A Lola no le falló Jerez ni su legión de incondicionales, esos a lo que el transcurrir del tiempo poco les importa para que La Faraona siga marcando su norte vital: carácter, genio, vitalidad, arte y una forma de entender la vida que fue más allá de los escenarios y de los brillos de la fama. Lola Flores a buen seguro será redescubierta para muchos en este año del centenario de su nacimiento mientras que para sus incondicionales, que la conocieran en vida o no, sigue estando muy viva.
Un 21 de enero de hace 100 años nació. Una efemérides que el ayuntamiento ha decidido usar para que en torno a su figura gire la actividad cultural, festiva, promocional, social y turística de la ciudad.
Este sábado la plaza de Belen fue el espacio donde se celebró el cumpleaños. Colas desde bien temprano para coger sitio en la grada frente escenario. Unas 1.000 personas entraron. Se llenó antes del mediodía.
A cinco minutos de las doce la alcaldesa colocó el último clavel en una “escultura en flor. El trabajo más especial que he hecho, un gran esfuerzo creativo”, indicó a lavozdelsur.es el florista Javier Varela.
Hubo quien le propuso que lo dejara para siempre; imposible. La creación tenía un componente excepcional: lo efímero, como la feria y como muchas cosas que se las lleva la imaginación y el recuerdo.
Se trataba de una composición donde una cúpula, como el firmamento, cubría un monumento floral en la que Varela consiguió con su maestría recrear una figura, Lola, vistiendo una bata de cola con sus flecos en un desplante, brazos y manos elevados. Todo en rojo. Todo formado con claveles de ese color; un monumento sobre el que se materializó por unas horas la aparición de La Faraona.
Tañeron campanas. Las de Santiago, san Miguel, el Carmen, san Mateo e incluso las de conventos cercanos a Belen, plaza desde la que, en su diáfano espacio, se visualizaban perfectamente esas espadañas y campanarios. Sonó, grabado, un brevísimo fragmento del himno de España en acordeón tal como contó Lola que sucedió cuando nació. Decía que la música le llegó a su madre mientras la paría y procedente del tabanco de su padre. No se oyó a las doce como estaba previsto. Parece que había prisas.
“Fue la más grande. No hay ni habrá nadie que la pueda igualar” fue el testimonio de todos. Los que la conocieron, la vivieron, la siguieron y los que de ella solo conocen añejas grabaciones, vinilos, películas en blanco y negro …
Macarena de jerez ensayaba en el escenario. La gente empezaba a llenar la grada. La plaza, brillante como una patena. Fernando Soto, tras probar su voz, nos dice que Lola es su “inspiración”.
“Es mi ídolo” nos dice Macarena de Jerez mientras que la peinaban para salir a actuar, pese a que le quedaba mucho por delante. “Desde pequeñita quise aprender de ella. Tuve la suerte de conocerla; era una niña pero su magia me llegó. Única e irrepetible”. Para que más.
Lucia Aliaño. 12 años. Pero desde más pequeña ya la admiraba: “la oí, la estudié, la seguí en todo lo que hizo. Es mi inspiración porque cantar ‘A tu vera’, entre muchas más, me hace sentirme ella”.
El sol empezó a picar. Abrigos y chaquetas sobraban. El magnífico día ayudó a engrandecer el evento que atrajo a medios de comunicación de todo el país y de todos los formatos, con directos de Canal Sur y TVE.
Vendedores de almendras con mandil y gorra blanca, como manda la tradición. A falta de bares cercanos, almendras y fino repartido por cuatro venenciadores. Más de ‘Jeré’ imposible.
Las gitanillas, la flor, volaron. Se repartieron más de 2.000. Todas en las manos de los que pudieron hacerse con alguna de esas macetas. Los más tempraneros en el reparto las pasearon por la plaza. El que no alcanzó una gitanilla se llevó un clavel del monumento que en ‘ná’ se quedó en el esqueleto. Adiós a la Lola más Flores jamás vista.
Entre tanto, en el escenario, el compás de rumbas, coplas, recitados y flamenco se sucedía en una fiesta que envolvió a todos. El Año Lola no ha podido empezar mejor. Canturreo en corrillos, palmas a compás y mucho y movimiento de caderas y manos dentro y fuera del escenario, especialmente encendido con la gente de Alalá tras el cante prístino, pausado y fidedigno de Lucía. Soto puso ánge y gracia a sus inspiración por Lola y Macarena, contundente y maestra.
El arranque ha sido llamativo y con muchas ganas. Jerez no olvida a Lola. ¿Y su alguna de sus hijas se hubiera dejado caer por esta fiesta? Hubiera sido un remate excepcional y todo un gesto. Pero no sucedió. Ellas se lo perdieron, como espetaron por allí.
A la vera, con puertas cerradas, la añeja nave del aceite, futuro Museo. Más atrás entre escombros y cemento, la instalación de flamencología andaluza que promueve la Junta. Y junto, el futuro Tablao, todo a la espera de que prenda la chispa que le dé vida. Que no nos lo fíen para largo.
Galería fotográfica | Lola Flores, más viva que nunca en Jerez
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