El centro de Jerez, a reventar desde pasadas las siete de la tarde. Miles de personas circulando del Arenal a la Porvera, cientos de niños y adultos disfrazados (Maléfica y Miércoles Adams, entre las caracterizaciones más repetidas).
Un ambientazo increíble en el corazón de la ciudad y, tras la clásica espera para guardar un buen sitio que garantizara la visibilidad a los más pequeños, el fiasco de la antesala de la noche más aterradora del año.
Puede decirse que muchísimos jerezanos y jerezanas estaban ansiosos por disfrutar de la cabalgata de Halloween, pero el denominado desfile se quedó en un pasacalles terroríficamente corto y muy cutre. De tercera regional.
Muchos se quedaron con las ganas, por lo que quizás otro año haya que moverse a localidades cercanas donde llevan años adelantando a la ciudad más poblada de la provincia por la derecha, ya sea en este terreno hallowenesco o en eventos culturales como la puesta en escena y programación de la Feria del Libro.
No es ya por la reutilización de elementos más que amortizados de otras cabalgatas (incluida la de Reyes) es que la figuración que componía el pasacalles se veía a todas luces improvisada, con unas brujas pasadas de rosca y una tartana lanzando papelillos sin venir a cuento. No había más. La ambulancia cerrando el desfile y los miembros de Policía Nacional y Local abriéndolo. Fin. Y la responsabilidad, claro, del organizador, el Ayuntamiento de Jerez.
La diferencia con lo organizado un año antes en la ciudad fue abismal y quizás eso había provocado el efecto llamada de un numerosísimo público, super involucrado por estar a la altura de una moda que ya no es pasajera y que la sociedad disfruta. Chasco. Se entiende que esta vez ha habido muchos menos recursos y, quizás, por qué no, tampoco muchas ganas de meterse a fondo en esta fiesta pagana que no es que gane adeptos año tras año, es que es ya una auténtica fiebre (solo había que pasear por el centro de Jerez).
Y al final quedó claro que hacer las cosas por hacer —o eso pareció— acaba siendo frustrante y contraproducente. Para lo visto y oído, mejor haber cumplido con ese supuesto deseo del nuevo gobierno local PP de pasar de esta celebración y haber enterrado Halloween en Jerez. Tampoco habría pasado nada. Y para miedo, miedo, volver por la calle Armas casi a oscuras y encontrarse al final el jardín vertical, seco y meado, de la calle Puerto.