Entre los muchos bocados callejeros que sirven de tentempié en la Semana Santa de Jerez aparece una novedad este año. De camino entre los desfiles procesionales e ideal para reponer fuerzas, el final de la calle Tornería, casi en la confluencia con Sedería y Francos, emergen el escaparate de La Gallina Violeta.
Allí donde hubo una joyería ahora venden panes pizza y bocatas artesanales. Con oferta con bebida, Antonio Guillén ha convertido su segundo punto de venta de pan de calidad en una bocatería que cada tarde-noche de esta Semana Mayor se presenta de lo más concurrida por la calidad-precio de su oferta.
Variedad de oferta
Los bocatas van desde el atún con pimientos del piquillo hasta el de tortilla de patatas o ensalada de pollo. Los pan pizza artesanal pueden ser de chorizo y jamón o jamón y bacon, entre otras combinaciones posibles. Son servidos al instante y la masa tiene toda la calidad y el sello de esta panadería artesanal y tienda ecológica que ha ido ganando adeptos en la ciudad.
Filosofía por lo natural
El obrador está en El Portal. Antonio Guillén tuvo una granja en Las Pachecas y otra en terrenos cercanos al aeropuerto. Esa filosofía por lo natural y artesano la sigue manteniendo ahora con dedicación exclusiva a la panadería. De un puesto en el mercado central de abastos, La Plaza, que mantiene abierto, saltó a un segundo establecimiento en la céntrica Tornería.
Antonio, como contaba en un reportaje reciente de lavozdelsur.es, es el panadero de toda la vida que elabora el producto por la noche, pero "con una capacidad limitada dado que es un pan que tiene sus tiempos, esos procesos clásicos de la panadería que son tan necesarios para hacer un buen pan. No se puede tener prisas". Así que la producción diaria es ‘fresca’ y la vende entera. A su oferta añade otros productos elaborados por ellos como varios tipos de empanadas y algo de bollería.
Su especialidad es el pan de espelta, el trigo ‘histórico’ que no puede ser modificado genéticamente como se hace ahora con las semillas para que tenga más aguante. Ahora, junto a su esposa, Tonería, 4, es un hervidero y un paso obligado para repostar fuerzas ante el maratón cofradiero, si el tiempo no lo impide, de estos días.