Es tan de la Feria de Jerez como el templete que dicen que diseñó Eiffel. Son los pinchitos morunos de la caseta del Pozo de la Víbora. No hay jerezano que no haya pasado por el chiringuito de aquel marroquí de pelo canoso que era capaz de formar tremendas colas ante su pequeña barbacoa, la herramienta fundamental para que ese producto salga como sale: una delicia. Con uno no basta. Con dos ya va bien, por eso los más devotos los piden a pares.
El melillense Mohammed El Kantafi, más conocido por aquellas tierras como Jaime el del pelo blanco, comenzó una tradición familiar que ha pasado de hijos a nietos. Mohammed empezó cocinándolos en el puerto melillense, tras la Fiesta del Cordero. El éxito le llevó a dedicarse a este menester por las fiestas y ferias andaluzas.
Ahora su hijo, también Mohamed, ha heredado el singular negocio y los secretos de este pinchito sin igual, que tiene su cuartel general en Jerez en un espacio situado en el paseo de las Palmeras, donde el aroma que identifica al auténtico pinchito moruno es el mejor reclamo para todo el que pasa por ese lugar del Real. Aunque no es menos cierto que todo el mundo sabe dónde está.
Es un clásico al que acuden centenares de personas todos los días. Es el perfecto y más delicioso tentempié: el pinchito que se prepara en una pequeña barbacoa, que arde con el carbón a toda pastilla y que despacha desde un espacio en la barra de la caseta de la añeja asociación vecinal de Picadueñas Baja.
Va por su cuenta y riesgo, es decir, que no entra en la dinámica del resto de la caseta, la cual obviamente se beneficia del gran flujo de clientes que se agolpan ante el puesto. El buen feriante sabe que a ciertas horas, la Feria es para los 'jartibles', así que acudir al Pozo de la Víbora es imprescindible para echarse al cuerpo de energía para seguir la fiesta y darle al estómago un relax gastronómico.
No muy lejos del puesto de Mohamed, en la calle Manuel Soto Sordera, ha surgido una segunda localización que está echándole la pata al de toda la vida. Es en la caseta del PSOE. Allí Abdel tiene también su tinglado para ofrecer su pinchito moruno. Dicen los que los han probado que son deliciosos, muy especiados y jugosos. Cuestión de gustos o de percepciones en los paladares porque ambas opciones son soberbias.
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