"Todo lo que tú veas físicamente no tiene nada que ver con lo que nos está influyendo mentalmente". Son palabras de Rafael Calvente, uno de los vecinos de la barriada de La Asunción, que llevan ya cuatro años luchando con la rehabilitación de sus bloques.
Detrás de las obras paralizadas, las declaraciones de la Junta de Andalucía de porcentajes, expedientes "completados" o "abonados" y problemas que se están "solventando", según afirmaba la consejera de Vivienda; detrás de unas paredes pintadas de forma, cuanto menos, cuestionable, y con cables sin recoger, viven más de 600 familias, muchas de ellas en situación vulnerable, a las que la incertidumbre y la frustración están asfixiando.
En uno de los tres bloques a los que llaman "de los patios", que ocupan las calles Nuestra Señora del Mayor Dolor y Nuestra Señora de la Confortación, Rafael y Juan, otro vecino que es presidente del bloque, explican a lavozdelsur.es el asunto de la posible devolución de la subvención de fondos ITI, que se concedió para la rehabilitación de 93 bloques, y cómo está afectando este hecho a los vecinos.
El 30 de junio cumple el plazo para la finalización de las obras y de los expedientes y, si esto no sucede, temen tener que devolver los fondos de su bolsillo. "No sé lo que van a hacer con nosotros, porque el 30 de junio se termina el plazo para justificar los gastos, y nos pueden obligar legalmente a devolver el dinero recibido. En este bloque son 50.000 euros, que tendrían que devolverlo, a 7.000 y pico cada vecino, y el mío una cantidad aproximada", explica Rafael.
"Yo tengo una depresión de la hostia, si yo que gano 1.000 euros al mes me dicen que tengo que devolver 5.000...", añade este vecino, sin poder continuar por las lágrimas, que le entrecortan la voz. "Es que si eso pasa nos quitan el piso, nos embargan", apunta Juan. Rafael está seguro de que, incluso, podría sacarse una estadística de cuánta gente en La Asunción ha recibido asistencia sanitaria en salud mental. Así se lo propuso al Defensor del Pueblo Andaluz.
"Los bloques de los patios han tenido que pagar el primer 50% obligados por la Junta, hace unos seis meses, pero solo tienen realizado el primer 10%, por lo tanto, han pagado un 40% por adelantado y no hay ni perspectivas de que eso se realice", señala Verónica de la Flor, presidenta de la asociación de vecinos. Eso, en un barrio en el que muchos de los vecinos se encuentran en una situación vulnerable. "Esto está como en la guerra", apunta otra vecina, María Dolores Tenorio, señalando los cables y los cajillos de la luz.
La de La Asunción es una historia casi de terror: una subvención europea de casi seis millones de euros que se concedió para la rehabilitación de 93 bloques se ha convertido en una pesadilla para los vecinos. Estas familias señalan al anterior presidente de la asociación de vecinos y a la anterior dirección facultativa de las obras como responsables. "Hemos sido engañados por el anterior presidente de la asociación, por la dirección facultativa y por las empresas", explicaba Juan de la Flor, vocal de Obras de la asociación, el pasado mes de abril tras una reunión entre las partes.
Por el momento, las obras continúan paralizadas, salvo por unos trabajos de repintado que acudieron a realizar hace unos días. Los vecinos muestran el resultado de estos trabajos, a parches y ya con desprendimientos de la pintura.
"Esto es de una falta de profesionalidad...", señala José Manuel Beiro, vicepresidente de la asociación de vecinos. Varios de los miembros de la asociación de vecinos han trabajado toda la vida, o trabajan aún, en el sector de la construcción, como es el caso de José Manuel o el de Jaime Ramírez, por lo que saben de lo que hablan.
Las consecuencias psicológicas y emocionales de una pelea que no parece tener fin
María Josefa Moreno vive en el portal de la calle Nuestra Señora del Traspaso, 3. Antes del comienzo de las obras, no tenía ningún problema en su casa. A raíz de los trabajos, comenzaron a salir unas humedades que le hacen prácticamente la vida imposible. "Yo lo que quiero es que devuelvan los papeles, para ver dónde está el dinero. Me han estropeado la casa, que yo la tenía bien y pintadita", exclama esta vecina.
"Contrataron a más de cien personas, sin experiencia en la construcción, y se ponían a picar y dejaron pelada la barriada, en ladrillo. Así estuvo prácticamente un año, sin aislamiento, puro ladrillo, y el agua y la humedad se filtraba", explica José Manuel Beiro, señalando las humedades de las paredes de la casa de su vecina.
María Josefa tuvo que cambiar su cama de orientación, debido a ello. Inconvenientes que podrían parecer menores, pero no lo son para una persona de su edad.
Lo más sangrante está en el techo de su cuarto de baño. "Los albañiles hicieron un agujero porque me entraba agua, y me lo dejaron abierto", explica la vecina. El novio de su nieta ha intentado arreglarlo en lo posible, con bolsas de plástico y cintas.
Otra vecina que vive en un bajo del mismo portal, junto con su hijo, muestran el estado de la puerta, desvencijada y que queda permanentemente abierta, y los cables metidos por dentro de los barrotes de su ventana. Y así, problema tras problema. Una suerte de 'gymkana' que no termina nunca, y que hace el día a día de estos vecinos, que son ejemplo de unión y solidaridad, mucho más cuesta arriba.
María Dolores Tenorio vive en la misma calle, en el portal número 5. "En el contrato viene que nos tienen que poner puerta nueva y una antena, y no lo han hecho. Nadie viene por aquí. Ni antenas, ni la luz metida por dentro, todo descascarillado…", explica.
Como señalaba Rafael, los años de lucha constante, de filtraciones, de problemas, de líos burocráticos, hacen mella ya en la salud mental de los vecinos. No pueden hacer algo tan sencillo como tener sus casas arregladas. Juan tiene un cartón superpuesto en la puerta, porque cada vez que los obreros llegan, manchan los portales y las puertas, según explica. "Las casas las tenemos desarmadas, esperando a que arreglen lo que tienen que arreglar, a ver si podemos pintar, ponerlas bonitas… porque estamos esperando, porque luego vienen y hala", afirma este vecino. Él mismo, como presidente de su bloque, puso la losa que se ve en el portal, para que al menos las personas pudieran entrar y salir más cómodamente. "Yo tenía la casapuerta arreglada, y mira cómo la han dejado", apunta el vecino, señalando el portal.
A esto se añade el material de obra que ha quedado abandonado en algunos puntos de la barriada, provocando que aparezcan ratas y cucarachas. Hace unos días, operarios del Ayuntamiento de Jerez han acudido recientemente a desinfectar el lugar. Pero el material queda ahí, material por miles de euros que ya ha caducado y permanece ahí abandonado, provocando la impotencia entre los vecinos.
Además, el impacto de esta situación va más allá de la cotidianeidad en este rincón de Jerez. Rafael Calvente refiere el caso de una vecina a cuyo hijo le han denegado la beca "porque el importe de la subvención supone incremento en el patrimonio de cara a Hacienda", explica. O personas que cobraban el ingreso mínimo vital y lo han perdido por el mismo motivo.
Es el sinvivir de esta barriada, que se siente abandonada, salvo por algunos partidos políticos que se han interesado por su situación, como el PSOE, Izquierda Unida y, en particular, según señalan, Adelante Andalucía.
Por lo demás, se sienten desamparados. "No nos dicen nada, solo que somos promotores, pero somos promotores para firmar, por lo demás no somos nada", argumenta Verónica de la Flor. Reclaman que esa auditoría externa prometida por la Junta y el Ayuntamiento de Jerez se realice de forma conjunta con ellos, con los vecinos. "El auditor se tiene que sentar con el presidente o presidenta de cada bloque e ir comprobando y preguntando todo lo que aparece en factura, porque nos hemos encontrado con expedientes de hasta 12.000 euros cobrados sin estar realizados", señala.
El 30 de junio está a la vuelta de la esquina, y la situación en La Asunción no parece resolverse. Mientras, los vecinos continúan con su día a día, hartos de escuchar promesas, muchos de ellos sin poder dormir, y esperando dejar de ser expedientes, porcentajes, cifras en un documento.
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