La Feria de Jerez está en crecimiento, en tanto cada vez recibe más atención de su entorno geográfico. Es el planazo para mucha gente de la provincia, de Andalucía y de muchos puntos de España. Si bien se ha transformado en los últimos años, porque nada permanece inmutable y ajeno al calendario, a que nuevas generaciones tomen el 'mando' de la sociedad, cada vez son más habituales las imágenes de una fiesta 'hortera'.
Y entiéndase eso de 'hortera' desde una perspectiva amplia y algo ambigua. No es cuestión de vestimenta. Es un todo relacionado principalmente con el fenómeno de las despedidas de soltero.
Este sábado, cuando ya algunos jerezanos están cansados de una semana en el Hontoria, es también una fecha en la que desembarcan muchos de fuera: o bien jerezanos que viven 'en el exilio', o bien visitantes que quieren disfrutar entre casetas, caballos y cacharritos. Eso está bien y hasta enriquece a la Feria del Caballo.
El problema está en que agrede al espíritu de la fiesta jerezana ir dando el cante con disfraces, camisetas uniformadas e ir liándola, con una borrachera en grupo y descontrolada cuando ni siquiera se ha puesto el sol.
Mientras ciudades como Sevilla o Málaga cada vez lo ponen más difícil, con ordenanzas que incluso castigan las vestimentas poco decorosas -la línea no está clara, habrá que ir caso por caso y al ser una norma nueva, no es descabellado que se produzca alguna sanción a una persona por ir con ropa deportiva o atuendo similar-, y que muestran que los ayuntamientos están captando y tratando de responder a una demanda: no hay que convertir los centros de las ciudades en parques de atracciones.
Quizás por el rebose de esos destinos, en Jerez este año parece más habitual ver despedidas por el albero. Sin entrar en considerar sacrilegio quien tenga formas diferentes de vivir la Feria -nunca el debate debería ir sobre eso-, habría que preguntarse si acudir con disfraces que, por ejemplo, muestren genitales, acabará siendo recogido como multable en una ordenanza. Es eso lo que ha pasado en Sevilla o Málaga.
No hay tampoco que aventurarse a pensar que la Feria del Caballo está en peligro, en riesgo de morir de éxito. Para nada. Hay quizás otros fenómenos que son más urgentes, como los excesos de las casetas discoteca. Pero, desde luego, si los fines de semana se ponen así, habrá que ver si el jerezano y la jerezana acaban tachando como 'no feriable' los no laborables.
Tampoco hay que realizar un llamamiento contra el turismo, ni siquiera contra las despedidas de soltero. Solo preguntarse si acabará necesitando una regulación específica espejo a la de otras ciudades.
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