Bolardos arrancados, una fuente seca y sucia, alcorques vacíos... La que fuera antiguamente la más señorial de las plazas jerezanas pasa por sus peores momentos ante la desesperación de sus vecinos.
Plaza del Mercado. En intramuros comenzó todo, ya que desde el corazón de San Mateo Jerez empezó a expandirse. La que un día fue el centro señorial y urbano de la ciudad es hoy un lugar triste. Más lo es comprobar cómo no son necesarias grandes inversiones para darle otro aspecto. Otra vez, la desidia.
Hasta el más pequeño pueblo de España cuida al detalle sus plazas más significativas. Ni que decir tiene que el hecho de albergar un espacio como un Museo Arqueológico debería ser motivo más que suficiente para ello. En la plaza del Mercado una pareja de turistas, guía de viajes en mano, se acerca hasta la fuente central, una joya del siglo XV de mármol blanco. Echan un somero vistazo, comentan algo y redirigen sus pasos al museo. No tiene pinta de que les haya gustado lo que han visto. Efectivamente la fuente no pasa por sus mejores momentos. Luce seca y sucia. Por lo visto algunos la usan como papelera ahora. El problema no es nuevo. Por sus cañerías no corre el agua desde finales de 2015. Es una más de las muchas fuentes que están estropeadas en Jerez y que desde el gobierno se ven incapaces de arreglar ante la ruina de las arcas municipales.
Sin movernos de la plaza seguimos viendo ruina. Dos enormes bolardos de hierro permanecen arrancados, en el suelo, en uno de sus extremos. Un camión de reparto se los llevó por delante en un despiste hace más de un mes y ahí siguen, esperando que alguien en el Ayuntamiento de la orden de volverlos a reponer. Como también se podrían reponer algunas de las palmeras que fueron pasto en su día del picudo rojo, o las que cayeron por el propio peso de sus dátiles acumulados en su copa, como la que dejó postrado en una cama a un vecino un mes de septiembre de hace casi cinco años. Se arrancaron sus tocones, para que ningún despistado pudiera acabar en el suelo, pero en su lugar permanecen los alcorques, dando bastante mala imagen. Y de fondo, Riquelme. Al menos un enorme cartelón que colocó en su día la delegación de Cultura con motivo de la Feria del Libro oculta la espantosa puerta de chapa que da acceso al palacio.
“Todo lo que decimos es poco. ¿Por qué te crees que denunciamos tanto las cosas?”, dice Alejandro González, presidente de la asociación vecinal del Centro Histórico, ante la pasividad del Ayuntamiento a la hora de actuar en intramuros. El colectivo, por cierto, está terminando de perfilar una nueva iniciativa, que verá la luz en otoño, que se llamará ‘La ruina del mes’ – en homenaje irónico a la actividad del Arqueológico denominada ‘La pieza del mes’ –, en la que pretende ser un ciclo de conferencias en la que se le de voz a diferentes especialistas.