La importancia del carnaval de Cádiz en la vida política de la ciudad no es algo menor. Sería mucho decir que una comparsa o una chirigota, por ejemplo, quitan y ponen alcaldes. Pero para entender qué es eso del imaginario colectivo del que hablan los sociólogos, los politólogos y los expertos en medios de comunicación social, en el caso de Cádiz, hay que estudiar también el carnaval.
La política es algo intrínseco al carnaval. Pasodobles reivindicativos, denuncia social... El caso más importante del último lustro, quizás, el pasodoble dedicado a José María González cuando aún era alcalde por parte de Antonio Martínez Ares, con acusaciones que en resumen venían a decir que le había defraudado.
No en vano, la aventura política de Kichi durante los últimos ocho años no podría entenderse sin el carnaval. Era un componente reconocido de comparsas de primer nivel, bajo la batuta de Tino Tovar y de Jesús Bienvenido. Conocido en Cádiz por su trayectoria y un rostro habitual de las finales, que no es poco.
Esta pasada semana, en un acto tras la junta de gobierno local, Bruno García, el alcalde de Cádiz que tomaba el relevo a Kichi tras las elecciones de mayo, lanzaba una pullita al exregidor con el carnaval como medio y con la construcción de 72 viviendas impulsadas por el Ayuntamiento. "No vamos a hacer que la gente vuelva cantando por el puente, pero vamos a intentar frenar la despoblación", decía García en referencia a la construcción de 72 viviendas públicas.
La referencia de García buscaba ir adonde más dolía. Porque era una cuarteta (una parte) del popurrí de la comparsa Los Mendas Lerendas, obra de Jesús Bienvenido donde cantaba Kichi. Esa cuarteta comienza con un "Si yo fuera algún día el alcalde, el alcalde de Cádiz...". Sería premonitorio, porque aquella comparsa se estrenó seis años antes de que Kichi se presentara a la Alcaldía y ganase, algo que ocurrió en 2015.
Y en aquella noche electoral en que Podemos arrebataba el bastón de mando a Teófila Martínez, los compañeros de agrupación del recién electo alcalde cantaron esa pieza, esa misma que incluso le había acompañado en campaña.
En aquellas letras se podía escuchar: "Que vuelvan por el puente los que un día se marcharon cargaítos con su cruz". Iba dirigida a los miles de gaditanos que durante años se iban a trabajar a otras ciudad y regiones del país por la falta de empleo en la Bahía.
Por eso, no es menor el golpe que lanzaba Bruno García. Porque, efectivamente, rendía cuentas con González y su legado. La excusa, las viviendas. Pero las rencillas, los desencuentros, las ganas mutuas, vienen de antes.
Kichi, por su parte, respondió tirando veladamente de otro elemento de esos que van donde duelen, a que García es jerezano: "Se llama Carnaval, alcalde, una letra de una comparsa en la que salí, pero para qué te lo voy a explicar si es algo de aquí y no lo vas a entender".
Un cruce que, a pesar de que González está retirado de la política institucional, podría no ser el último
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