"Qué va, qué va, no hay carga ni cachondeo con la gente de Cádiz, aquí se acoge muy bien a todo el mundo. Pero el escudo del Cádiz Club de Fútbol, no. Por ahí no paso. Si se les llega a ocurrir colgarlo en la caseta, lo cojo y lo tiro. Hasta ahí podíamos llegar. Yo soy del Xerez Deportivo, hay límites".
El que marca la frontera de la tolerancia máxima, entre risas y bailando detrás de la barra con su compañera Carmen, es Alberto. Ejerce con tanta alegría como eficacia el papel de encargado de la barra de la caseta El último tramo.
Podría ser una más (calle Manuel Torre, número 106) en este micromundo efímero de no mediar una pequeña característica geográfica: es la primera abierta por un grupo de seres humanos residentes en la ciudad de Cádiz, de Cadi-Cadi. Pese a esa condición se han instalado en la Feria del Caballo de Jerez.
La Feria de Jerez es una de las más visitadas y queridas por miles de habitantes de la ciudad de Cádiz hace décadas. La fidelidad al disfrute sólo es comparable con el que provocan las de San Fernando, Sanlúcar o El Puerto, entre otras pocas.
Varios cientos de vecinos de Cádiz también se dejan ver esta semana en muchas casetas mientras trabajan pero el paso a la presencia oficial, a la apertura de sede, parece nuevo: un grupo de gaditanos de la capital (administrativa, con perdón) ha conseguido la licencia del Ayuntamiento jerezano para instalarse.
"Somos un grupo de hosteleros que ya tenemos abierta, en Jerez, la Taberna 1482. En Cádiz, El Rincón de Concha, en homenaje a mi madre, que inauguramos el pasado diciembre. También El Marqués de los Vientos, junto a la plaza de San Antonio. Como empresarios, surgió esta oportunidad y nos animamos con mucha colaboración municipal, nos han tratado muy bien".
El que detalla el proceso es Manuel Veneroni Coto, conocido universalmente en la ciudad de Cádiz y parte del extranjero como Lampi, uno de los tres responsables de El último tramo junto al célebre cofrade gaditano Francis Lucero y a José Manuel Pérez, Marqués de los Vientos. Este aristocrático sobrenombre aparece en todos los establecimientos del grupo y también a la caseta.
El vínculo con la pasión por la Semana Santa está en el germen de este exitoso experimento. El nombre de la caseta se debe a un conocido y activo grupo de cofrades de Cádiz, también admiradores de la tradición de Sevilla y de Jerez, de todas.
"Es una asociación que forman personas muy conocidas como Fernando Pérez Cabrales, Carlos Alarcón o Pablo Manuel Durio -periodistas en Canal Sur, Cadena SER y Diario de Cádiz, respectivamente- que colaboran con nosotros", detalla Lampi, tan gadita que tiene apellido italiano como la quinta parte de la población de la ciudad marinera.
"Son personas muy conocidas que nos ayudan con su imagen pública. Tienen un vínculo cofrade muy fuerte con muchos jerezanos, con toda la provincia, también con Sevilla. Nos abren muchas puertas".
Los piques de campanario entre Jerez y Cádiz sirven para gastar bromas pero carecen de incidencia real en el disfrute cotidiano de esta primera caseta. "Una vez que se abre, una caseta ya es de todos. Nosotros llevamos Cádiz por bandera pero hemos venido con mucha humildad, no tenemos ni puñetera idea, venimos a aprender y por eso nos han acogido muy bien, con los brazos abiertos", dice entre sonrisas Veneroni Coto.
Pese a la humildad, atesora cierta experiencia en el mundo de las ferias. Precisamente, conoció a su socio, el Marqués de los Vientos, "porque le daba clases de sevillanas en Barcelona".
Ahí apareció una amistad que se ha convertido también en relación empresarial. Ambos llevan tres años instalando juntos una caseta en la Fira de Barcelona, la enorme sucursal de las ferias andaluzas en la capital catalana.
El conocido chirigotero Pepe El Caja aparece sentado en una mesa nada más entrar. Otros conocidos gaditanos se dejan ver en corros que charlan, beben o bailan en la abarrotada caseta.
"Las fiestas son de todos. Pasa con la Feria de Sevilla o con el Carnaval. Reciben a tanta gente que los de fuera se van llevando algo en el corazón, trocito a trocito, hasta que también hacen suya la tradición. Pasa en todas partes y nos sucede a nosotros. La Feria de Jerez también es un poco nuestra ya".
La condición internacional de la tradición jerezana, y de todas, queda clara con un simple vistazo. Frente a El último tramo aparece otra prueba de exotismo: La Casa de Extremadura. Dentro, la exalcaldesa Mamen Sánchez ataviada de rojo y gitana conversa en un grupo junto a su pareja, el escritor Wayne Jamison.
Todo muy internacional. Casi eurovisivo. Tres casetas más allá, el presidente de la Audiencia Provincial de Cádiz, Manuel Estrella. Los remotos e ignotos territorios gaditanos se concentran en Jerez durante unos días.
Hay varias imágenes de cristos y vírgenes agrupadas en un espejo de El último tramo, al fondo de la caseta. Por curiosidad, un visitante pregunta si son de Cádiz o de Jerez. "De Jerez, de Jerez todas", contesta con rotundidad Alberto, el guardián de las esencias locales y el humor sin fronteras.
Entre los que conversan o bailan, el nuevo dirigente de Vox en la provincia de Cádiz, el abogado jerezano Ramón Aumesquet. La mitad de los que ocupan el novedoso espacio gaditano en el remoto planeta de albero llevan una pulsera con la bandera de España.
Parecería que piden esa señal de colores para entrar o salir del recinto, como a los chavales en las discotecas, pero es una falsa alarma, un efecto visual: la caseta está abierta a todos sin ningún control de acceso.
Eso sí, como sucede con el escudo del Cádiz Club de Fútbol, parece que una foto de Pedro Sánchez o de Puigdemont no sería muy bien acogida. Podría acabar en el cubo de la basura.
La experiencia inicial, cuando media la semana de feria, tiene un balance muy positivo. El responsable de la incursión territorial se muestra eufórico y decidido a repetir.
Parece que no hay muestras de incompatibilidad ni rechazo en este pionero trasplante de localismos. No hay reacción adversa al injerto de un particular trozo de la ciudad de Cádiz en pleno corazón de la jerezanía.
Quizás hay futuro. Hay esperanza de concordia, por lo menos en el apartado festivo. Ahí, en realidad, siempre la hubo.
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