La salida procesional de la Virgen de la Merced fue la culminación de la jornada festiva en Jerez. Ese ambiente en torno a la Patrona jerezana comenzó bien temprano con la instalación de las alfombras en la calle instaladas por los grupos jóvenes de las cofradías, cubriendo toda la calle Merced. En la basílica, se renovó el voto de la ciudad a la Patrona por la alcaldesa y siguió la misa estacional que ofició el obispo Rico Pavés.
Por la tarde se inició una procesión muy participada, que se vio acompañada de un gran ambiente en las aceras desde que salió hasta la recogida, este año más temprana. Como es costumbre, casi la totalidad de las hermandades de gloria y penitencia así como otras asociaciones de la Iglesia local conformaron el largo cortejo que precedió al paso de la Patrona, adornado con centenares de nardos, como es tradición. Abrió marcha un año más, ante la cruz de guía, la Agrupación San Juan de Jerez.
En la representación de la Corporación municipal, encabezada por la alcaldesa, María José García-Pelayo, estuvieron concejales de Vox, PSOE y del PP. Mencionar el detalle de sacar la escolta de maceros, clarineros (privilegios del Consistorio jerezano) y la Policía Local de Gala, como protocolariamente corresponde. El obispo, curia diocesana, sacerdotes diocesanos y de diferentes órdenes religiosas, entre ellas las cuatro monjas que han llegado a La Cartuja que acompañaron discretamente tras el paso, dieron forma a la representación de la Iglesia local.
La Virgen fue cargada por costaleros a cuyo frente estuvo el equipo de Martín Gómez, que se ausentó por causa de fuerza mayor, y el capataz Manuel Monge. Y tras la Virgen de la Merced este año no estuvo la Banda Municipal de Jerez, que sigue en la misma situación, tanto es así que desde hace algunos años, cuando empezó a mermar el número de músicos, apenas se oía en la calle.
Así que este 2024 se ha estrenado tras el manto de la Coronación Canónica que vistió la Patrona, la banda de Santa Ana de Dos Hermanas, una formación de contrastada calidad. Fue la noche y el día en cuanto a lo que se oyó tras el paso. El efecto musical dio otro aire a la salida procesional.
La procesión transcurrió entre calles llenas de público, un gran ambiente y no pocos despistados por el recorrido de la procesión, dado que el cambio ha sido sustancial. No pudo seguir el itinerario acostumbrado por San Marcos al estar la plaza Rafael Rivero en obras. Se decidió que de ida iría por Ponce y Guadalete para alcanzar Cristina y coger calle Porvera, donde se paró ante La Victoria, templo cuyo exterior fue decorado y que abrió sus puertas para dejar ver a La Soledad.
En algunos momentos se produjeron tremendos cortes entre el cortejo y el paso. Una cuestión de ritmo en el caminar. Se trataba de evitar parones, que al final los hubo irremediablemente, pero las andas de la Patrona llevaron su propia cadencia, más relajada, además de sumarse los instantes de costumbre que retrasaron su caminar, como a la salida con el canto de una plegaria y a la altura de la Peña Tío José de Paula, donde un año más el eco flamenco de Santiago fue una ofrenda a modo de fandango para la Virgen.
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