La capilla de los Desamparados es una edificación que antaño se situaba a la salida de la ciudad en el camino de Arcos. Estaba asentada en tierra albariza, de ahí el sobrenombre del barrio al que está unida, la Albarizuela. La capilla, por el siglo XVII, estaba en un descampado, cercana un cementerio judío, y venía a ser un lugar en el que el viajero se encomendaba a la Virgen para tener un buen viaje, que en aquellos tiempos, lo de echarse a los caminos, no era asunto baladí.
La Hermandad de la Coronación celebra este año un siglo de su llegada a esta capilla, que estaba en cerrada al culto. La cofradía puso así fin a un largo periplo que le llevó a establecerse en diferentes de sedes canónicas –San Agustín, Catedral– hasta que en 1925 logró asentarse en Los Desamparados gracias a la cesión de sus dueños y primitivos promotores de su construcción, la familia Villacreces.
Es una capilla con planta de cruz griega que tiene en la cabecera un retablo tallado y dorado de finales del siglo XVII, y contiene pinturas de Alférez Cordobés. En la crónica histórica de la hermandad se cuenta que las imágenes del Señor y de la Virgen son trasladadas el 4 de agosto de 1924 y en 1925 la cofradía hace su salida desde este templo, concretamente el Lunes Santo, después de doce años sin procesionar.
Ahora se llega a cien años que han estado marcados por una constante evolución y crecimiento de la hermandad, que desde su llegada a este recinto transcurre por una senda de estabilidad. De hecho, los acontecimientos más notorios de la cofradía tienen su marco en los Desamparados, una capilla sobre el que el paso del tiempo fue dejando su huella.
En 1998 se iniciaron trabajos de restauración, interviniendo de forma prioritaria en las cubiertas, que presentaban el mayor daño y que hacía peligrar la estructura del edificio. Esa misma obra se aprovechó para cambiar la solería antigua por otra de mármol en blanco y negro, la actual, –los colores corporativos– y la construcción de un camarín para el Cristo de la Coronación de Espinas.
En estos cien años, los Desamparados ha pasado a ser una referencia absoluta en la geografía cofrade jerezana, lugar de gran sabiduría cofradiera y sede de una hermandad con un carácter propio, definitoria de estilo y formas, siendo de las primeras que rompieron las viejas formas para lanzarse a la sevillanización a la que se fueron uniendo casi la totalidad de las hermandades jerezanas.