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Dos décadas sin Lorenzo Oliva, el capataz jerezano con más años en los llamadores

Oliva estuvo más de 60 años en el oficio y más de cuatro décadas ante La Sentencia, paso en el que se despidió tras una larga y nunca superada trayectoria

Lorenzo Oliva en el frontal de un paso de palio.
Lorenzo Oliva en el frontal de un paso de palio.
10 de abril de 2025 a las 19:20h

Temperamento, fuerza, sabiduría, generosidad, buena persona, amigos de sus amigos… así fue Lorenzo Oliva García, el recordado capataz que en este año se cumplen dos décadas de su fallecimiento, óbito que se produjo cuando contaba 86 años de edad. Si hubiera que recordar en cuántos pasos tocó el llamador, sería más rápido señalar los que no tuvo bajo su mando. Un intenso recorrido desde que trabajó con los asalariados hasta que se hizo cargo de cuadrillas de hermanos.

Estuvo unos 60 años sacando pasos, no solo en Jerez, también en Rota, Sevilla, El Puerto y Cádiz. Lorenzo dejó una huella imborrable en el ámbito cofrade de la ciudad. En la década de 1970, estuvo al mando del paso de la Hermandad del Perdón. En 1981, lideró la cuadrilla de la Hermandad del Transporte durante su transición hacia una cuadrilla de hermanos costaleros. En 1989, ejerció como capataz del paso de palio de la Hermandad de Santa Marta con hermanos en las trabajaderas, al igual que en el palio de Las Lágrimas.

De entre todos y en su dilatada carrera como capataz, el paso de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia de la Hermandad de la Yedra fue donde se encontró en toda su plenitud. Aún se recuerdan las revirás en la Rotonda de los Casinos, cuando la Carrera Oficial comenzaba en ese punto.

Oliva ante el palio de La Estrella con su cuadrilla de asalariados.
Oliva ante el palio de La Estrella con su cuadrilla de asalariados.

Bellido Caro obligó a darle el año de despedida

Diez años después, en 1999, a Lorenzo Oliva lo cesaron como capataz después de más de 40 años al frente de La Sentencia. Aquello sembró una desagradable polémica por cómo lo “echó” la cofradía. No se le comunicó, pero sus costaleros y hermanos más cercanos de la Plazuela reaccionaron y pidieron al entonces obispo, Rafael Bellido Caro, que intercediera ante la decisión de la junta de gobierno para que su adiós no fuera por la puerta de atrás; que fuera ante el llamador una última Madrugada.

Y así lo hizo el prelado, obligó a la hermandad a que 1999 fuera su año de despedida: “El obispo le dijo a mi padre que no se preocupara, que ese año se despediría de capataz como se merece, que ya él ha dado órdenes para ello. Y, efectivamente, fue su último año al frente del Señor de la Sentencia”, relata a lavozdelsur.es su hijo Lorenzo, que fue quien cogió la llamada telefónica de Bellido Caro.

’El Sentencia’, como se le llama por la Plazuela, es el paso de misterio que identificó a Oliva, donde se encontraba en toda su esencia de capataz, donde la complicidad con aquellos costaleros hizo posible que cada momento de la madrugada, desde la salida hasta que entraba en la calle Sol, fueran sencillamente impresionantes. Tiempos en los que mandaba aquello de ‘mármol a mármol’.

Su personalidad se caracterizaba por una combinación de firmeza y cercanía, ganándose el respeto y cariño de sus costaleros. Era conocido por su dedicación, disciplina y profundo conocimiento de costalería, lo que le permitía dirigir con pasión cada paso que tuvo que conducir por las calles de Jerez.

El capataz ante el Señor de la Sentencia cuando salía en el antiguo paso.
El capataz ante el Señor de la Sentencia cuando salía en el antiguo paso.

"No tenía enemigos"

“Mi padre era una muy buena persona. Muy amigo de sus amigos. Creo que no tenía enemigos. No le veía maldad a nadie ni a nada”, explica su hijo, una condición que le dio “algunas desilusiones se llevó”.

Lorenzo Oliva hijo describe a su padre como capataz, “creo que era muy bueno. Tenía su estilo. Aunque bonachón, delante del paso actuaba firme. No le gustaba que le tocaran el martillo. Tenía una habilidad, que engatusaba a los costaleros, y, al final, actuaban como él quería”.

Oliva destaca cómo sorteó situaciones complicadas en alguna hermandad durante la salida procesional, “momentos muy tensos que supo arreglar perfectamente sin alzar la voz. Nunca quiso destacar en nada ni de nada. Era totalmente transparente. Eran muchos los que lo querían”.

Sobre el autor

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

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