El sol aprieta en la barriada La Corta, al sureste de Jerez. A orillas del río Guadalete, un grupo de personas está a punto de vivir una divertida experiencia. Navegar paleando en equipo en un barco dragón es el plan de las personas que se han acercado a este ‘club náutico’.
Entre ellas, el teniente de alcaldesa de Turismo y Promoción de la Ciudad, Antonio Real, y Antonio Mariscal, presidente del Clúster Turístico Destino Jerez, entidad organizadora de la actividad. Descubrir esta modalidad de piragüismo de origen chino, con más de 2000 años de antigüedad, y los secretos del río, es la propuesta para celebrar el Día Mundial del Turismo. Durante la semana, Jerez, además de ofrecer visitas guiadas, degustaciones gastronómicas y catas, da a conocer esta alternativa de ocio que visibiliza la potencialidad del río.
Como dijo Mariscal, “los jerezanos podrán descubrir que un río al que hemos dado la espalda mucho tiempo, nos puede dar muchas alegrías en el futuro”. Ataviadas con chalecos salvavidas de colores, morado para medianas y naranjas para las más pequeñas, las personas participantes están listas para admirar los parajes de este patrimonio natural desconocido para muchas.
“Hay gente con miedo de un río y gente que ama al río, hay que respetar a todos. Hay gente con experiencia y sin experiencia”, explica Lars Walker, el sueco de 60 años que tras dejar el deporte de élite fundó esta empresa de turismo activo.
El sonido de la naturaleza invade el lugar. Los pájaros pían y la brisa provoca el choque de las ramas mientras este empresario natural de Solna, en Estocolmo, explica cómo adentrarse en un paraje que “no parece ni Jerez”.
Las dos embarcaciones disponibles están preparadas para recibir a 20 palistas cada una. “Yo empecé como vosotros y acabé siendo campeona de España”, ríe Inés Santamaría, mientras las familias, parejas y compañeras de trabajo suben a bordo.
Esta sevillana de 18 años, canoísta de alto rendimiento, que acumula distintos méritos, es la encargada de dirigir la dirección. “Hace dos meses quedamos subcampeonas de España”, comparte con lavozdelsur.es la deportista, que compite con su equipo del Club Náutico de Sevilla.
En la cola del otro barco dragón está Marta Tejada, también sevillana y campeona de Europa en esta modalidad. Las campeonas marcan el ritmo de la travesía. “Tenemos que ir todos a la par. También es muy importante el impulso de las piernas, no es solo remar con los brazos”, indican.
A lomos del imponente dragón rojo, el grupo, en el que solo se distingue una niña -el resto son adultos- lanza sus impresiones en voz alta. “Huele a Avecrem”, dice una sin parar de remar. El agua del Guadalete alivia el calor sofocante en los 16 kilómetros navegables, desde La Ina hasta el azud de El Portal. Pero el barco recorre la mitad.
A medio camino se divisa un monumento característico de Jerez. Entre las hojas de los eucaliptos se asoma el monasterio del siglo XV donde pasan su vida de clausura las hermanas de Belén. La Cartuja queda atrás a medida que el barco surca el río, cada vez más rápido.
“El que espera un río con agua clara no lo va a encontrar. Pero no está sucio. Los niños de la barriada vienen a bañarse sin problemas”, comenta Larks, que disfruta junto a Inés del paisaje y la tranquilidad que brinda un enclave apenas transitado. Las palas acarician el agua. Uno, dos, uno, dos. El grupo se esmera en coordinarse para que el barco no se desvíe del camino. “Mañana vas a parecer Popeye, verás el brazo que se te va a poner”, dice una madre a su hija.
Entre bromas y ejercicio al aire libre, los participantes saludan al barco dragón con el que se cruzan y conocen un lugar que “parece el Amazonas”. También se dejan llevar por la paz que brinda la zona.
Algunas de las asistentes ya habían probado esta actividad, mientras que otras lo hacen por primera vez. “Yo ya la había hecho con mi niño”, dice una vecina. “Yo lo conocía, pero nunca me había montado”, añade otra.
La ruta está llegando a su fin. En los últimos 20 metros nos deslizamos y la cabeza del dragón se detiene en la orilla, donde apenas hay profundidad. La embarcación se queda varada por el fango y el grupo tiene que maniobrar para atracar como es debido. Marcha atrás y la ayuda de Marta para finalizar un paseo “muy agradable” que ha dejado al grupo con las camisetas bien sudadas y un bonito recuerdo.
Una excursión para pasarlo en grande, en plena naturaleza y palpar algunos rincones de Jerez no tan conocidos.