A unos cuantos metros de los cacharritos de la Feria del Caballo de Jerez, un grupo de niños y niñas está pasándolo en grande. Por la mañana, sus risas son lo único que se escucha cerca del Real, aún vacío y en calma. “He dibujado a mi familia”, dice Ainara enseñando un vaso de cartón mientras Diego y Ángel juegan a encestar el tapón. En el Aula infantil del Programa Municipal de Acogida a las Familias Itinerantes, este jueves toca taller de vaso cesto, después plantarán lentejas y harán pompas de jabón.
Desde la carpa instalada en la sede de Brote Vida, los pequeños, concentrados, colorean sus vasos rodeados de carteles que recuerdan valores. “Nos ayudamos los unos a los otros”, “pedimos permiso” y “respetamos a los compañeros”, se puede leer en las paredes de este espacio al cargo de la empresa Senda, contratada por el Ayuntamiento contra la mendicidad. Allí, Jesús Silva, de 10 años, pinta su vaso con los colores de su equipo, el Real Madrid. El chico, natural de la capital de España, cuenta que lleva viniendo “a este colegio desde que nací”. Su experiencia es “muy buena” y asegura a lavozdelsur.es que “los profesores nos tratan muy bien”.
Jesús, risueño, expresa que “esta semana hemos disfrutado mucho porque hemos estado jugando y hemos hecho sopas de letras”. Le gusta pasar el rato con sus amigos, a los que conoce por coincidir con ellos otros años, y está encantado con las monitoras. Mientras participa en el taller, su familia está al otro lado, en la explanada habilitada, preparando los claveles que espera vender en la Feria. “Me gustaría seguir la tradición, pero veo que poco a poco hay menos productores de claveles, quisiera ser mecánico o algo parecido”, dice.
Él es uno de los 39 menores, de entre 2 y 15 años, que asisten a esta aula, donde realizan actividades lúdicas y educativas desde el jueves pasado hasta el 11 de mayo. Todos son hijos de familias gitanas dedicadas a la venta ambulante procedentes de Sevilla, Madrid, Alicante o Portugal. Durante la Feria, reciben este apoyo escolar, pero, el resto del año, van a sus respectivos colegios con normalidad.
“Los padres hablan con los colegios, les explican la situación y nosotros les damos un certificado de asistencia a este programa para que lo justifiquen”, explica Laura Domínguez, coordinadora del programa. La jerezana, de 26 años, interactúa con los pequeños, que no paran quietos. “También acogemos a algunos que no están en etapa de escolarización mientras las familias aprovechan la mañana para hacer sus mandados y arreglar las chabolas”, dice esta pedagoga.
Durante la semana, el equipo de Senda hacen talleres de lectura, dictados o ejercicios de matemáticas. Junto a Laura, se encuentran Paloma y Leire, que son profesoras, y Javier, animador sociocultural. “Aquí repasamos para que no pierdan el hilo. Nosotros no podemos sustituir a un colegio pero si hacemos que vayan refrescando. Nos encontramos que algunos no saben ni leer y otros no están escolarizados”, comenta desde la carpa.
Cada mañana, a las 9.30, los monitores se encargan de ir al campamento para recoger a los niños y niñas. Después de dar los buenos días a las familias, los acompañan al Aula, donde les ofrecen el desayuno antes de empezar con las actividades, que se extienden hasta las 13.00 horas. Laura ya conoce el sitio donde se encuentra cada familia.
“Cada año suelen venir los mismos, pero este año si es verdad que hay más, hay un núcleo familiar de 20 personas nuevo”, sostiene. Además, el equipo realiza visitas rutinarias para proporcionar servicios básicos como puntos de luz o el agua.
Tanto los más pequeños como los más mayores, disfrutan de estas horas en las que no pueden asistir a sus centros educativos por motivos laborales de sus familias. Nayara Maya, madrileña de 14 años, termina su vaso cesto mientras conversa con sus compañeros. “Me gusta estar aquí, jugamos con las profes y hemos hecho sumas”, dice con timidez.
El programa municipal se realiza en coordinación con las fuerzas de seguridad, tanto Policía Local como Policía Nacional. Así mismo, participan distintas asociaciones de la ciudad, principalmente Ceain y Fundación Secretariado Gitano, quienes realizan labores de información sobre el recurso y colaboran en algunas de las actividades.
El Aula infantil lanza un mensaje de sensibilización y lucha para prevenir la explotación laboral entre menores, escenas que, antaño, eran comunes en los recintos feriales. Ahora, las reglas del juego cambian.
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