Posiblemente sea el último campanero que sigue haciéndolo de forma manual —oficio declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad—, al menos en las iglesias históricas de Jerez, que, en su gran mayoría, han cambiado a la automatización del tañido.
Jesús Cano es el sacristán de la iglesia de San Marcos. Cumple 40 años este 2023 involucrado en este templo en diferentes funciones, aunque son 24 los que lleva ejerciendo como sacristán, tras tomar el relevo del recordado Pepe Soto. De él aprendió todo lo necesario para cumplir con la intensa labor que implica esta responsabilidad.

Como sacristán, hace lo que antaño hacían tres personas: el crucero, que portaba la cruz parroquial cuando la hostia consagrada salía del templo a la casa de algún enfermo, el campanero que como su nombre indica solo se ocupaba del tañido, y el sacristán que es el ayudante principal del sacerdote. De estas tres figuras solo subsiste la última, algo así como ‘hombre para todo’. También es el mayordomo de la Hermandad de la Cena.
A San Marcos no ha llegado la automatización, pese a que recientemente concluyeron obras de consolidación de algunas zonas del templo. Se sigue tocando a mano a través de una cuerda que va desde la sacristía hasta la espadaña. Si algún vecino interrumpió hace unos días el sueño porque no había quien desactivara el toque de campanas en la madrugada, no fue por las de San Marcos.
En San Marcos hay cuatro campanas y todas tienen sus nombres. La más grande, el ‘Padre’ en la jerga de los campaneros, se llama San Marcos; la ‘Madre’ es la mediana, que se llama Santa María de la Paz; la más chica, la ‘Hija’, llamada de San José, y la última, la de más arriba, el campanil, se llama San Cayetano. Todas datan de los siglos XVII y XVIII.

“Solo siguen sonado diariamente a la hora del Angelus y la misa parroquial”, señala Cano. Hay otros toques especiales, como cuando se desarrollan cultos extraordinarios, cuando sale el Corpus, el Jueves Santo y el Domingo de Ramos, entre otras fiestas. “El de misa son 30 toques seguidos, el del Angelus es un repique que se toca repetidamente”, explica el sacristán.
La rehabilitación y automatización mas importante llevada a cabo en un campanario en Jerez fue el de la Catedral. Se bajaron todas las campanas, se repararon estas así como las sujeciones a la estructura de la torre y se automatizó, dejando para el olvido el volteo manual. Esta intervención tuvo un elevado coste dado que en España existen pocas empresas especializadas.

La escasa industria 'campanera'
Una de ellas se ubica en Barcelona: Campanas Ermec, cuyo gerente, Jordi Rovira, comenta a lavozdelsur.es que, “a día de hoy, la automatización es algo generalizado porque el oficio de campanero casi ha desaparecido”. Rovira explica que usan un sistema patentado por ellos que reproduce exactamente el mismo sonido que si se hiciera a mano, "va por impulsos, cadenas y electrónica”.
El coste de llevar a cabo esta modificación es elevado. Primero tienen que comprobar que las campanas están en buen estado a lo que sigue determinar qué tipo de automatización se elige, “si solo es colocar martillos y una central que los accione. Otra cosa es voltear las campanas en lo que se tiene en cuenta, además del peso de la campana, sus dimensiones, el número de campanas…”.

Esta tecnología está tan avanzada que permite programar los diferentes toques diarios y extraordinarios dado que "se puede cambiar desde nuestra central según las necesidades”. O sea que se programa a distancia por internet por lo que se puede cambiar, anular, modificar… en definitiva, hacer lo que se quiera a gusto del cliente.
Al coste de implantar esta tecnología en un campanario o espadaña, estructuras sometidas a los rigores meteorológicos, por lo que su resistencia es especial, se le debe sumar los accesorios necesarios. Estos materiales, como martillos, poleas, cadenas y demás elementos solo se producen en Bélgica, el más importante en calidad, también en Francia e Italia.