Con la alerta amarilla todavía activa, y con el susto en el cuerpo después de las grandes lluvias vividas en la jornada de este miércoles, Jerez está deseando que pase ya el frente. La ciudad y su campiña, muy necesitada de aguas por los años de sequía, necesita que llueva, pero con más moderación y en un intervalo de tiempo más extenso. Sin embargo, este tipo de fenómenos, acrecentados por el cambio climático, tienen sus claros precedentes en el pasado con consecuencias devastadoras sobre la ciudad.
Gracias a los avances técnicos, las obras hidraúlicas y la prevención, hay escenas que afortunadamente quedan lejos de volverse a ver. No obstante, ante unas lluvias de semejante magnitud, habría escenarios poco halagüeños. Es lo que sucedió un 13 de septiembre de 1979, jornada en la que llegaron a caer más de 180 litros por metro cuadrado en la ciudad, causando una gran riada en la calle Porvera y parte del centro de Jerez, así como la anegación de las 'casitas bajas' de La Asunción, una barriada que suele sufrir las grandes lluvias.
"El agua nos llegaba por encima de la cintura, tuvimos que hacer una cadena para poder sacar a mi padre de el Almacén que tenía en Calle Arcos", comenta Antonio en redes sociales, uno de los vecinos que sufrió aquella gran riada. Teresa, otra vecina, recuerda que era el día de su primera comunión. "No pudo ser, me quedé encerrada en casa de mi tía al lado de la plaza Arenal y los coches flotaban y llegaban hasta la fuente. Fue tremendo", dice. A Juan Pedro le tocó haciendo la vendimia en la bodega de Las Copas. "La entrada de agua en la bodega a borbotones por las pocets del suelo hizo tumbar andanas de botas unas sobre otras", recuerda.
310 personas durmiendo en el Ayuntamiento
Agua, granizo y un fuerte levante hicieron el resto. Alrededor de medio millar de vehículos volcaron en el entorno de Lealas, Ancha y Porvera. Un artículo de El País de la época cuantificaba en 183 los litros caídos en Jerez, con zonas donde se alcanzaron los dos metros. Esa tromba de agua causó el fallecimiento de un vecino de Cuartillos, José Bernal Rodríguez, alcanzado por un rayo. La zona cero se decretó en la barriada de la Asunción, donde se tuvieron que desalojar todas las 'casitas bajas', rescatados en el tejado de sus casas para no ser arrastrados por la corriente.
Un total de 310 personas perdieron su casa y tuvieron que dormir en el Ayuntamiento, donde recibieron ropa, enseres y comida. Allí estuvieron durante días, rechazando la propuesta del primer Ayuntamiento democrático de ir a un pabellón, con objeto de reclamar que se les diera una vivienda tras la pérdida de sus casas por la lluvia. La solución vino por alojar a aquellas familias en la barriada Teodoro Molina, lo que conocemos como Picadueña Baja, donde había casas disponibles, tras semanas de angustia y presión a la nueva corporación municipal.
A la Policía Local, la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Cruz Roja, se le sumó efectivos del Ejército en aquella catástrofe, que fueron coordinador por el recién elegido alcalde, Pedro Pacheco, que afrontaba la primera crisis de magnitud apenas unos meses después de tomar posesión. En aquel momento, preocupaba mucho la vendimia, que ya había empezado, y las viñas ante la lluvia de granizo. Pacheco pidió la declaración de zona catastrófica, que se le concedió al Marco de Jerez con retraso y que no llegó a cubrir las necesidades que se tenían. Las pérdidas se cuantificaron económicamente en 3.500 millones de pesetas, unos 20 millones de euros de la época.
Seis grandes riadas y catástrofes en un siglo
No era el único episodio problemático que vivió la ciudad en el siglo XX. Cabe recordar la riada del 7 de marzo de 1917, que causó estragos por toda la ribera del Guadalete —en localidades de la Sierra de Cádiz, Arcos y la Junta de los Ríos—, como recuerdan los hermanos García Lázaro en su blog Entorno a Jerez, que arrastró el puente del acueducto de Tempul, dejando sin suministro a la ciudad. “A las cuatro de la mañana, dice el guarda, que en la dirección de Arcos, vio avanzar hacia La Florida una montaña enorme de agua, que levantó el puente del sifón de La Florida (La Barca) y desapareció con él”, recogía en sus páginas El Guadalete sobre el suceso.
Como consecuencia, los jerezanos estuvieron casi dos meses sin agua. El alcalde, Julio González Hontoria, aclaró tras la riada: “El suministro de agua al vecindario para beber y guisar exclusivamente, se efectuará situando botas al pie de las fuentes públicas y en el depósito del Tempul donde se facilitará individualmente la necesaria para usos indicados”. El citado rotativo contaba que la enorme crecida del río inundó los Llanos de la Ina, así como viviendas existentes en la orilla del río, “a las once de la mañana cubrían casi por completo los ojos del puente próximo al Monasterio de Cartuja”.
Muy comentada fue la labor de “tres individuos con una barquilla”, Francisco Atalaya Bellido, su hijo Sebastián Atalaya Pastoriza y Francisco Carmona Moreno, quienes rescataron a numerosas personas que habían quedado atrapadas en sus casas.
Otros episodios de magnitud se vivieron el 7 de junio de 1930, cuando se inundó La Catuja, el Valle, El Mimbral y El Portal tras el desborde del Guadalete en La Barca, y en 1963, cuando otra vez estuvo la ciudad un mes sin agua potable. Fue en febrero de 1963 y las lluvias arrasaron Arcos, La Barca, La Ina y El Portal. En Las Pachecas los vecinos tuvieron que ser rescatados en helicóptero por los militares de la base de Rota.
Aquel año Grazalema llegó a registrar más de 4.000 litros por metro cuadrado. A la riada de 1979 le precedió la de 1970 y no hubo una de tal magnitud hasta diciembre de 1996, cuando el Guadalete se desbordó totalmente tras más de dos semanas de lluvia. En el Aeropuerto, el pluviómetro registró 70 litros en dos horas, inundándose de nuevo toda la vega del Guadalete.
Las dos últimas lluvias, más recientes que se recuerdan, tuvieron lugar en 2009, cuando cayeron 500 litros en Jerez en varios días, y de nuevo creció el río, y en noviembre de 2014, con 100 litros y fuertes vientos, que anegó también la zona rural y la vega del Guadalete.
Lamentablemente, los pronósticos prevén que el río Guadalete vuelva a desbordarse esta semana, tal y como se va ya viendo en su amplía crecida a la altura de Arcos. Los vecinos del Jerez rural cruzan los dedos para que la alerta de estas nuevas inundaciones no sean de magnitud similar a la de otros episodios históricos.
Comentarios