"Hay una casa antigua que hace frente a la plaza del Mercado y pertenece, según me dijeron, a don Pedro Riquelme; se conoce que en lo interior está desfigurada, o no se hubo de acabar, pero se conserva la caprichosa portada del estilo de Berruguete, anterior al tiempo en que se hicieron las casas de cabildo". Es la noticia más antigua que hace referencia a la casa de los Riquelme, y que trasciende el ámbito puramente local. Se encuentra en Viaje de España, de Antonio Ponz, y hace referencia a ella investigadora jerezana Julia López Campuzano en su estudio para la Universidad Complutense La fachada de la casa Riquelme en Jerez de la Frontera. Una maldición parece rodear a esta joya inacabada desde 1542. Ubicada en el centro neurálgico de la ciudad medieval, la plaza del Mercado, y levantada como símbolo de poderío de los Riquelme frente a la otra familia dominadora de las tierras jerezanas de aquella época, los Ponce de León, acabó sirviendo de caballerizas e incluso de casa de la mujer del famoso Pantera.
El Boletín Oficial del Estado (BOE) del 29 de noviembre de 1982 recogía la declaración de utilidad pública, a afectos de expropiación forzosa, de la que era beneficiario el Ayuntamiento de Jerez, y la adquisición del Palacio de Riquelme para "proceder a su restauración, rehabilitación y uso adecuado". Este 2015 se cumplen 33 años de aquella solicitud que cursó el Consistorio -en la primera legislatura de Pedro Pacheco al frente del mismo-, teniendo en cuenta que dos años antes, en 1980, el Ministerio de Cultura, en manos de Soledad Becerril (UCD), le concedió una subvención de diez millones de pesetas para su restauración. Así informaba en las páginas del ABC de la época el entonces delegado municipal de Cultura, Mariano León.
Recientemente aparecían nuevas denuncias ciudadanas alertando del ruinoso estado del inmueble, una espléndida muestra del plateresco andaluz del siglo XVI, que literalmente se cae a trozos. Y no parece que vaya a ser esta tampoco la legislatura de su rehabilitación integral, después de tantos vaivenes y dificultades para abordar su recuperación ya fuese en manos públicas, privadas o mixtas. No en vano, aquella expropiación significó que el Ayuntamiento no pudiera enajenar el inmueble y darle salida (pasando de bien demanial a patrimonial) para que fuesen manos privadas quienes lo restaurasen antes del tope para estos casos de 20 años. Dos décadas que se cumplieron hace poco más de un año y que, por el momento, no han servido para que se reactive el interés de uno de los grandes novios del palacio: el magnate inmobiliario jerezano Joaquín Rivero. La idea de Rivero, como así se adelantó hace ya casi una década, era alambicar las bodegas Tradición -que actualmente acogen una mínima parte de su pinacoteca-, el rincón Malillo -de su propiedad- y el Palacio Riquelme para conformar un complejo museístico de primer nivel. El empresario siempre declaró que sus planes pasaban por adquirir la propiedad de la finca, aunque como no habían transcurrido aún los 20 años desde la expropiación, la alternativa que ofrecía el gobierno local de turno, en 2006, pasaba por la concesión a 50 años (límite máximo legal). En febrero de ese año, la Gerencia Municipal de Urbanismo llegaba a aprobar dicha cesión de un solar de 1.088 metros cuadrados de superficie y 1.600 metros cuadrados construidos. No se culminó.
Si a principios de legislatura, Rivero seguía interesado en el inmueble, también apuntó hacia los recién rehabilitados Claustros de Santo Domingo, si bien tampoco hubo acuerdo finalmente, esta vez, con el gobierno de María José García-Pelayo. ¿Y qué hace el ejecutivo del PP? De momento ha adjudicado a la empresa Tarje los trabajos de consolidación del edificio por un importe de 85.704,18 euros. Hace unos años se valoró la rehabilitación integral en alrededor de unos 4 millones de euros de los que obviamente el Ayuntamiento no dispone en estos momentos, por lo que el futuro de este patrimonio de los jerezanos sigue siendo totalmente incierto. Nadie ha sido capaz hasta ahora de poner fin a la maldición del Palacio Riquelme y que luzca en todo su esplendor. Sería un buen comienzo para la recuperación del penoso estado del casco antiguo de la ciudad.