El Ratoncito Pérez, ese personaje que llega por las noches y deposita bajo la almohada de los niños y niñas un regalo por la caída de algún diente, eso sí llevándose la muela o la paleta desprendida, cumple 130 años. La creación literaria más famosa e imperecedera del padre Luis Coloma, nacido en Jerez en 1851, fue este cuento con un roedor como protagonista que habitaba en una lata de galletas en la confitería Prast, situada en la calle Arenal de Madrid.
Pese a su amplia producción literaria y reconocimiento en el mundo cultural, este jerezano seguramente jamás pensó que un ratón se convirtiera en un personaje mítico e imperecedero para la infancia.
Luis Coloma escribió, además de cuentos, crítica costumbrista, biografías y escritos de carácter histórico. Pequeñeces, fue una de sus obras más conocidas, una novela en la que retrata de un modo mordaz a la alta sociedad madrileña de los años que precedieron a la Restauración Borbónica.
El Ratoncito Pérez fue un encargo de la reina regente María Cristina de Habsburgo. Quiso que ese fuera el regalo a su hijo, el futuro rey Alfonso XIII, al caérsele su primer diente. La fábula habla de un viaje que el pequeño rey Buby, apodo con el que la reina llamaba a su hijo, inicia por su reino con el Ratoncito Pérez.
Se trata de un recorrido por un mundo donde vivían sus súbditos, algunos muy pobres. El cuento enseña al futuro rey valores como la valentía, el cuidado de sus subordinados y la generosidad, lecciones que su madre quería que quedaran en la mente del pequeño heredero a la corona española.
José Ángel Aparicio, actual delegado de Educación del Ayuntamiento de Jerez, también fue durante seis años director del instituto dedicado al padre Coloma. Recuerda que en 2018, cuando el centro educativo cumplió 180 años y debido a que estaba en marcha el Aula Confucio de intercambio cultural con China, se tradujo a este idioma el Ratoncito Pérez como homenaje a Luis Coloma. Se enviaron varios ejemplares al actual rey Felipe VI "para que se los entregara a sus hijas y como recuerdo del regalo que recibió su bisabuelo".
Otro aspecto que destaca el delegado acerca del sacerdote jesuita, es que "un jerezano llegara a ser preceptor del rey, eso supone mucho", y rememora que Luis Coloma fue alumno de un instituto "que adoptó su nombre". Aparicio se expresa con alegría al destacar el calado que aún tiene en la sociedad el Ratoncito Pérez: "Es una maravilla que el cuento siga siendo un referente para los niños pequeños; es espectacular, pese a que en todo este tiempo desde su creación han salido decenas de héroes sin que ninguno haya sido capaz de romper la tradición del Ratoncito, que incluso llega hasta Suramérica y en otros muchos sitios ha sido versionado con otros personajes".
La vida de Luis Coloma no fue precisamente aburrida. Entró en la Academia Naval de San Fernando, se licenció en Derecho en la Universidad de Sevilla y se fue a Madrid para buscar trabajo con su titulación. Allí fue donde empezó a participar en círculos literarios y políticos e incluso a escribir artículos en la prensa.
En 1872 se produjo una catarsis en Coloma. Una herida de bala lo situó entre la vida y la muerte. Al recuperarse, casi de milagro, ingresó en la compañía de Jesús, ordenándose sacerdote en 1874 en Francia. Volvió a España dedicándose a la enseñanza en colegios de la Orden y empezó a escribir con una primera publicación, Pequeñeces, una de sus obras más conocidas.
José López Romero fue ocho años director del instituto Coloma, además de haber estudiado la figura de autor del cuento. De él escribió una obra dedicada a los que editó en este género literario, así como la adaptación del Ratoncito Pérez a los ‘gustos’ chinos para su tradición a ese idioma.
López explica que Luis Coloma se decidió a escribir esta fábula por "la confianza que tenía con la familia real, muy lejos de tener la intención de que se convirtiera en lo que hoy es". A su juicio, al ser los niños y no los adultos los receptores de esta, el Ratoncito Pérez ha sobrevivido al paso del tiempo.
Cuenta que es un relato de mucha ficción e imaginación, "humaniza al ratón, hace que se comporte como una persona. Con esta fórmula, Coloma bebió de las fábulas amables, graciosas y emotivas". Al mismo tiempo, pone de manifiesto que es un cuento "con mucha moralidad, al ser Coloma una persona de Iglesia, con lo que pretendía enseñar a la vez que deleitar y que entretener".
El Ratoncito Pérez seguirá entregando regalos a niños y niñas a cambio de un diente 'de leche'. Lo hará con nocturnidad y rebuscando bajo las almohadas. Esa magia hace posible que esté en todas partes y cuando tiene tiempo libre habitará su caja de galletas y su casita, que incluso se puede visitar desde 2008 en Madrid, pero también tiene una 'sucursal' muy cerca, en Arcos de la Frontera.
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