Otero para las salas mayores que ni una vez llegaron a abrirse.

Terrazas, cafetería-restaurante y comedor acristalados, sobre una atalaya que permitía observar toda la Bahía de Cádiz si la luz dejaba abrir los ojos. Una zona social y hostelera que apenas sumaría un millar de visitantes durante los 15 días de actividad que tuvo.

Porque con el final de marzo de 1992, llegó el final de Mundo Vela. En abril, comenzaron a llevarse las cosas.La mitad del recinto que había tenido actividad (una parte ni siquiera podía usarse por no estar terminadas las obras) se fue vaciando. Empezaron las promesas, las especulaciones, las dudas.

Hubo algún anuncio con sordina para darle uso deportivo nada más acabar los Juegos Olímpicos de Barcelona que se celebraban tres meses después pero aquella idea futil se la llevo la marea.

Desde entonces, sin excepción, ni por unos días, el abandono ha sido el único uso del recinto. Lienzo para grafiteros, escenario de algún consumo de drogas, de algún escarceo sexual o aparcamiento silvestre como mucho.

El abandonado edificio de Puerto América iba a ser el emplazamiento de un hotel de cinco estrellas.
El edificio abandonado, desde los pantalanes del Real Club Náutico de Cádiz.

Han transcurrido cinco juegos olímpicos, más de tres décadas, casi siete lustros. Una vez en fuga el proyecto de hotel de cinco estrellas todo sigue como se quedó pero con el peso del deterioro y el abandono.

Roturas, óxido, jaramagos, destrozos, desperfectos y suciedad por doquier. Cambió el signo político del Ayuntamiento dos veces, la Junta pasó a manos del Partido Popular, se fueron sucediendo los alcaldes, los consejeros, presidentes de la Autoridad Portuaria, de la Diputación,.

Esta última corporación, presidida por Francisco González Cabaña (PSOE), disolvió nada más comenzar el siglo XXI el Consorcio Mundo Vela.

La hemeroteca de 2004 rodea ese entierro con "supuestos impagos a proveedores, deudas desorbitadas, despilfarro, chanchullos contables, facturas infladas, viajes y gastos injustificados e inexplicables, además de una desorganización permanente» dejó dicho la por entonces diputada provincial del PP Patricia Ybarra.

Durante la década de los 90 y la primera de los 2000, un desfile incesante de proyectos fallidos, de ideas más o menos confesables: un magnate mexicano (y uno griego) haciendo visitas secretas para un hotel, la posible sede de Puertos de Andalucía, un acuarium que no llegó... Todo al traste.

Cada vez con menos reflejo en los medios de comunicación, las propuestas cada vez despertaban más desconfianza. La ciudad de Cádiz se ha acostumbrado de ese espacio inerte y el edificio se considera un monumento al abandono.

En junio de 2010, cuando el fracaso colectivo, de todos los partidos y varias instituciones, cumplía 18 años desde la inauguración, 21 desde el anuncio, hubo un amago.

Después de 25 años de cesión administrativa al Ayuntamiento, el edificio volvió en 2015 a estar bajo el amparo de Autoridad Portuaria

La alcaldesa Teófila Martínez admitió en público la evidencia de que la zona estaba «muerta» y utilizó una paliativa primera persona del plural para asumir que «nunca hemos encontrado el camino».

Tras casi 18 años de quejas cruzadas, trabas burocrácticas y planes empresariales o institucionales frustrados, el edificio abandonado parecía resucitar. Había una esperanza para dar vida lúdica, administrativa, turística, comercial o deportiva al recinto.

Tres de las administraciones implicadas en la construcción y frustrada explotación del inmueble y su entorno se ponían de acuerdo, al fin. Era junio de 2010. La consejera de Obras Públicas y Vivienda, Rosa Aguilar; Teófila Martínez; y el presidente de la Autoridad Portuaria Bahía (APBC), Rafael Barra, firmaban un protocolo de colaboración.

La consejera se hizo ministra pocos meses después y todo se paralizó por centésima vez. La concesión realizada desde la Autoridad Portuaria al Ayuntamiento expiró en 2015. En ese año volvió a control de la primera institución.

Precisamente fue la Autoridad Portuaria, ufana, la que anunció en 2018 el acuerdo con la empresa del grupo Holmes para el primer hotel de cinco estrellas en la ciudad. Seis años después, ese proyecto también se esfuma en un lugar en el que todo es humo desde 1989.

La Ciudad del Mar y su entorno, Puerto América, celebrarán en 2024 un triste cumpleaños de inactividad: 35 años sin que nadie encuentre el botón que pulsar ni el rumbo que seguir. Como en otros seis grandes proyectos urbanísticos de Cádiz que también suman más de un cuarto de siglo de indefinición y parálisis.

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'Guía Repsol', 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o tertulias de Canal Sur radio y tv, Cadena SER, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción 'Ya vendrán tiempos peores' (2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blogs como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el podcast de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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