“Fue el momento en que decidí que mis prioridades iban a cambiar en la vida. Me vi tan mal, lo vi todo tan negro... Y claro, yo era una de esas mujeres en que para mí lo primero eran mis hijos, luego mi marido, la casa, y yo. Y entonces decidí que la primera iba a ser yo. De la última pasé a la primera". Y es que como ella misma dice, la fibromialgia no solo le aportó cosas malas, "también muchas positivas ¡eh!". Cuando Carmen Franco (Jerez, 1957) escogió enfrentarse a la enfermedad, en cierto modo, resurgió para vivir una nueva vida. "Ahora tengo mucha más autoestima que al principio", sonríe. Fue a partir de 2003 cuando empezó el "despertar" de Carmen. Una horrible endometriosis —enfermedad que afecta al útero— la llevó a quirófano, una operación que finalmente derivó en una peritonitis —inflamación de la membrana que envuelve la mayor parte de los órganos del abdomen—. "Estuve muy mal, al borde de la muerte". No obstante, a raíz de esa experiencia límite, Carmen comenzó a volcarse en la escritura. "Lo hice para que no se me olvidara nunca".
"En 2006, debido a una grave operación estuve casi tres meses en cama, primero en el hospital y luego en casa. (...) El ver la muerte tan de cerca me había dado fuerzas para cambiar algunas prioridades. (...) Todo esto se fue al traste cuando un buen día —digo, un mal día—, al bajarme de la cama para dar un paseo por la casa, noté como si mis pies se hubieran hinchado de una manera descomunal, los observé y no, seguían igual que siempre. (...) Pero cuando intenté levantarme, me di cuenta que esa sensación aumentaba, me provocaba dolor y me impedía andar", narra Carmen en el primer capítulo de su ópera prima literaria Despertando a mi nueva vida, en el que en un total de 44 relatos cuenta en primera persona los síntomas y los cambios que causó la fibromialgia en su vida. Un enemigo incansable con el que convive 24 horas al día todos los días del año.
Explica que el primer brote de la enfermedad le llegó tras una negligencia médica donde casi pierde la vida. El estrés constante le generó dolores musculares, vacíos de memoria reciente... ¿Qué le estaba pasando? Alzheimer o cáncer, pensó. Hasta que su reumatólogo le dio un diagnóstico claro: fibromialgia. Desconocedora de la patología, Carmen indagó, acudió a la asociación de fibromialgia de Jerez (Afije) y agarró toda la información y la ayuda que ésta le proporcionó. Confiesa que ahora comprende todo lo que le había pasado, que incluso cree que esta dolencia explica muchas cosas que vivió de pequeña —pero que ahora la enfermedad había despertado—. El verbo "despertar" le persigue, y es que según ella, antes estaba dormida... "Los psicólogos y la asociación me ayudaron muchísimo. Me ayudaron a enfrentarme a ella, lo que realmente tenía que hacer".
¿Nombra a la enfermedad en el libro?
Sí, está personalizada; pero intento obviar en todo momento la palabra fibromialgia. Verás que en todos lados la escriben en mayúscula, pero yo llegué un momento en que decidí escribirla en minúscula porque no quiero que la fibromialgia sea más importante que yo. Quiero que mi vida no transcurra a través de la fibromialgia, sino delante de ella. Sé que está ahí mañana, día y noche. Los 365 días al año. Pero procuro llevarla lo mejor que puedo.
Imagino que la escritura le habrá ayudado.
Muchísimo. Al escribir todo lo que yo llevaba dentro esa autoestima subió en mí, me di cuenta que estaban cambiando mis prioridades.
A día de hoy Carmen sufre dolores continuos a diario, tiene colon irritable, hipotiroidismo e hipertensión, dolencias que suelen estar asociadas a la fibromialgia. En un principio, al ser una enfermedad que "se lleva por dentro", le chocó la incomprensión por parte de sus familiares o gente de su entorno. "Antes, por ejemplo, una amiga —que no tiene fibromialgia— te invita a salir a tomar algo y tú te encuentras fatal y te dice: Anda ya, si tú estás muy bien, se te nota que estás estupendamente..., cuando salgas se te quita. Eso dolía, cuando tú lo estás pasando tan mal necesitas a alguien que te comprenda". No obstante, ahora la enfermedad está más visibilizada y ha encontrado más empatía por parte de los demás.
En estos casos, como ella misma expone en su libro, "lo primero que hay que hacer es aprender a decir que no y a cambiar de estilo de vida". Pero esto conlleva un dolor interno: "Decir que no es muy difícil, sobre todo cuando se trata de la familia. Me costó mucho, pero he aprendido a decir que no". Según Carmen, los temas familiares fueron los más difíciles de escribir, pero que todos terminan de una manera positiva. "Porque esa es la idea del libro, no que quien lo lea termine con una depresión más grande, sino que sepa que puede salir adelante". En parte, el objetivo del libro no es otro que ayudar y apoyar a aquellos que padezcan la enfermedad para que así no sientan que sufren en silencio. Carmen comparte que en breve publicará otro libro, esta vez de relatos cortos y también bajo la misma editorial, Círculo Rojo. Y que además, se encuentra inmersa en la escritura de la segunda parte de Despertando a mi nueva vida, donde anticipa que tendrá una mirada mucho más positiva, ahora que ya ha podido concienciarse y asimilar la enfermedad.
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