Es un asiduo a las tertulias periodísticas que tomaron cada radio y televisión en la década anterior. Es un fijo de esas discusiones públicas propias de las mañanas de los días laborables.
Tanto, que la gente se sorprende cuando le ve: ¡Qué alto eres!. "Soy un chicarrón del Sur", responde con ironía desde sus casi 1,90 metros. "Claro, siempre me ven sentado en la tele y no se lo esperan", explica escarmentado del comentario.
La anécdota revela dos características ajenas al aspecto físico: que se ha convertido en un rostro, una voz, familiar para muchos ciudadanos y que defiende su condición de andaluz con un acento que luce con orgullo en medios de comunicación de ámbito nacional.

Javier Aroca (Sevilla, 1957) es licenciado en Antropología, Derecho y Lengua Árabe pero toda esa formación ha confluido en analista y opinador. Su trayectoria le sirvió para llenar este lunes el Aulario Constitución 1812 de Cádiz (vulgo, La Bomba).
El poder de la comunicación era el título de la charla pública ("ya me cansa oír o dar conferencias, la verdad") que contó con un llamativo número de estudiantes muy jóvenes entre los espectadores.
Pocos debates más apasionantes, dentro de la XII Semana de las Letras de la Universidad de Cádiz, que uno sobre la deriva, situación e influencia de los medios, nuevos o convencionales.
La directora general de Cultura de la UCA, Ester Trigo, José Marchena, subdirector del departamento Historia y Vicente Manuel Terenti, le acompañaron.

Antes de enfrentarse al respetable, admitía a lavozdelsur.es que el título del debate podía abrumar "porque la comunicación intimida y se ha convertido en una grandísima herramienta del poder. Más allá de cómo podamos compartimentarla, escrita, hablada, televisada o en redes sociales, que han aparecido de pronto con tanta fuerza".
Al margen de la potencia descomunal de los nuevos altavoces, es de los que piensa que las miserias y grandezas del periodismo, del ser humano, son las mismas que antes del maremoto digital: "La manipulación, la desinformación y la mentira a sueldo nacieron hace muchísimo, cuando no había redes sociales".
"Es un recurso echarle la culpa internet y a las redes"
"Uno de los recursos es echarle, precisamente, la culpa a internet y a las redes. Pero la mentira pagada y la mentira política, la manipulación, están entre nosotros desde hace siglos", detalla.
"Lo que pasa es que ahora hay una determinada faceta del poder que trata de controlarla por todas las vías: societariamente, económicamente, financieramente", señala.
"A través, por ejemplo, de la publicidad institucional. Incluso directamente, comprando medios y periodistas. Es lo más triste de todo, que hoy día hay muchos periodistas que lo están, lamentablemente".
Aunque defienda que la situación haya ido a peor, niega que la existencia de pseudomedios, libelos, rumores interesados o eso que se denomina fake news, (noticias falsas) sea un fenómeno del siglo XXI.

"Cuando alguna vez le hablo a mis alumnos y gente dispuesta a escucharme, siempre le pongo un ejemplo que, por cierto, es muy gaditano. Podría decirse que lo fake, en España, comenzó en Cádiz".
"José Bonaparte, que estuvo aquí, cuando Cádiz estaba sitiada y que era tan francés como los borbones, o sea, tampoco mucho porque era de Córcega, fue llamado Pepe Botella por su afición al alcohol. Hoy día, casi 220 años después, todos le conocemos así".
"La prensa patriótica de entonces, equivalente a la prensa patriótica de hoy, le puso de mote Pepe Botella. Pues bien, era abstemio. Aquello lo difundieron La Gaceta de Sevilla y La Gaceta de Granada, dos periódicos patrióticos que se disputaron la autoría de la manipulación".
Ese ejemplo tan llamativo y vinculado al Cádiz doceañista lo considera "una manipulación del poder. Se consintió, se hizo fuerte, sobrevive y demuestra que la manipulación ha existido siempre. Lo que pasa es que ahora quiere una fuerza tremenda".
"Ahora, la manipulación ataca a los cimientos de la democracia y se encuentra con un público alienado, mermado en su capacidad crítica, muy receptivo"
El cambio actual, para Javier Aroca, consiste en que "ya no se ataca a un rival por determinados intereses. Todos los periódicos, de una manera u otra, defienden algún tipo de interés. El nuevo problema es que ahora ataca seriamente los cimientos de la democracia y se encuentra con un público muy receptivo".
Esos nuevos consumidores de medios, que son simultáneamente emisores de información por primera vez en la historia, forman para el analista sevillano "un público alienado, mermado en su capacidad crítica y de llegar al conocimiento e interesarse por la verdad, por lo que realmente pasa".
"Ese público asiste, fundamentalmente en redes, televisión, radio y medios digitales, a la manipulación y la mentira. Prácticamente ningún medio se salva. Es un público que previamente ha sido preparado y predispuesto por su poca capacidad analítica. Acepta sin rigor lo que le cuentan".
Aroca está convencido de que la manipulación existió siempre pero su potencia y su objetivo cambian. Invita a que los ciudadanos se hagan preguntas: "Ha cambiado la fuerza y la capacidad de erosión del poder pero ¿qué poder?".

"¿Es el poder económico? ¿El financiero? ¿Por qué compra Elon Musk una red e introduce un nuevo algoritmo de inteligencia artificial?".
Aunque propone a cada usuario que busque las respuestas a los interrogantes retóricos, aporta la propia: "Si tiene la comunicación de su parte, el poder es aún más poderoso. El caso de Trump lo conocemos todos".
"¿Cómo empezó Trump? Era un multimillonario, pero no lo conocía nadie. ¿Qué hizo? Compró una televisión y un programa El aprendiz. Resultó que los aprendices éramos nosotros que no nos enteramos de quién era este fulano. Así se hizo popular, famoso y dio el salto a la política".
El tertuliano andaluz, crítico y de posturas abiertamente izquierdistas, infrecuente en los grandes medios, añade que hay ejemplos más cercanos de manipulación del poder en los medios, a través de la popularidad.
"Hay gente con mucho poder ahora que no conocía nadie pero, de pronto, compraron un equipo de fútbol. ¿Quién sabía quién era Florentino Pérez antes de ser presidente del Real Madrid? ¿O Lopera antes de ser presidente del Betis? Nadie".
"¿Y por qué el fútbol? Porque el fútbol entra diariamente en la información como un cuchillo en la mantequilla, entra en la conversación. Todo el mundo está informado sobre todo lo que pasa en el fútbol, incluso los que no le gusta. La comunicación es muy golosa para el poder".
Para cerrar el círculo de su argumentación en Cádiz, trata de fijar la evolución del fenómeno: "La gente de mi edad, por ejemplo, sabrá de lo que hablo. Algunos, no todos, leíamos un periódico, a veces escuchábamos la radio, algo de televisión, no mucho más. Todo eso sumaba un par de horas al día".
"Ahora, hoy, el poder se da cuenta de que la información le llega a todos, a todas horas, cada día, sin festivos, sin distinción entre noche y día. Las redes le llegan a cada uno, a cada teléfono en cada mano, sin límites ni horario".
Esa competencia feroz, sostiene, lleva a una especie de esquizofrenia profesional y social: "Los medios se han instalado en lo que se puede llamar el periodismo de impacto. Das una noticia, ni siquiera la compruebas pero la das, sabes que se va a dar".
"Hay una fiebre por darla el primero, eso da muchos clics, por muchos errores que tenga. Después ya habrá tiempo de rectificar. Eso es una confusión y una corrupción de la comunicación que favorece al poder, evidentemente".
Para Aroca, esta situación es síntoma de que "hemos fracasado con la educación en valores democráticos y eso nos hace más vulnerables frente a discursos autoritarios. Existen periodistas activistas contra la democracia, una revolución de la derecha".