La historia de los autobuses municipales de Jerez puede contarse de dos formas. Ambas interrelacionadas entre sí, pero diferentes. Por un lado, es la crónica de un problema económico, de deuda municipal, de polémicas en el ámbito mercantil. De esos líos está llena la hemeroteca. Pero, por otro, hay algo más: es el relato de la desconfianza de la ciudadanía de Jerez hacia lo municipal. Del reconocimiento de que no funcionan bien, de que es un servicio público que se ha quedado atrás respecto a los pasos que dan otras ciudades españolas en cuanto a inversiones o comodidad. De que no convence.
¿Qué hacer? ¿Cómo cambiar la tendencia? ¿Cómo hemos llegado aquí? En este reportaje hablan usuarios, pero también protagonistas del pasado, el presente y el futuro del autobús. Pedro Pacheco, exalcalde de Jerez; José Antonio Díaz, hasta hace algo más de un año responsable de la cartera de servicios públicos en el Ayuntamiento; y Jaime Espinar, actual teniente de alcaldesa que ha heredado esas funciones.
"De la limpieza también hay que hablar", denuncia una usuaria
Muchos potenciales usuarios buscan otra alternativa para viajar y apenas hay que los use por convencimiento. A falta de ello, la necesidad de subirse a uno. Eso dificulta que mejore el servicio, porque si no arroja beneficios millonarios, no hay para invertir. Y si no se invierte, no mejora la confianza de la gente.
Rondan las 12 de la mañana en plaza Esteve. El 14 está al llegar. Es el que va hacia el entorno del cementerio. Sale por Pío XII a La Vid, y desde el Club Nazaret callejea un poco para salir a la avenida del Colesterol, cruzando número a número las rotondas hasta el camposanto. Varias personas con sus bolsas de pescado, principalmente, esperan pacientemente. Son de esos usuarios ya en edades de jubilación que realizan el mismo viaje con frecuencia, y por eso se saben los horarios, que no tienen que consultarlos. No es que sean las marías, es que de casualidad tres de ellas se llaman María.
El 14 fue el bus que empezó a arder en ese mismo punto, en plaza Esteve, el pasado mes de junio. "Unas veces está mejor y otras peor, pero luego te enteres de que ha salido ardiendo este mismo...". Hay fuentes que hablan de que fue el 4, otros que el 14, y en las fotos no está claro. Por lo que hablaron en los días posteriores, insisten en que fue el 14 el que se quemó. Esa línea viene del Parque Atlántico. La ida hacia la Plaza, andando; al mediodía, con el calor, de vuelta en autobús. Le sale seis céntimos el viaje por su tarjeta de tercera edad.
No es los retrasos lo que más le molesta. Eso lo puede entender. Porque a veces alguien aparca en doble fila y el autobús no puede pasar. "De lo que te quiero hablar es de la higiene, que deja bastante que desear. Los microbios que hay, los asientos. Limpieza nula", añade su tocaya, Mari. Independiente de que esté viejo el autobús, insisten en que falta mantenimiento. "Entran con las bolsas goteando del pescado... A eso hay que darle con la manguera diariamente".
"El servicio no está mal", dice. Avanzan, se monta, sale, a veces con retraso, a veces no muy limpios. Pero hay un problema. "Es que hay uno para el trayecto, una hora tarda. ¿Con uno solo cómo puede estar el 14?", se pregunta. Más allá de ese extremo, es la sensación que tienen.
Con las marías está Juan. Cuenta que en el que va es un autobús "que trajo el PP, de los que vienen de Madrid", dice sobre los que fueron adquiridos a la EMT, la empresa municipal del transporte de la capital de España. "No está en condiciones. Estás sentado y a lo mejor te cae una lluvia del aire acondicionado. Y muchas veces se queda parado. Nos ha dejado tirados alguna vez, y hasta nos han dicho que no convenía esperar, que desde donde nos dejó, que nos buscáramos la vida. Aquel día se quedó sin funcionar el 14".
Tiene palos para todo el mundo. Recuerda el mal estado de la empresa municipal, "así que cuesta mucho trabajo creer cuando te prometen que van a traer autobuses nuevos. Hasta los que trajeron de Turquía tienen muchos problemas. Un conductor una vez nos contó que las piezas se llegan a pedir en AliExpress". Una cosa que reflexionan desde la parada, cuando ya va siendo la hora de que llegue el autobús, es esa falta de confianza, que se basa en el día a día. "El otro día un chófer vio que su autobús se empezó a calentar. Era la hora y no salía. Se bajó para comprobar y salía negro [el humo del tubo de escape]. Paró un rato y cuando se enfrió salimos. Ahora, en verano, se nota más", cuenta, mientras Paula asiente. Piden, además, tras la plataforma única en Esteve, "que pinten de amarillo el sitio en el que para el autobús", o pivotes, o chinchetas. Algo que avise al ciudadano de a pie que por ahí se va a meter el autobús.
Recuerdan aquella época en que los autobuses iban llenos. Hoy, lo siguen usando porque no tienen coche, porque no quieren pagar parking... ¿Cuál es la solución que proponen, en definitiva, para que Jerez vuelva a ver los vehículos repletos de usuarios? "Tirarlos todos y comprarlos nuevos", remacha María, la primera que habló, y el resto se ríe y asiente. "Nos vamos, que ya está ahí el 14".
Del autobús rosa al autobús negro
En algún lugar entre el núcleo urbano y El Portal hay un desguace de piezas donde quedan algunos autobuses rosas. Es increíble cómo pasan los años y aún los visitantes, que recuerdan haber pasado por la ciudad hace años, preguntan por aquellos vehículos. Un secreto de Jerez es que, mirando desde una azotea, aún se intuye algún autobús que fue rosa y hoy es azul. Se da el caso de que Jerez hoy tiene autobuses azules y rojos.
El color rosa del autobús -que volverá algún día, seguramente, porque todas las modas vuelven- es como el Guati Guati o el anuncio de El Pollo Dorado. Símbolo de un tiempo pasado, donde no todo era mejor. Pero es el recuerdo emocional de la ciudad. De cuando los que hoy están en el club de las canas eran padres y madres jóvenes; de cuando los hoy adultos eran niños o adolescentes. De echarse una pareja y tener que coger el eterno 8 para quedar.
Pacheco: "¿Quién le pone el cascabel al gato?"
Los autobuses rosas llegaron en la época de Pedro Pacheco. Porque en casi todo lo que pasó en Jerez entre los 80 y los 2000 ha estado Pacheco. El exalcalde no se excede en añoranzas y habla mucho del presente y del futuro. Eso sí, es claro: "Tuvimos, con Vitoria, el mejor servicio de autobús de España. Hoy es el peor". Cuenta, asegura, que tenía el compromiso de que "si el autobús llegaba tarde, el usuario no pagaba. Y casi nunca había que hacerlo, porque siempre llegaba". Respecto a la comparación con el antes y el después, sentencia: "Es el día y la noche".
Pero lo que más achaca Pacheco es falta de capacidad política de los gobiernos municipales. Habla de "pollos sin cabeza", de "dejadez". De "la triste anécdota de los autobuses turcos", de los adquiridos en Madrid, o de que aún haya circulando "autobuses de mi época. "Hoy salen ardiendo, van tarde o se empotran contra el Gallo Azul. Hasta el día que se quede uno parado en la cuesta de la Chaparra o de la Alcubilla, o que bajando se quede sin frenos y haya una desgracia".
"Cualquier día habrá una desgracia"
El autobús rosa fue "una sensación, no solo en Jerez. Hoy no hay conciencia de lo público. Creo que los que gobiernan no son conscientes y no hay porvenir en los servicios públicos". Y mandar es tomar decisiones, insiste, aunque resulten impopulares. Una reflexión sobre la sociedad actual que trae desde la anécdota. "Piensa en varias madres que llevan a sus hijos al mismo colegio, que son vecinas del mismo bloque. Cada una, con su coche. Es innecesario. Pero la política hoy no tiene interés en molestar". Se traduce en obligar, de una forma u otra, a usar el servicio público. En reordenar la ciudad, no solo un servicio.
"Un ejemplo es el puente sobre la carretera de Arcos, el que va de la avenida de La Paz al Minotauro, en Pío XII. Esos coches que pasan por ahí cruzan el centro pero en realidad van a Cuatro Caminos, van para El Puerto. En vez de coger por el Colesterol, cortan camino ahí. Eso hay que quitarlo. Le pondría jardineras. Porque te están metiendo cada día 4.000 coches que pasean por allí. ¿Quién le pone el cascabel al gato?".
José Antonio Díaz: "Si no compramos los Otokar, hoy no habría servicio"
Ese gato y ese cascabel es el de sacar el coche del centro. Se pueda hacer o no, sea recomendable o no, Jerez tiene características propias. Si se compara con ciudades del entorno, como Cádiz, Sevilla o Málaga, hay algo que diferencia a Jerez de raíz: no tiene apenas atascos. Más allá de algún semáforo que en hora punta pudiera mejorar su ciclo, o de alguna calle junto a varios centros educativos que pueda hacerse incómoda entre las dos y las tres de la tarde. Nada en comparación con otros entornos. Una ventaja de la ciudad que ocurre a la vez que el centro de Jerez pierde habitantes, pierde clientes en favor de superficies comerciales a las afueras...
De eso habla José Antonio Díaz, portavoz del PSOE de Jerez y exteniente de alcaldesa para, entre otras, el área de servicios públicos. "El punto de partida radica en Cojetusa, que el autobús lo llevaba una empresa privada y el servicio se rescató por Comujesa. Eso ha dificultado comprar autobuses, hacer inversiones...".
Pero más allá, hay que insistir, de entrar en la parte societaria, Díaz lo recuerda porque de la época de conflictos laborales surge la actual de "alejamiento de los ciudadanos, de falta de atractivo de los servicios". En paralelo, "un crecimiento de la ciudad en horizontal. Tenemos un número similar de habitantes que Gijón y Oviedo, pero esas crecieron en vertical, hacia arriba. Jerez es plana, con buenas comunicaciones. Si los conflictos merman el servicio, si el Ayuntamiento está limitado por la deuda, que se traduce en no renovar autobuses, es difícil impulsarlo".
"Jerez ha crecido en horizontal y no tiene atascos"
Insiste en que su gobierno compró 20 autobuses. Los autobuses turcos que tantas críticas han generado y que el actual gobierno municipal estudia devolver. Los defiende porque hay algo de leyenda negra: "Lo que no hay es mantenimiento de esos autobuses, Otokar ofrece servicio en otras ciudades. Hay que hacer revisiones, pero si debes millón y medio a proveedores, si no arreglas las piezas cuando llegan a su vida útil, pues se rompe el motor, la transmisión... No han salido malos, es falta de mantenimiento. Si no hubiéramos traído los 20 autobuses que compramos, hoy no se prestaría servicio. Los anteriores autobuses nuevos que se habían comprado en Jerez eran de Pacheco", dice en referencia a los de segunda mano adquiridos a Madrid en el anterior ejecutivo de Pelayo.
Más allá de defender su gestión, insiste que el futuro pasa por varias cuestiones. "Lo primero, serenidad en la gestión. Lo segundo, marcarse objetivos para tener capacidad de inversión, que son autobuses nuevos. Luego, digitalizar el servicio, tener una app móvil, reordenar líneas y paradas. Y eso, con una campaña de concienciación ciudadana". Algo que no es rápido, sencillo, "sino un proceso. Darle la garantía al jerezano de que si se monta en un autobús, va a llegar al servicio. El problema es que el Ayuntamiento se convierte en lastre de los autobuses. Esta semana decíamos que si en vez de aumentar sueldos en el Ayuntamiento se destinaran a servicios públicos, podrían comprar más de 50 autobuses nuevos".
Jaime Espinar: "Pronto veremos cómo se dan pasos"
El actual responsable del área es Jaime Espinar, teniente de alcaldesa en cuyas competencias recae la gestión de este servicio. Su análisis es clave para entender el futuro próximo de los autobuses. Lo que más preocupa y se visibiliza es "el estado de la flota, las últimas noticias así lo reflejan. Y no es una cuestión de responsabilizar a nadie". Hace repaso: "Todos sabemos quién trajo los autobuses de Madrid para cubrir una situación coyuntural y quién trajo los autobuses de Turquía que ya han ardido nueve veces, y que la mitad están siempre reparándose, reparaciones que cuestan millones".
Mira atrás para insistir en que "tras la municipalización de 2014 por el gobierno del PP, desde 2015 debió ponerse el foco en una renovación fiable de la flota, porque los de Madrid tenían una misión concreta, salvar el servicio tras los ocurrido con Urbanos Amarillos. Y eso no ha sido prioridad, no se ha contactado con expertos, con trabajadores. Eso lo estamos corrigiendo". Actualmente, cuenta que los empleados le dan la medida de la situación.
"No puede haber una parada cada 200 metros"
En eso, hay una idea más: "La organización de líneas. Porque tenemos en Jerez algunas solapadas, con una circulación muy poco eficiente". Por eso, como ya indicaba en rueda de prensa esta semana, habrá una repensada, aunque esa nunca es sencilla. "Y a pesar de todo esto, los pasajeros han crecido un 15%. Hay que tener esperanza, pensemos dónde podríamos llegar".
Reconoce algo obvio: "No puede haber una parada cada 200 metros de la misma línea. Muchas veces, pecamos de querer contentar a cada persona. Para una distancia relativamente corta, se tarda un tiempo considerable. El reestudio de las líneas para por la participación, pero también de la mano de renovar la flota. Podemos ir dando pasos". Promete que "pronto se verá cómo se van dando pasos. Las críticas de la oposición no nos despistan. Los jerezanos saben perfectamente la historia, y ahora piden que escribamos el futuro. Así lo haremos. También junto a la oposición, que nos pide arreglar todo en un año".
La solución requiere "fondos y tiempo, aunque ese tiempo ya ha comenzado y se irá visualizando. Tenemos el renting, las alternativas para poner fin al contrato de Otokar, que no han mejorado el servicio, que nos cuestan recursos y tiempo". Pero, remacha, "tenemos las ideas claras".
Mientras tanto, cada día muchos jerezanos siguen esperando el autobús. Próximamente desembarcarán los autobuses eléctricos. Jerez llega tarde a una tendencia de renovación en ese aspecto que ya se ha llevado a cabo en gran cantidad de ciudades, pero al menos parece que llegará. Será una especie de circular del interior del centro, que enlace para el resto de líneas. Aún no han trascendido más detalles. Al menos, ese minibus que recorrerá calles estrechas, no será tan escandaloso, por decir algo, como los autobuses actuales. Ruidosos, por ejemplo. Que gotean. A veces agua de los aires acondicionados, y otras no. O que elevan nubes de humo no ya de fuego, sino del uso normal del tubo de escape. Hoy los autobuses, que fueron rosas, son celestes y rojos. Pero, mientras algunos lanzan a la atmósfera esos humos -cuidado con ponerse detrás de uno en un semáforo si van con las ventanas del coche abiertas, o circular en moto o bicicleta-, el color predominante es el negro.