El amigurumi es una modalidad del crochet que consiste en crear figuras tejiendo la lana. Se trata de un término de origen japonés que se relaciona con el "regalo" de una parte de la personalidad de su fabricante. Parte de la cultura kawaii —adorable— nipona, es una técnica que se ha exportado a occidente y que ha desarrollado diferentes vertientes. En Jerez, Marta Ruso consiguió especializarse en amigurumi aprendiendo de forma completamente autodidacta.
"Fui cogiéndole al truco viendo multitud de tutoriales en Youtube", cuenta a lavozdelsur.es. Esta jerezana de 38 años ha pasado por diferentes trabajos pero reconoce que no se sentía a gusto en ninguno. Sin embargo, cuando descubrió el mundo del amigurumi quedó prendada de lo que vio. "Es un concepto muy bonito, como entregar una parte de ti mismo a la otra persona. Me gustó y decidí aprender a hacerlo", explica.
Curiosamente de pequeña había tenido escarceos con el oficio de tejedora, ya que su madre tejía y quiso enseñarle los patrones básicos, algo que no dio demasiado resultado. "Conseguí tejer una bufanda y mucho es. No sé si es que no sabía explicarse o que yo no tenía interés pero en aquel momento no aprendí prácticamente nada", reflexiona.
Pero como la vida da muchas vueltas en torno a 2011 Marta comenzó a formarse por su cuenta para aprender a hacer crochet. Lo hizo de forma online e incluso llegando a traducir textos de tejedoras angloparlantes, algo loable tratándose de un proceso manual que requiere de mucha maña y paciencia. De hecho, Marta admite que "soy muy cabezona. De no haberlo sido no habría llegado hasta aquí porque al principio los pasos que seguía no daban el resultado que deberían. Lo intentas, te sale mal, lo vuelves a intentar... pero me empeñé y conseguí sacarlo adelante".
Una vez consiguió dominarlo, comenzó a crear contenido didáctico a través de internet, utilizando diferentes plataformas -blogs, tiendas de artesanía...- para enseñar a otras personas a seguir los patrones que ella había utilizado para dar vida a sus diseños y lo cierto es que le fue realmente bien, consiguiendo contactar con muchas personas y creando una importante comunidad de amantes del crochet y el amigurumi.
En absoluto se trata de algo sencillo de manejar. Es una técnica que cuenta con varias piezas sobre las que trabajar que posteriormente van a unirse, por lo que hay que estar muy atentos a los cierres de seguridad, a cómo rellenar el muñeco, tienes que saber coser... "son muchas cosas, o te las enseña alguien o es muy complicado. Requiere de muchos años haciendo y deshaciendo", sentencia, agregando que "tienen la gracia de lo artesanal, aunque usemos el mismo patrón no va a salir el mismo resultado porque cada persona tiene su forma de tejer, de coger el punto más o menos apretado... el resultado es único y eso también se valora, en mi caso, siento que los muñecos que hago son parte de mí".
En 2021 Marta tuvo la oportunidad de expandir su proyecto, ya que una amiga que se dedicaba a la venta de productos para tejer decidió cerrar su negocio para dedicarse a otros menesteres. "Puso todo el material del que disponía a la venta y yo tenía algo de dinero ahorrado así que decidí comprárselo todo", cuenta. Así fue como puso en funcionamiento su tienda online, que arrancó en enero de 2022 una vez completó el papeleo para figurar a todos los efectos como autónoma.
Una comunidad unida y colaborativa
Esta emprendedora jerezana tiene claro que sin sus clientes no habría conseguido lo que hoy en día tiene. "Es cierto que con la subida de los precios y con los gastos de autónomo no obtengo beneficios importantes, pero la gente que me conoce de hace tantos años está ahí y son quienes me ayudan a mantenerme en esta época tan complicada", asegura.
Desde que abrió su tienda online ha centrado sus esfuerzos en la venta de material para tejer, por lo que ha aparcado un poco sus contenidos didácticos. Aún así valora muy positivamente la proactividad de las personas que conforman la comunidad que han formado y que siempre están dispuestos a participar en diferentes propuestas. Sin ir más lejos, destaca un proyecto conjunto en el que enseñó a sus alumnos a tejer una muñeca de tamaño mediano y una serie de trajes para poder vestirla. "El resultado fue muy gratificante. La muñeca estaba sembrada e invertimos mucho tiempo en hacerla", recuerda, añadiendo que "puede que sea la creación a la que más cariño le guardo".
A pesar de que sus clases han quedado momentáneamente en stand by, Marta continúa ofreciendo propuestas a sus alumnos y amigos. Una de las más interesantes son sus rifas tejeriles, que lleva a cabo todos los viernes en su perfil de Instagram. El premio para el ganador es un lote de productos para tejer y las papeletas tienen un coste de un euro. "No gano gran cosa con los sorteos, pero es una forma de darme a conocer", indica.
Porque al ser el suyo un negocio que funciona exclusivamente a través de internet la forma de captar clientes es muy diferente que si contara con una sede física. "Las redes sociales me pueden ayudar a fidelizar clientes y a hacer que quienes no sepan lo que hago puedan encontrarme, tengo muy claro que esto es realmente necesario para tiendas online como la mía y por eso intento ofrecer cosas para que visiten mi página web y se animen a participar en lo que hago, porque así también se pueden enterar otras personas", añade.
Al final lo que intenta es mantener un movimiento constante para asegurar que su nombre vaya moviéndose por la red. Por su amplia experiencia ya cuenta con una clientela fiel y fija, pero desea ampliarla y llegar a nuevas personas que puedan estar interesadas en aprender los secretos del crochet creativo. Marta admite que actualmente se ve un poco superada por la necesidad de llevar al día su portal digital y de atender a los encargos que recibe a la vez que propone rifas y otras actividades, pero es consciente de que "no queda otra. Al final busco lo mismo que todos, tener un trabajo que me permita vivir en condiciones". "Tengo este proyecto que me gusta y espero que siga creciendo", concluye.