Olivar de Rivero debe su nombre a las antiguas huertas que poblaban su entorno, muchas de ellas cuajadas de olivos, hasta prácticamente mediados del pasado siglo XX. Hoy día la barriada es una zona tranquila, que aún así echan en falta mayor limpieza y un poco más de vida.
Antaño, la industria olivarera en Jerez fue próspera, hasta el punto que en 1799 había tantos viñedos como olivares. Pero no hace falta irse tan lejos en el tiempo. Hasta mediados del siglo pasado había puntos, hoy prácticamente en el centro de la ciudad, que eran grandes campos de olivos, como la parcela que ocupa la urbanización Jerez 74, junto al parque González Hontoria.
La presencia de este árbol milenario da nombre a la barriada de Olivar de Rivero, en el distrito Este-Delicias. Los vecinos más veteranos dicen que se debe a una extinta parcela cuajada de olivos que perteneció en su día al alcalde Rafael Rivero (1800-1881). Así al menos lo asegura Rosario Henri, de las primeras personas que vieron nacer el barrio mucho antes de que comenzara a tomar forma. Sus descendientes, ingleses de Liverpool que llegaron a Jerez en el siglo XIX para hacer fortuna con nuestros vinos, le dieron ese curioso apellido del que “todo el mundo” le pregunta su procedencia.
Rosario, a punto de cumplir 75 años, nació en la desaparecida finca Santa Teresa, de las más amplias por entonces y que se extendía prácticamente a lo que hoy es la barriada del Rocío. El Olivar de Rivero, hasta bien entrado el siglo XX, eran fincas y huertos. “Lo más cerca que había era El Pelirón. Ya luego hicieron La Vid, el cuartel de Artillería y La Asunción”. De esta manera, en pleno campo, no era raro que los pocos que vivían por aquí casi no se consideraran jerezanos. “Nosotros decíamos que íbamos a Jerez cuando íbamos al centro. Para nosotros Jerez empezaba en el puente de la calle Arcos”, señala la vecina.
Eran tan pocos por esos lares que la mayor diversión de Rosario y sus tres hermanos era ver pasar al ganado por el antiguo camino del Albadalejo, que todavía da nombre a la principal calle de la barriada. “Cuando oíamos los cencerros nos íbamos corriendo a ver las vacas y los toros”. "O bien iban a un embarcadero que había en Madre de Dios o al matadero que había al lado de la calle Arcos, en donde está precisamnte la calle Matadero", explica.
Los años sesenta empezaron a cambiar la fisonomía de la zona. Numerosos vecinos de la sierra de Cádiz arribaron a Jerez para asentarse aquí. Uno de ellos fue Manuel Ruiz, esposo de Rosario, que llegó a Olivar de Rivero con 12 años. “Aquí todavía hay muchos descendientes de gente de Bornos, Arcos, Ubrique, Villamartín…”.
Así, poco a poco empezó a urbanizarse este entorno. Rosario recuerda nostálgica cuando en los primeros años del alcalde Pacheco se expropió la finca de sus padres. “Si mis padres hubieran estado vivos cuando mis hermanos la vendieron a la fuerza les habría dado algo”.
Tomamos la calle Camino del Albadalejo, muy diferente a aquel antiguo paso de ganado. Hoy, nuevas unifamiliares pueblan uno de los lados de esta concurrida vía. En lo que parece un garaje reformado encontramos a Manuel, que cría diferentes pájaros como pasatiempo. “Antes me dedicaba a la construcción y esto lo tengo para entretenerme”, señala entre jaulas y posters relacionados con el mundo de las aves. Manuel, de 44 años, nació, se crió y vive en Olivar de Rivero. “Esto antes era campo. Me crié con un gorrión, así que fíjate si llevo tiempo con los pájaros”. Canarios, jilgueros y hasta un estornino, con el que posa para nosotros, vemos en su garaje.
Seguimos camino del Albadalejo arriba. Olivar de Rivero lo conforman casas de una altura, dos como máximo. El barrio antiguo es el que da a la vecina avenida de Arcos, y es aquí donde viven los vecinos más mayores, mientras que en las nuevas construcciones y urbanizaciones de unifamiliares lo hacen familias más jóvenes.
María Jiménez regenta Modas Vanessa, una boutique especializada en trajes de fiesta. “El Ayuntamiento debería promocionar más el comercio de barrio. Yo me he tenido que especializar y afortunadamente en según qué épocas tengo clientas de otras zonas de Jerez, pero lo normal es que la gente se vaya a Área Sur”, explica. Está claro que no sólo el centro ha sufrido las consecuencias del gigante comercial.
María, que también es vecina de Olivar de Rivero desde hace 40 años, destaca del barrio "su tranquilidad y su buena gente", aunque echa en falta mayor limpieza y una línea de autobús que le diera “más vida a la zona”. “Antes pasaba por aquí, pero lo quitaron para que pasara por la avenida de Arcos”.
Olivar de Rivero, barrio obrero, también siente los efectos de la crisis. Antaño muchos vecinos vivían de las bodegas, de la fábrica de botellas, del comercio y de la construcción. Ahora la cosa ha cambiado. “Paro hay más de la cuenta”, señala Lisardo, que regenta una carnicería que lleva su nombre. El carnicero resopla cuando le preguntamos por cómo va el negocio. “No es que haya perdido clientes, pero el que antes compraba 50 ahora sólo compra 20. Aquí en el barrio hay de todo. El jubilado que tiene su paga gasta un poco más, pero también hay muchos que tienen que ayudas a sus hijos, nietos y yernos”.
Ya poco o nada queda de ese antiguo olivar que dio nombre a este barrio. Aún así, en el recuerdo de los vecinos más antiguos seguirá permaneciendo el recuerdo de cuando esta zona de Jerez no era más que campo y prósperas huertas de frutales.
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