No cabe duda que el paso de palio de La Piedad es una auténtica maravilla se mire por donde se mire. Es atrevido decir que es el mejor de Jerez, teniendo en cuenta lo mucho y bueno que hay en la Semana Santa local.
Por Jerez se pasean palios admirables, pero el del Calvario es único en su estilo. Aún más desde que la hermandad, siendo Enrique Espinosa hermano mayor, decidió incorporar el Duelo ante la Dolorosa y se restaurò al completo. Esta decisión dio otra dimensión a un conjunto único que no tiene parangón.
Es necesario estar de acuerdo con la evaluación que hacen los expertos sobre este palio: uno de los más singulares y llamativos de los existentes en la globalidad de la Semana Santa, gracias a una conjunción de detalles que lo hacen único.
Como punto de partida nos encontramos ante una imagen de un enorme valor artístico y devocional, realizada en 1718 y atribuida a Ignacio López que, por cierto, tras entregar la hechura de La Piedad, falleció en su ciudad natal de El Puerto de Santa María. La imaginería del Duelo y del San Juan datan del siglo XVIII, posiblemente tallada por el mismo autor.
En 1930 se compró a La O de Sevilla el actual palio, bordado entre 1891 y 1892 por las hermanas Antúnez. Fue restaurado en 1992 por el taller de Fernández y Enríquez. El sobrefaldón es del taller valenciano de Julio Brillo, con broches de Esperanza Elena Caro. La orfebrería, desde la corona hasta resto de las piezas, llevan el sello de los talleres de la saga de los Seco, excepto los candelabros de cola que son de Lorenzo Jiménez Rueda.
¿Cómo se ponía en las calles La Piedad antes de ese 1930? Las crónicas cuentan que la hermandad mantenía un estilo muy de aquí, similar al Traspaso con cargadores vistiendo túnica y toca. Se relacionaba con otras existentes por aquellos años como la del Nazareno o la del Cristo. Incluso hermanos de estas dos cofradías iban a Calvario y viceversa.
El palio era muy básico. Salía con toda la imaginería: las tres marías, María Magdalena y San Juan, sin candelería -solo unos guardabrisas ante la Dolorosa- y unos ‘adornos’ florales muy básicos, con coronas de flores en el remate de los varales,algo muy común en auqeeloos tiempos. Era un palio sencillo en su bordado y con cinco varales. Estos datos perviven gracias a las fotografías antiguas que se conservan.
Gracias a ellas podemos descubrir cómo era aquella Semana Santa y, en el caso particular de La Piedad comprobar que, pese a todo, fue y sigue siendo una devoción de referencia en Jerez. Antes salía con lo mejor que se podía y ahora se sigue con esa misma filosofía. Aún más, cuando la propia hermandad, en pleno siglo XXI, sigue conservando ese abolengo que le ha dado su larga historia.
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