Futuro incierto para La Cartuja de Jerez: dejará de tener vida monástica en semanas

Mutismo en el Obispado sobre el futuro del monasterio, mientras se especula con que podría desvincularse del mismo, renunciando al usufructo si no logra una solución para la vida religiosa y la inversión que precisa el monumento

Futuro incierto para La Cartuja ante el año en el que dejará de tener vida monástica. En la imagen, el acceso principal al monasterio.
Futuro incierto para La Cartuja ante el año en el que dejará de tener vida monástica. En la imagen, el acceso principal al monasterio. JUAN CARLOS TORO

Al monasterio de La Cartuja, el espacio monumental más importante de Jerez y de la provincia, le espera un año trascendental para su futuro. El primer episodio podría estar sucediendo ya, la marcha de las Hermanas de Belén, que ya anunciaron que dejaban de habitar el edificio. Algunos testimonios aseguran que la salida de las religiosas está siendo de forma paulatina hasta final de este mes, que será cuando todas hayan abandonado el cenobio y, por ende, entregado las ‘llaves’ al Obispado de Asidonia-Jerez.

Desde ese momento la cuestión es quién se hará cargo del cuidado y vigilancia del monasterio. Hay que recordar que el pasado mes de noviembre se produjo allí un robo que, pese a que no afectó a elementos patrimoniales, sí despertó las alarmas sobre lo que puede suceder cuando La Cartuja deje de tener vida.

Desde el Obispado se mantiene un absoluto mutismo sobre lo que se esté o no planeando. Toda gestión se circunscribe al propio prelado y su entorno más próximo. Fuentes consultadas especulan con la idea de que el propio obispo ha podido entrar en contacto con alguna orden para que ocupe el convento, intentos que hasta el momento no habrían fructificado. Desde la misma curia diocesana se habrían mantenido conversaciones con otras organizaciones eclesiales o comunidades de un perfil similar al de las Hermanas de Belén.

Interior de la iglesia durante una celebración religiosa.  JUAN CARLOS TORO
Interior de la iglesia durante una celebración religiosa.       JUAN CARLOS TORO

Esa rumorología señala que se ha contactado también con la administración del Estado, que es la propietaria última del monasterio, no se sabe si para pedir ayudas para sostener y arreglar el espacio o para dar unos primeros pasos que podrían desembocar en la renuncia del usufructo, en el caso de que la Iglesia local se vea imposibilitada para mantenerlo. Esta opción cobra mucha fuerza en diferentes círculos cercanos al Obispado.

Lo cierto es que encontrar una comunidad con religiosos suficientes que esté dispuesta a ocupar la Cartuja no es una cuestión fácil. De una parte, está la crisis que atraviesan las órdenes religiosas, sobre todo las más tradicionales y longevas. De otro lado, se suma el debate, agrio en algunos momentos, sobre el uso y apertura a las visitas, la incompatibilidad de estas acciones ‘turísticas’ con la vida religiosa y las obras que con urgencia hacen falta acometer.

En este punto cabe recordar la carta que las monjas hicieron pública explicando los motivos de su marcha: ¿Podemos vivir, siendo fieles a nuestra vocación de comunión fraterna en el desierto, cuando la soledad y el silencio del claustro se ven perturbados cada vez más?”. Y profundizaban manifestando que "a la proximidad y el ruido de las carreteras, el paso frecuente de aviones y un entorno del monasterio cada vez más poblado, se une el desafío constante del mantenimiento y restauración de este gran monumento histórico", conclusiones que sostienen la decisión adoptada por las hermanas: “no sin dolor en el corazón, que ha llegado el momento de dejar este querido monasterio”.

La capilla de los caminantes y, al fondo, el pórtico de la Iglesia.
La capilla de los caminantes y, al fondo, el pórtico de la Iglesia.            JUAN CARLOS TORO

Se podría afirmar que la situación actual es consecuencia de muchos desatinos, que han provocado llegar al final de una historia que se empezó a escribir cuando el recordado monseñor Juan del Río Martín consiguió mantener con vida el monasterio tras la marcha de los cartujos. Pero el proyecto que tenía para este espacio del que fue segundo obispo jerezano no se quedaba solo en salir al paso de una situación puntual. ¿Qué sucedió con las importantes iniciativas de rehabilitación y creación de un centro de interpretación que ideó e incluso avanzó en su financiación Del Río? A esta cuestión solo se responde con evasivas y mirando atrás, especialmente al mandato de tercer obispo de Jerez, José Mazuelos.

Todo aquello quedó en un intento de crear un centro de acogida para retiros espirituales. Un abismo entre una y otra propuesta de futuro, dejando para ‘mejor’ momento la gran inversión prevista, que para eso el talento del fallecido arzobispo castrense fue el mejor aval para haberlo hecho realidad.

Tampoco las Hermanas de Belén, con sus exigencias, han sabido gestionar la situación, ciñéndose a su estricto carisma, a lo que, para colmo, se sumó una serie de ‘iniciativas’, ciertamente poco acertadas, que llevaron a cabo. Eso no evitó la fuerte polémica levantada por expertos que criticaron duramente esas acciones. Así las cosas, aquí cabe perfectamente el dicho de que ‘entre todos la mataron y ella sola se murió’.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

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