El divulgador ameno
A Ángel León Panal (Jerez, 1986) le gustaban los animales desde muy pequeño, se bebía los documentales de La 2, y ese disfrute terminó por convertirse en su modo de vida. Cuando tuvo que elegir carrera, optó por Biología.
Se licenció por la Universidad de Sevilla, pero lo que le motiva es la divulgación, de ahí que cursara luego el máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental impartido por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Ahora, trabaja como escritor de divulgación científica, redactando de forma muy amena y atractiva contenido sobre ecología y biología para diferentes editoriales y medios de comunicación. León Panal es editor del proyecto Myrmarachne, un espacio para conocer la vida en la Tierra, donde divulga con titulares tan llamativos como Las ballenas mantienen vivos los océanos gracias a su orina o El pez que lleva el espíritu de La princesa Mononoke en sus mejillas.
El biólogo jerezano es autor de los libros Historia de las especies invasoras (Editorial Guadalmazán, 2021) y, más recientemente, Historia del Cambio Climático (Guadalmazán, 2024), donde abarca la historia de su descubrimiento, su alcance y el futuro que le espera al planeta.
"En mayo de 2016, en la Bahía de Hudson, un cazador inuit abatió un oso polar inusual. Sus patas, en lugar de ser blancas, eran castañas. Tras un análisis más exhaustivo, se descubrió que el animal también tenía zarpas más grandes de lo normal y una cabeza que recordaba a la de un oso grizzly". Es parte de la sinopsis de la última obra de León Panal.
Lo que puede parecer una anécdota, es un ejemplo de las consecuencias que está teniendo el cambio climático, y que León Panal recoge en su libro, presentado esta semana en la sede del club montañero Sierra del Pinar de Jerez.
Pregunta. ¿Cómo nace la idea de este libro tan ambicioso?
Respuesta. El libro nace con la idea de contar cómo está afectando el cambio climático a la biosfera. Empecé documentando algunos cambios en los ecosistemas, como la migración de especies que se están yendo hacia el norte, o hacia los polos. O, por ejemplo, cómo peces de zonas tropicales se están desplazando hacia el norte. O cómo afecta al ecosistema donde habitan los osos polares. Quería contar todo eso, los cambios de la biosfera debido al aumento de un grado de la temperatura de la tierra. Conforme iba haciendo el libro me daba cuenta de que había muy poca bibliografía sobre el origen antropogénico del cambio climático, y se me ocurrió meter un par de capítulos contando esta historia científica. Pero conforme iba indagando, iba encontrando cosas más interesantes, historias curiosas, y al final tuve que cambiar todo el esquema del libro. Se convirtió en la historia del descubrimiento científico.
"En el siglo XIX se pensaba que el clima era estable, que no había cambiado a lo largo de la historia"
P. ¿Es un libro para todos los públicos?
R. El libro contiene una historia científica, pero no es un ensayo ni es un libro de conceptos científicos abstractos o académicos. Lo que pretendo es contar una historia de cómo se van añadiendo ideas a una teoría. Eso implica conocer personajes, contar un poco sobre su vida, por qué se metieron en ese tema, las hipótesis que van surgiendo y cómo se van acumulando o descartando hasta que nace la idea del cambio climático. En el siglo XIX se pensaba que el clima era estable, que no había cambiado a lo largo de la historia de la Tierra. Pero se empieza a descubrir que sí ha cambiado, y estudiando por qué cambia el clima, se descubre colateralmente que el ser humano podría estar provocando este cambio.
P. ¿Es un libro que busca despertar conciencias?
R. Sí, ese es prácticamente el objetivo de mi trabajo. Yo soy divulgador científico, mi objetivo es generar cultura científica. Cuando se habla del cambio climático y aparecen argumentos negacionistas, muchas veces se sustentan en la falta de cultura científica. Con proyectos como este libro lo que pretendo es mostrar cómo se construye la ciencia para que el lector adquiera esa cultura.
P. Si en el siglo XIX se empieza a hablar de cambio climático... ¿Qué hemos hecho desde entonces?
R. A mediados del siglo XIX se pensaba que el clima no podía cambiar. Desde la creación de la Tierra se creía que había sido más o menos estable. Pero una serie de naturalistas y geólogos empezaron a ver pruebas en América del Norte o Europa que indicaban que hubo una Edad de Hielo. Al principio no se aceptó, hubo debate científico hasta que se demostró. Entonces se abrió otro debate: ¿Por qué se inician las Edades de Hielo? Aparecen hipótesis como las variaciones astronómicas de la Tierra, la actividad volcánica… Todo eso lo cuento en el libro. Y de forma colateral, en 1898, un científico sueco, Arrhenius, se da cuenta de que el CO2 es un gas que podría provocar una glaciación, y concluye que el ser humano puede provocar un calentamiento. Lo curioso es que para él era una buena noticia. Pensaba que iba a mejorar la agricultura en Suecia.
P. ¿Cree que se está comunicando lo suficiente sobre el cambio climático? ¿Es efectivo lo que se está haciendo?
R. Cada vez se habla más del tema, pero aun así, hay que hablar mucho más para que el mensaje cale. Ha habido una contracampaña muy fuerte para que ese mensaje científico no llegue, y han enturbiado el debate en ciertos sectores de la sociedad.
"Estoy en contra de debatir con negacionistas en televisión, porque estás equiparando el conocimiento"
P. ¿Cómo se combate ese mensaje negacionista? ¿Se puede luchar de forma efectiva contra la desinformación?
R. Desde la divulgación científica se intenta investigar cuáles son las mejores estrategias. Por ejemplo, yo estoy en contra de debatir con negacionistas en televisión, porque estás equiparando el conocimiento. Lo que sí se puede hacer es generar cultura científica, espíritu crítico. Hay que hablar con esas personas, ver qué argumentos tienen y desmontarlos. Muchos repiten siempre los mismos argumentos, y por fortuna hay sitios donde se pueden consultar y rebatir fácilmente.
P. Aunque el problema es que no todas estas personas quieren informarse, ¿no cree?
R. Exacto. A mí me gustaría entender qué lleva a esas personas a posicionarse así. Muchas veces tienen un esquema mental muy sólido y admitir el cambio climático supone romper ese esquema. A veces entran también teorías conspiranoicas o religiosas. Es complicado, pero tenemos que hacer el esfuerzo desde la ciencia y el periodismo.
P. A nivel comunicativo, hay que moverse en el equilibrio entre informar y no vender un escenario apocalíptico, para que la gente no se 'rinda'...
R. Totalmente. Es difícil, incluso para nosotros los divulgadores. A veces se nos escapa un tono pesimista, pero hay que mantener un equilibrio. Saber en qué posición nos pone la sociedad y qué tipo de mensaje mandamos. Hay que ser optimista cabezota.
P. ¿Es optimista, pese a todo? ¿Se puede frenar?
R. Yo soy un optimista cabezón. Hay momentos en los que te vas al pesimismo, como cuando ves que los arrecifes de coral podrían desaparecer. Eso te parte el alma. Pero aun así, hay que seguir luchando.
"Las cumbres del clima dejan un sabor agridulce, pero son el único mecanismo global que tenemos"
P. Aunque haya grandes corporaciones, e incluso gobiernos negacionistas, que se opongan…
R. Sí, es complicado. Pero hay muchas pequeñas palancas desde donde podemos actuar: cambiar hábitos de consumo, transporte… Y votar. Tenemos esa herramienta. Si conseguimos gobiernos comprometidos, podemos influir en las decisiones que se toman en las COP, las cumbres climáticas.
P. ¿Cree que esas cumbres son útiles?
R. Dejan un sabor agridulce. Parece que se podría hacer más, pero hay países con intereses en frenar avances. Aun así, es el único mecanismo global que tenemos y necesitamos que todos los gobiernos estén en el mismo barco.
P. Las borrascas de este final de invierno, ¿son atribuibles al cambio climático?
R. Como divulgador no te puedo dar una respuesta exacta, porque no soy climatólogo. Pero sí sabemos que con el cambio climático los fenómenos extremos —olas de calor, lluvias torrenciales, sequías, incendios— se incrementan en intensidad y frecuencia. Se le mete más energía a la atmósfera, y eso la vuelve más inestable. Que esta borrasca concreta esté o no relacionada, eso lo dirán los estudios de atribución que se hacen después con modelos climáticos.
P. Hay meteorólogos, como el brasileño Carlos Nobre, que dicen que una persona nacida en los años 60 va a vivir en su vida unas 5 o 6 olas de calor y una nacida en 2020 unas 30 olas de calor. Es un dato tremendo.
R. Exacto. Con el cambio climático se incrementa la frecuencia e intensidad. Por eso es tan importante mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el CO2. Cada décima de grado cuenta. También hay que invertir en estrategias de adaptación para lo que ya viene.