Hace casi veinte años, en 2002, un tal Francisco Ramírez llamó por teléfono a la sede local de la CNT en Jerez. Francisco, un antiguo militante del Sindicato del Campo de la CNT, se ponía en contacto con la agrupación local del sindicato anarquista para hablarles de las Bases de Trabajos Agrícolas de 1936, un extinto documento que a modo de convenio colectivo establecía una serie de condiciones laborales. "Esta es la línea que tienen que tomar los trabajadores del campo" espetó el antiguo jornalero a Francisco Cuevas, ex secretario local de la CNT, en una de las quedadas que tuvieron en el barrio de La Granja. Allí residía también su primo, Antonio Alvarado, que era quien conservaba el documento original. El antiguo militante anarquista hizo copias en formato de octavillas y hoy la CNT ha querido reeditarlo en formato PDF para darlo a conocer entre investigadores y la ciudadanía general.
"Nos sorprendimos y se lo pasamos inmediatamente a (el historiador) José Luis Gutiérrez Molina", declara Francisco Cuevas, que recuerda el interés que tenía Francisco Ramírez en que se publicaran las Bases de Trabajos Agrícolas. "Lo difundía y lo recordaba con mucho orgullo", comenta sobre el jerezano. Nació en 1906 y a la edad de 7 años comenzó a trabajar en el campo con su padre, haciéndose un oficio como guarda de ganado y cabestrero, llegando a trabajar en la ganadería del poeta Fernando Villalón. A los 14 años ya estaba afiliado a la CNT y al plantar cara a un esquirol en una huelga, tuvo que salir huyendo del cortijo. Activo en las huelgas de los años 30, combatió en la Guerra Civil, siendo condenado a un batallón de destino y exiliándose en México, motivo que le debe su apodo de El Mejicano. No fue hasta finales de la década de los 90 cuando regresó a Jerez, falleciendo en el año 2006. La CNT le recuerda en un libro sobre su vida, publicado en 2012.
Dirigentes de los Sindicatos campesinos de la CNT. Sentados, José Tejero, que firma el documento, Diego Martínez, Sebastián Oliva. De pie, Antonio Gago y José Ballesteros.
Francisco Ramírez pertenecía a ese universo jornalero de los años 30, que había conseguido unos derechos laborales inimaginables apenas unos años antes. "Para trabajar en un cortijo la afiliación a la CNT era obligatoria", explica Francisco Cuevas que asegura que había "un control obrero del trabajo" pese a que las propiedades del patrón se mantuvieran. Así, en cada cortijo o gañanía, había un delegado del sindicato anarquista, que llegó a tener en la época más de 30.000 afiliados en la provincia de Cádiz. Las Bases de Trabajos Agrícolas de 1936 hablan precisamente de ese poder de la fuerza sindical libertaria y de los jornaleros andaluces. "Lo de las 6 horas y media para nosotros es una utopía", bromea Cuevas. "Aunque los propietarios fueran propietarios y pagaran, los trabajadores llegaron a tener un gran poder. Los jornaleros tenían la sartén por el mango en aquel momento y eso explica el golpe fascista del 18 de julio, que sucede varias semanas después", añade. Las Bases de Trabajo Agrícola fueron firmadas tras una importante huelga jornalera el 27 de junio de 1936, en un momento de efervescencia política sin precedentes en la Historia de España.
En el documento, que vio la luz en abril de 2003 en una primera edición de la CNT, se establece además de la jornada laboral de 6 horas y media, la abolición del trabajo a destajo, el despido pagado o incluso, entre otras muchas medidas, la remuneración a los trabajadores del campo en el caso de suspender el trabajo por las inclemencias meteorológicas. "Cuando por las condiciones atmosféricas, entre ellas el levante, no se pudiera trabajar, el patrono abonará a cada obrero una peseta, durante tres días como máximo, y los obreros tendrán la obligación de permanecer a la disposición del patrono hasta el mediodía". sostiene el artículo 44.
El ministro Indalecio Prieto en Jerez.
Las bases dejan en el conjunto de sus artículos muy reguladas las funciones de los trabajadores y de los patronos, prohibiendo el trabajo a mujeres y niños, y teniendo cuenta hasta los mayores y las personas con algún tipo de movilidad reducida, como reza el artículo 8. "Los sexagenarios o con manifiesto defecto físico, como mancos, cojos, baldados, etc., a los que se ocupa en trabajos especiales, serán de libre contratación. En los trabajos agrícolas no podrán ser empleadas mujeres o niños, excepto las viudas, huérfanas y huérfanos, que no tengan quien se lo gane. Estos trabajadores sólo podrán ocuparse en los trabajos especiales o que de ordinario se han dedicado".
Una ilustración del asalto campesino a Jerez, en el siglo XIX.
Esta especie de convenio colectivo que supone las Bases de Trabajo Agrícola de 1936, no son sin embargo una singularidad de la campiña jerezana. La Segunda República, y en especial los meses de gobierno del Frente Popular, se caracteriza por una serie de avances laborales que se reflejan también en otros documentos de la época, como el convenio de la construcción de Sevilla. Unas mejoras en las condiciones de trabajo de las clases populares que fueron truncadas por el golpe sublevado. Pese a las experiencias revolucionarias de la Guerra Civil, tres años después España se sumiría en una larga noche en la que se borró de la memoria colectiva la lucha por la dignidad de miles de trabajadores como el jerezano Francisco Ramírez.
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