La Feria de Jerez: las reservas, las casetas-discoteca y la teoría de los cristales rotos

Hagamos algo entre todos y hagámoslo ya, antes de que aquello que recordábamos como nuestra gran celebración anual se desvanezca, o de que, hablando claro, haya que lamentar males mayores

Interior de una caseta-discoteca en esta Feria de Jerez 2024, con una jarra de rebujito tratando de abrirse paso entre la multitud.
Interior de una caseta-discoteca en esta Feria de Jerez 2024, con una jarra de rebujito tratando de abrirse paso entre la multitud. MANU GARCÍA

Hay una teoría que se llama de las ventanas rotas (broken windows). En 1969, Philip Zimpardo, profesor de la Universidad de Stanford, llevó a cabo un esclarecedor experimento de psicología social: dejó dos coches abandonados en mitad de la calle, uno en el Bronx, uno de los barrios más empobrecidos y degradados de Nueva York, y otro en el rico enclave californiano de Palo Alto.

Rápidamente, el coche del Bronx fue vandalizado completamente (los cristales de las ventanas, rotos, y hasta los neumáticos se llevaron), mientras que el coche de Palo Alto se mantuvo intacto. Sin embargo, el profesor probó a romper un cristal del coche de Palo Alto y entonces comprobó que la degradación llama a la degradación. Ese coche también acabó vandalizado. El vidrio roto traslada una idea de desinterés, abandono, una despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia.

Si hay 20 años de Feria del Caballo sin sanciones, sin multas, lo normal es que todo el mundo acabe pensando que no hay respuesta a las malas prácticas, luego las malas prácticas campan a sus anchas. Es fácil de entender.

Los principales 'tumores' que amenazan la Feria de Jerez

Son dos fenómenos y dos polémicas que no son novedosas. El asunto de las casetas-discoteca, del chunda-chunda desde las 2 de la tarde, es un mal que padece la Feria del Caballo desde hace más de una década, pues ya incluso en la anterior etapa de María José García-Pelayo como alcaldesa, su gobierno tenía este debate sobre la mesa.

La segunda cuestión, las dichosas reservas, surgió tras la pandemia de covid, y evidentemente ha ido a más conforme la celebración es más masiva y las casetas parecen por año que pasa más profesionalizadas, o seamos sinceros, convertidas en puros y duros negocios hosteleros. Nada de aquellas casetas familiares, de amigos, de peñas, de hermandades, de voluntarios... Bares, restaurantes y caterings que por una semana se trasladan al Real del González Hontoria.  

Aclaramos los plazos y los tiempos de estos debates porque ante la enorme discusión que está produciéndose en la calle y en las redes sociales, a raíz de un fin de semana apoteósico de público, caja y colapsos, hay quien culpa al actual gobierno del PP; y lo cierto es que los males vienen de lejos, sin que nadie le haya puesto el cascabel al gato. Que la Feria del Caballo ya no es lo que era no es una cuestión de un nostálgico aburrido o un cascarrabias molesto por los cambios del paso del tiempo y la evolución (a mejor o peor) de la sociedad.

La Feria está en degradación y lo más visible de la decadencia es lo formal, la apariencia, lo estético. Se puede mejorar un poco el albero, repintar algunos de los postes de la luz (con 20 años de antigüedad, reventada la madera en muchas zonas), tratar de incrementar la seguridad... Tras el decorado, el fondo, y el fondo va a peor, como consecuencia lógica de que no hay coto, no hay ley. Y si un coche se deja abandonado en un barrio, todo hace indicar que no solo seguirán vandalizando a ese coche, sino que su alrededor también acabará siendo vandalizado.

Más masificada por el auge del turismo, precisamente por eso mismo esta Feria de Jerez tendría que mostrar su mejor cara, el mejor escaparate posible de las esencias que rigen esta fiesta declarada de Interés Turístico Internacional. Pero más allá de eso, y como viene diciendo la alcaldesa Pelayo en relación a otros eventos masificados, como la Zambomba en Navidad, los primeros que tienen que sentirse orgullosos de sus fiestas y tradiciones son los propios jerezanos, y los debates (cuando no, broncas) que están escuchándose en la calle y leyéndose un año más en las redes sociales no son en absoluto edificantes. Hagamos algo entre todos y hagámoslo ya, antes de que aquello que recordábamos como nuestra gran celebración anual se desvanezca, o de que, hablando claro, haya que lamentar males mayores.

¿Y qué hacemos? Para empezar, adaptar a la realidad de la Feria del Caballo y al momento actual la ordenanza que regula la Feria del Caballo. Y después de eso, que se cumplan las normas y se frene en seco a quienes no las cumplan. Otra idea a debatir: ¿y si volvemos a la inauguración del domingo noche y nos dejamos de robarle el día festivo a San Dionisio?

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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