¿Cómo es un lugar? ¿Cómo es la sociedad que lo habita? ¿Qué rasgos diferenciales tiene? "Todos los seres humanos nos parecemos, las personas comparten muchas características en todas las partes del mundo pero hay cuestiones que nos distinguen".
Esos pequeños matices, los que guardan el apasionante descubrimiento cultural y científico, son los que trata de hallar Sigrid Haug Thorsdal, una antropóloga noruega que realiza un estudio en Cádiz para la histórica Universidad de Bergen (la segunda ciudad más poblada de Noruega tras la capital, Oslo).

La primera curiosidad que podría despertar en los gaditanos su interés científico sería ¿por qué Cádiz? "Tuve la opción entre Cerdeña, alguna ciudad costera griega, pero vi publicaciones, textos e imágenes de Cádiz, ciudad que no conocía, y me decidí", detalla.
Todas las opciones eran ciudades "que parecían un paraíso y Cádiz lo es. Pero quería que fueran zonas que han vivido un impacto turístico en los últimos años". De ahí que el abanico incluyera siempre zonas marítimas del idílico, para muchos visitantes, Sur de Europa.
Haug Thorsdal (Bamble, Noruega, 1999) realiza este trabajo para culminar su máster en Antropología Social, la ciencia que trata de concretar, definir y ordenar las costumbres, "la forma en la que la gente vive su vida cotidiana en cada parte del mundo en una época determinada".
Seis meses para descifrar 2.800 años
El proceso de esta científica se alarga de enero hasta junio. Mientras se entrevista con distintos miembros de la sociedad gaditana, vecinos comunes, sin ningún cargo, responsabilidad o representación, trata de observar y atender, de captar "la atmósfera, las claves de la vida colectiva".
Esta estudiosa buscaba "una ciudad pequeña, con buen clima, atractiva para el visitante, donde todo esté cerca y donde todo el mundo conozca a todo el mundo" para poder investigar si el turismo, entre otros fenómenos económicos y sociales, ha modificado la vida diaria de sus habitantes.
En mitad de su trabajo de campo, que abarca los primeros seis meses del año 2025, es prudente a la hora de sacar conclusiones. Aún está en plena fase de escuchar, dialogar con muchos gaditanos, buscar y descubrir.
La mirada limpia le permite partir desde los detalles mínimos que podrían pasar desapercibidos a cualquier lugareño. Desde lo más alto de la Torre Tavira, por ejemplo, se asombra "de que todos los techos sean planos".
"En Noruega, como en casi toda Europa del Norte apenas existen, se hundirían por la nieve y la lluvia. Todos son de dos aguas", gesticula con las manos.
Atraída por las torres-miradores, cuya historia ya busca como símbolo del pasado comercial de Cádiz, trata de enfrentar cada día de trabajo "las expectativas y la información oficial o la publicidad con la realidad".
"Antes de llegar, me hablaban de pescado, pescadores, todo era pescado, pero la realidad que encuentro es que ese sector casi no existe en la ciudad"
"Cuando vine, creía que llegaba a un lugar seguro, precioso y encantador. Así ha resultado ser. Pero otras ideas previas no eran tan ciertas".
Entre esos desajustes destaca que sus profesores y los textos consultados le hablaban de "pescado y pescadores, marisco, más pescado, más pescadores, por todas partes, en cada foto y restaurante".
"La realidad que me encuentro es que la industria pesquera está muy reducida en la ciudad, casi no existe como sector laboral. Quizás me insistieron en Noruega porque también es un país con tradición de pescadores, por afinidad, pero he encontrado otra realidad".
Esa palabra, realidad, es la clave de su trabajo. Su afán es combinarla con "la ética, el derecho y los datos" para dar con "la zona oscura que tiene todo paraíso, aunque este lo sea". De sus primeras semanas de conversaciones con gaditanos empieza a sacar algunas conclusiones.
Por ejemplo, le hablan del esplendor de la industria naval hasta hace 40 años, con muchos miles de trabajadores en la ciudad. Ahora persiste la actividad y el prestigio del sector, con el añadido del aeronáutico y el eólico, pero con la décima parte de los empleados.
Globalización, tecnología y otros elementos han obrado el cambio que trata de conocer. El crecimiento del sector servicios, la hostelería, con su cara y su cruz es otro de los elementos económicos que ya empieza a descubrir.
"Mi trabajo es dar con los hechos actuales que marcan la vida de la comunidad aunque es muy difícil en sólo medio año acercarse a la personalidad actual de un lugar con tantos siglos de historia".

"Por ejemplo, he encontrado que la imagen de la vida lenta -slow life, frasea en un perfecto Inglés- convive con el trabajo duro. Una cosa y la otra pueden ir juntas aunque parezca contradictorio".
"Es verdad que el día no comienza a toda velocidad como en otros lugares. Hasta mediodía pasan pocas cosas. Parece no haber mucha actividad pero, aunque sea con otros horarios, la gente trabaja mucho contra el prejuicio que se aplica muchas veces a zonas como el Sur de Europa o el Caribe".
"¿Por qué se van los jóvenes?"
Tampoco se declara partidaria de "las prisas y la necesidad constante de trabajar, de ganar dinero, o sumar riquezas materiales que se observa en mayor grado en sociedades más al Norte de Europa. No creo que sea un modo de vida mejor".
El rápido envejecimiento y la pérdida de población en la ciudad es otra de las claves que le han dado y en la que piensa profundizar "¿por qué nacen tan pocos niños? ¿por qué se van los jóvenes?", quiere preguntar a varios gaditanos para entender un fenómeno que se da en muchas zonas de Europa pero no con porcentajes tan preocupantes.
El impacto del turismo es otro de los puntos de interés. "Hay muchas formas de vivirlo. La gente de la ciudad es muy amable, no parece estar contra el turismo pero hay dificultades en esa relación que empiezo a conocer en lo que me cuentan".
"La imagen de vida lenta, 'slow life', es cierta pero convive con el trabajo duro. Aunque sea con otros horarios, la gente trabaja mucho"
Su origen le permite comprender con facilidad estos sentimientos contradictorios: "Soy de un pueblo pequeño, Bamble, muy bonito. En verano recibe una invasión de turistas desde Oslo. Es el sitio para pasar el verano de los que viven en Oslo".
"Es una ciudad típica de veraneo para ellos. Así que conozco la sensación de estar en una calle de tu ciudad, en un café, en una tienda y que un día aparezcan muchas personas para hacer fotos con poco respeto aparente por los que viven ahí. Parecen querer ver, estar, pero no vivir en ese lugar".
Su vivencia en Bergen - con un fascinante puerto rodeado de casas de colores, que parece sacada de un cuento Disney- tampoco es mejor. Su pareja, Nicholas, es de esa ciudad que recibe un aluvión casi diario de cruceros y cruceristas entre abril y septiembre.

Para encontrar la "zona oscura" del carácter de Cádiz, también parte de su propia experiencia. "Los escandinavos tenemos mucha dificultad con las relaciones sociales. Somos muy cerrados, demasiado. Por decirlo en tono de broma, si un vecino te saluda, tu primera reacción es salir corriendo, qué querrá".
"Sin embargo, en la vida privada, personal, individual, tenemos mucha seguridad en nuestro presente y nuestro futuro, en nuestra economía, en los sistemas de protección a las madres, en la educación pública, en nuestra organización social. Hay algo parecido al miedo a lo social, y mucha tranquilidad en lo particular. En Cádiz, aunque me queda mucho que aprender, me parece ver justo lo contrario".
"Aquí, la fuerza colectiva es la relación social. La gente se saluda, se habla, se conoce, sonríe, te acoge, se relaciona abiertamente, sin miedo. En cambio, las familias, las personas, en privado, parecen tener algo más de temor por su economía, por su futuro o el de sus hijos, por el empleo. Es como si llevaran ese dolor oculto bajo la sonrisa y sólo lo mostraran cuando están en sus casas".
Durante la primera mitad de su etapa de estudio para la Universidad de Bergen, ha vivido el carnaval, una tradición por la que también se interesa para conocer claves históricas y culturales que le ayuden a entender el presente de la ciudad.
Le asombra la cantidad de composiciones musicales, los cientos de comentarios políticos o románticos que aparecen cada año, también las relaciones sociales entre los grupos, tantos meses ensayando, varios años, "los mismos amigos".
Respecto a lo que ha visto en la calle durante la fiesta, añade otro choque: "La cultura del alcohol. Es absolutamente distinta en Noruega y aquí. No sé si sucede en toda España o es propio de Cádiz, de Andalucía".
"En mi país sería impensable una fiesta como el carnaval, con adultos tomando alcohol en la calle abarrotada junto a niños, abuelos y familias enteras pero aquí no aparece la violencia"
Cuando se le pide detalle, lo da: "En mi país, y en buena parte del Norte de Europa, sería impensable que en una fiesta en la que habrá adultos tomando alcohol haya niños, abuelos, familias enteras alrededor de los que lo consumen, conviviendo con los que beben".
"En otras culturas del alcohol, la posibilidad de la pelea, de la violencia, es bastante alta, más frecuente. Por tanto, no expones a los niños, a tus padres ancianos, a eso. En Cádiz, en el carnaval, veía a familias enteras, muchísimos niños, en la calle, con sus padres, mientras la gente consume alcohol".
Para Sigrid, lo prodigioso es que "no aparece la violencia y casi nadie bebe hasta perder el control, no hay que proteger a los pequeños de nada. Nadie rompe nada ni aparece la pelea. Durante todo el día, los abuelos, con los nietos. Me parece un cambio absoluto respecto a la cultura del alcohol de otros países".
Ahora le queda la Semana Santa. Espera descubrir cuánto hay de religiosidad íntima y personal, cuánto de tradición, folklore y festividad pública.
Todas esas observaciones, pistas, y los testimonios que trata de reunir tienen como finalidad responder a la pregunta ¿cómo es Cádiz, con 2.800 años de vida humana documentada, ahora? ¿cómo es la vida de los gaditanos en 2025?
Con la perspectiva que dan la distancia y la mirada nueva, limpia de prejuicios, es posible que pueda encontrar respuestas en su doctorado. Ya puestos, ojalá envíe sus conclusiones a Cádiz para que los gaditanos puedan resolver, siquiera en parte, esas dos dudas eternas y universales.