Nunca imaginó que sería fotoperiodista: sucedió. Su infancia, parafraseando a Machado, "son recuerdos de un corral comunitario en la calle Justicia", pero también de un triángulo al noroeste de Jerez conformado por barrios periféricos como San Valentín, El Calvario y San Juan de Dios, marginales, degradados, donde "nos creíamos inmortales y salvajes".
Un día su hermano Miguel Ángel, que acaba de llegar de Islandia y que también se convirtió en reputado fotoperiodista profesional, puso en sus manos una cámara de fotos y "mi vida cambió". Y en lugar de contemplar el mundo por el marco de la ventana del piso familiar de La Plata o de la clase de Imagen y Ruido en La Granja, instituto de FP que pronto se le quedó pequeño, lo capturó con su mirada a través del objetivo.
Llegaron las 1.500 pesetas por foto en El Periódico del Guadalete, se fogueó a muerte con su Vespino "a 80 kilómetros por hora" por el casco urbano, rompiendo los límites para ser el primero en el imprescindible —y a menudo tan injustamente tratado— periodismo local, y fue saltando y creciendo hasta pasar a Sevilla con la Agencia EFE, y a recibir "una increíble oferta" de la agencia más prestigiosa del mundo, Associated Press, para ser corresponsal de guerra en Afganistán, epicentro de la actualidad internacional del momento.

"Un salto vertiginoso por el que dejé atrás la vida placentera en Sevilla y la cambié por la crudeza de la vida en Kabul". No lo pensó dos veces: sucedió. Y desde entonces convirtió su vida en un viaje contínuo por el mundo, capturando la mirada de los más vulnerables, ofreciendo un eco a los sin voz, informando en zonas de conflicto para concienciar al mundo y visibilizar el horror de la maldad humana. Años después, fue nombrado responsable en España y Portugal de Associated Press, donde ha seguido siempre aguardando el siguiente viaje, la siguiente despedida.
"Es uno de los días más importantes de mi vida"
En 2021 ganó el Pulitzer por su cobertura de la crisis sanitaria del covid; y en 2023 volvió a ser reconocido con el galardón más prestigioso en el mundo periodístico por su cobertura de la guerra de Ucrania. Aparte de estos dos más sonoros, numerosos premios, galardones y reconocimientos jalonan la trayectoria profesional del reportero gráfico español, o "visualista", más laureado de todos los tiempos.


Brújula vital
Más de tres décadas después de empezar el viaje, tras pasar por más de 50 países, por algunas de las zonas más complejas y hostiles del mundo, territorios en guerra, en llamas, y después de reventar el cuentakilómetros como fotoperiodista, sintió que era de ninguna parte. Secuestrado en Gaza —donde sueña con volver—, perdió una pierna en Kandahar, salió ileso del tiroteo de su coche en Jersón…
Y entonces agarró su brújula vital, como él mismo cuenta, y puso el norte en Barcelona, donde reside junto a su mujer, Marta Ramoneda, y sus dos hijos pequeños, Gala y Pau; y muy especialmente en el sur, en Jerez, donde están sus raíces, su identidad... aunque su DNI diga que nació en 1969 en Zaragoza. Aquí es donde viven su madre Rosa, su hermana Mari Ángeles, donde está la memoria de su padre, José Antonio Fernández Villegas, Pepe, el policía nacional que le facilitó los primeros "soplos", las primeras exclusivas y las primeras fotos de primera, y donde, en suma, se conformó lo que es hoy.
Por sus obras lo conoceréis
Poner tu vida, tu oficio, tu talento y tu principal herramienta de trabajo al servicio de la humanidad y que este compromiso tenga una voz poética, hallar belleza y esperanza donde puede que solo haya desolación y tragedia, debe ser lo más parecido a conectar lo humano y lo divino. A eso se dedicaban los profetas, a menudo incomprendidos y minusvalorados en su tierra. Emilio Fernández Morenatti ya puede decir desde este sábado, 15 de marzo, cinco años después de que despertáramos con la pesadilla del covid, que es profeta en su pueblo.
Desde este momento, este andaluz que ha ganado dos veces el Pulitzer y que es el fotoperiodista español más laureado de todos los tiempos, ya es oficialmente Hijo Adoptivo de Jerez. Y, como ha reconocido, deteniéndose varias veces en su discurso para contener una profunda emoción, "es uno de los días más importantes de mi vida".
La más alta distinción municipal que ha hecho realidad el Ayuntamiento, con la alcaldesa, María José García-Pelayo, y su equipo de gobierno al frente, tras el impulso y la recogida de adhesiones de la Asociación de la Prensa de Jerez, presidida por la periodista Roxana Sáez. Con la presencia de representantes de todos los grupos políticos y de muchos colegas de profesión, en el pleno extraordinario, celebrado en el Refectorio de los Claustros, García-Pelayo ha resaltado que la figura de Morenatti "haya sido capaz de ponernos de acuerdo a todos; algo que es un éxito por sí mismo y que hay que valorar en tiempos de tanta divergencia".
En su discurso, la regidora ha expresado el orgullo de Jerez por Morenatti, y ha equiparado la esencia que hace grande a la ciudad con el recorrido profesional y vital de, por encima de todo, "una gran persona". "Has hecho miles de fotos a lo largo de toda tu vida, pero hoy la mejor fotografía, el mejor rostro que puede ofrecer Jerez al mundo, eres tú. ¿Qué significa ese rostro? ¿Qué rostro tiene Jerez? Todo lo que tú encarnas: una ciudad alegre, acogedora, que a todo el que viene de fuera recibe con extraordinario cariño y enseguida hace suyo, una ciudad extremadamente solidaria, que cuida de los suyos y de los demás, que se suma a las causas justas y nobles, que tiene un espíritu crítico que clama justicia, y eso lo que has hecho a lo largo de tu vida".
Compromiso de denuncia
Hijo pródigo que regresa a sus raíces y un hombre, como ha ensalzado la alcaldesa, que huye del protagonismo para que quienes hablen sean sus obras, los seres humanos que habitan sus fotos, la humanidad en medio de la barbarie en Ucrania o en el cementerio del Mediterráneo. No hay nada más subjetivo y a la vez objetivo que una fotografía. Encuadrar es elegir, dejar fuera del disparo otras teselas del mosaico que conforma una realidad, pero no es menos cierto que lo que muestra esa elección, si no hay truco, si no hay manipulación, si es honesta, es objetivamente lo que hay.
El fotoperiodista, que se confiesa "no exento de contradicciones", siempre ha creído que "mi ejercicio profesional siempre lo he entendido ligado indisociablemente a un compromiso personal de denuncia y siempre dirigido hacia los vulnerables y las víctimas".

En su alocución, en el repaso a su credo profesional en mitad de los profundos agradecimientos, "siempre he creído que las fotografías de guerra, crisis humanitarias, violaciones de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad pueden contribuir a cambiar la historia e influir en la política para impedir que se reproduzcan". "El mejor fotoperiodismo tiene el poder de transmitir una sensación visceral de la realidad sobre el terreno, de evocar emociones y de incitar a la acción. En pocas palabras, en su esencia, el fotoperiodismo transmite la verdad por incómoda que resulte para algunos", ha sentenciado.
Y ahí, con la brújula más al sur que nunca, con el cariño hacia su familia y especialmente el agradecimiento a su mujer, con el pellizco y la emoción que destilan sus instantáneas, con el compás del click a tiempo y el soniquete de las horas muertas esperando el disparo que haga de una imagen eternidad, ha sonado una estruendosa ovación del público asistente que ha sido rematada como se hace en su tierra cuando se aplaude a rabiar: con palmas por bulerías.
Decenas de felicitaciones, besos y abrazos, enhorabuenas y oles. Y un cuadro que ha alzado al cielo, para Pepe, que le acredita como Hijo Adoptivo de la ciudad que jamás olvida cuando a menudo está en ninguna parte.
Exposición en los Claustros
Tras el solemne pleno extraordinario para distinguir a Emilio Morenatti como Hijo Adoptivo de Jerez ha quedado inaugurada en los Claustros la exposición Tiempos de pandemia, una selección del trabajo por el que el fotoperiodista fue galardonado con el Pulitzer en 2021.