Siempre se les ha dado bien la música, pero han hecho historia en el mundo del deporte. Pablo y Alejandro Zarzuela, los dos hermanos jerezanos que nacieron con espina bífida hace tres décadas, han cumplido su sueño al participar en los Juego Paralímpicos de Río 2016, y lo han superado al lograr la medalla de plata en baloncesto sobre silla. En una extensa entrevista a lavozdelsur.es hablan de su infancia, su adolescencia y su día a día, y sobre el cambio que ha experimentado la sociedad en relación a las personas con discapacidad. Ambos, prefieren no hablar de política porque no creen “nada en el sistema”, y consideran que no son unos valientes como la gente les suele calificar por el éxito alcanzado, aseguran que solo es fruto del trabajo de los últimos diez años.
Para curarnos en salud, ¿qué pregunta estáis hartos de responder y por qué?
A: Es una pregunta un poco inesperada.
P: La pregunta que se repite mucho es la de qué opinión nos merece la comparativa con Los Gasol, es muy típica y se hace pesada. Somos hermanos y nos dedicamos al baloncesto, pero ya. Nos lo tomamos con humor y nos halaga que nos comparen con ellos por la trayectoria que tienen y por quiénes son un ejemplo en todo. ¿Quién es mejor de los dos?, es otra muy típica.
¿Qué le gusta hacer a Pablo y a Alejandro en su tiempo libre?
A: Me gusta pintar, tocar el saxofón, me encanta la informática y buscar información, echar el rato jugando a juegos de tiro con la play, y ver pelis en compañía en el sofá tranquilo, salir con los amigos, merendar, tomar algo tranquilamente en una terraza en la que podamos charlar sobre diferentes cosas que no sean baloncesto.
P: En mis momentos me gusta tocar el piano, es con lo que más disfruto. Después me gusta mucho estar con mis amigos y desconectar del baloncesto que son muchas horas y al final satura. Me gusta ver musicales, películas… Madrid te ofrece muchas posibilidades.
¿Os sentís observados para bien o para mal?
P: Sí, pero generalmente para bien. Los que nos observan como deportistas lo hacen para bien, y los que nos observan por desconocimiento es por eso, por ver a una persona sentada en una silla paseando por la calle, o en un centro comercial y parece que tienen la sensación de que seamos un objeto extraño (risas). Pero tampoco lo veo malo, es por desconocimiento. Es la gente que realmente no sabe cómo funciona una discapacidad ni lo que conlleva, los límites que puede tener o no tener. Me siento observado, pero para bien.
A: Como Pablo dice, deportivamente también me siento observado y muchas veces para bien. En Madrid es difícil sentirse observado, hay tal multitud de gente diferente —afroamericana, china, alemanas, un hippie, un gótico…—. Vernos es algo cotidiano y da igual, todo es normal en Madrid, y la gente no se te queda mirando. En otros sitios se dan la vuelta y se te quedan mirando. A mí me llama mucho la atención que te vean en silla de ruedas y te miren los pies, me parece algo muy llamativo, no le encuentro explicación porque hay muchas razones por las que estar en una silla de ruedas.
Lleváis una década fuera de Jerez. ¿Cómo es vuestro día a día? ¿Echáis de menos la ciudad?
P: Evidentemente se echa mucho de menos. Tenemos entre una y dos semanas en verano y una o dos semanas en Navidad, o sea que al final es como un mes de vacaciones, y unos 25 días los paso en Jerez que es lo que más me gusta. Echo mucho de menos a mi gente, a mis amigos… No lo quiero perder porque le tengo mucho cariño, son mis raíces y no las puedo olvidar. Él vive con su pareja y yo vivo solo. Tres mañanas a la semana tenemos sesión de tiro de dos horas y el resto de las mañanas se hace gimnasio, o sea que también hay entrenamiento. Por la tarde tenemos otras tres sesiones de entrenamiento de equipo habitual de dos horas. Un día los dos intentamos ayudar a la escuela de equipo, no somos entrenadores, sino ayudantes, porque son muchos y la atención que pueden recibir 30 niños con dos personas es muy escasa e intentamos echar una manilla.
A: Exactamente, empezamos a usar la silla de ruedas con 20 años aproximadamente. En mi caso porque tuve una úlcera en el pie izquierdo. Nosotros no tenemos movilidad voluntaria en el pie, entonces todo el peso recae sobre el talón. El problema es que no tenemos buena circulación, ni sensibilidad en el pie. Aunque intentaba no apoyarlo, perdía el equilibrio y me apoyaba en el pie porque no me dolía, me hacía daño el pie. No había forma de que se curara, estuve seis años con la úlcera y al final la solución era usar la silla de ruedas en momentos que tenía bastante trote. Cuando se me curó el pie, se quedó muy debilitado y empecé utilizarla constantemente. En casa sí que me pongo de pie para fregar apoyado en el fregadero que estoy apoyado, dejo la silla fuera del baño y entro caminando, pero cuando salgo a la calle siempre lo hago con la silla de ruedas.
P: La de fans que que has ganado cuando has dicho que friegas. Los médicos nos dijeron que podíamos tener problemas de articulaciones en codos, muñecas y hombros porque llega un momento en el que uno pesa ochenta y pico de kilos y dejar caer tanto peso, y el impacto del ‘clac, clac’ podía provocarnos artrosis. Es por prevención.
Creo que Pablo fue el primero en jugar al baloncesto y se lo contagió a Alejandro. En el día a día también es así, uno tira más del otro? ¿Quién suele llevar la iniciativa? ¿O estáis “emancipados” el uno del otro más allá del deporte?
A: Hay rachas en las que uno tiene más tirón que el otro, le pilla con más energía, más fuerza. A los dos nos encanta el baloncesto, es nuestro modo de vida, pero no deja de ser un trabajo, le dedicamos en torno a unas seis horas diarias y al final supone muchísimo cansancio físico y mental. Despertarte el día que no hay sesión de tiro, dices me voy a quedar una hora más en la cama en lugar de ir al gimnasio, en esos momentos nos toca tirar a uno más del otro, pero va por rachas.
P: En general, somos los dos bastantes positivos, no solemos tener problemas, pero somos muy lineales los dos, tenemos pocos baches a no ser que haya un problema personal de algún tipo y el otro tenga que tirar del otro, vamos a la par.
A: Pablo tuvo una lesión en el hombro y durante dos meses no pudo entrenar y lo pasó mal. Ahí sí que el otro tiene que ser más realista, decirle que aún no puede hacer nada porque no sabemos estar parados sin hacer nada en casa, el cuerpo te pide hacer deporte. Te entra ansiedad, nerviosismo… Cuando empiezas a entrenar lo haces a tope y no puede ser. Hay que tirar del otro tanto cuando esta de bajón como cuando está eufórico.
Seguramente esta pregunta os la harán a menudo: ¿ha habido lugar alguna vez para los celos a nivel personal o profesional en vuestros 30 años?
P: Pues no es muy típica esa pregunta. Por mi parte sí ha habido envidia sana. Empezamos los dos jugando muy parecido y luego nos comenzamos a distanciar, él tiene su estilo y yo tengo el mío. Cuando yo veo que su estilo lo lleva a cabo tan bien, sí que me da envidia ,como me da de otro jugador. Pero no me considero un mal envidioso. Para mí todo el mundo que pueda ser algo mejor que yo y que pueda hacerme mejorar, me da envidia, pero sana. No puedo tener celos de algo bueno que le ocurra a mi hermano, en la vida. Cuando pequeños sí había muchos celos, pero lo típico entre hermanos, lo típico de yo más, yo más y punto. Era un ni contigo, ni sin ti. Hemos pasado las 24 horas de cada día juntos, entonces era mucha guerra, mucha guerra…
A: Éramos los niños bonitos de la familia por el tema de la discapacidad, entonces siempre estábamos súper protegidos por todo el mundo. Todo lo que fuera para uno sí, para otro no, o a medias, no lo aceptábamos.
Vuestro trabajo os ha permitido viajar a otras ciudades. ¿Madrid y Jerez están preparadas, adaptados para los discapacitados o van por detrás?
A: He estado en Valladolid, en Madrid y en Turquía. Estambul podría ser de las peores, excepto en la zona del centro, el resto olvídate. Mentalmente, la sociedad ha sufrido un cambio a bastante mejor en cuanto a aceptación, a abrir un poco más la mente, ser más receptivos con respecto a una persona con discapacidad, incluso llegan a entender qué es una discapacidad y brindan ayuda a una persona con discapacidad. En Jerez cada vez te encuentras menos barreras arquitectónicas, gente más concienciada. Actualmente es muy raro ver un coche en un paso de peatones con un rebaje, esas cosas han cambiado muchísimo. Sí que es cierto que para mí Madrid es pionera en ese sentido, la ONCE tiene mucha fuerza y está haciendo un trabajo muy grande de adaptación de la ciudad, no ya solo para discapacitados físicos como es mi caso. Tiene incluso recorridos adaptados para ciegos con diferentes tipos de texturas.
Siempre se os ve sonriendo, como unas castañuelas… Ahora pasáis por un buen momento. ¿Siempre ha sido así? ¿Desde vuestra infancia?
A: Sí que es verdad que cuando éramos pequeños ha habido momentos complicados, pero hemos tenido la suerte de tenernos el uno al otro, que al fin y al cabo somos personas con la misma discapacidad, con la misma edad y viviendo las mismas cosas, lo cual ha hecho que nos apoyemos el uno en el otro. Dormíamos los dos en una habitación. Entonces al final si te metes en una habitación cuando eres pequeño a las nueve y media de la noche y te quedas hablando de muchísimas cosas hasta las once, te ayuda muchísimo y nos hizo llevar las cosas mucho mejor.
¿Qué tipo de complicaciones?
A: Hasta los 12 años que pasas de tener tu pequeño círculo de amigos y no poder agrandarlo porque siempre era el que dirán si me ven con una persona con discapacidad; De los 12 años hasta los 16 o 17 ya se empiezas a abrir el círculo de amigos y a pensar más en tener novia y pasaba lo mismo, el qué dirán sobre la discapacidad… Ahora que somos adultos son, entre comillas, chorradas, porque los círculos de amigos de verdad son muy pequeños generalmente, y al tema de tener novia no le das tanta importancia. Sí que es verdad que en ese sentido sientes un poco de discriminación y lo pasas mal cuando te hacen sentir diferente. Mi madre encima nos vistió igual hasta los 17 o 18 años. Ir los dos por la calle con las muletas, el pelito largo, los rizos y que te miren… no lo llegas a entender porque, además, como es de nacimiento, estamos muy adaptados a la discapacidad. Actualmente no nos sentimos discapacitados hasta que nos encontramos una escalera o algún obstáculo que no podamos salvar de ninguna manera.
¿Se os quedó algo por hacer que os lo haya impedido la discapacidad?
A: Yo hago memoria y no echo de menos nada. En general fui feliz en la infancia, hice muchas cosas. Mis padres nos apoyaron muchísimo, nos dieron muchísima libertad para hacer lo que quisiéramos.
Hay muchos mitos sobre la discapacidad. ¿Alguna anécdota? Supongo que muchas.
P: A mí me hace mucha gracia la gente que te ve sentado en una silla y se ponga a hablarte como si tuvieras retraso mental, como si asociaran el hecho de que no puedes andar a que no te riega bien (la cabeza). Te lo juro por Dios que ha habido gente que me ha hablado alto y despacio. Y después hay sobre todo personas mayores que cuando me he cruzado con ellas han dicho qué lástima, con lo guapo que es. Primero, la asociación es buenísima y luego, ¿lástima por qué? ¿Me ven infeliz, que me falte algo? ¡Que me pregunten por mi vida o por cómo me encuentro! Te ven con muletas o te ven en una silla y creen que no puedes ser feliz, que no te puedes completar como persona, ni encontrar tu felicidad, directamente sienten lástima, y me parece muy curioso eso.
A: Escuchar a gente decirte qué valiente eres, qué cojones tienes…, si solo estoy jugando al baloncesto, cualquier persona juega al baloncesto.
Bueno, habéis ganado la medalla de plata en unos Juegos Paralímpicos cuando el mero hecho de llegar a participar os parecía ya de por sí un logro.
A: Sí las expectativas eran menores. Pero al fin y al cabo si te tomas las cosas en serio, persigues unos objetivos, un sueño, con la dedicación y el tiempo tardarás más o menos pero los frutos llegarán seguramente. Estamos recogiendo los frutos de estar diez años fuera de nuestra ciudad, de llevar diecisiete años jugando al baloncesto, de muchas cosas que al final, si las unes es muy probable que pase algo así. Por eso decimos que la asociación de qué cojones tenéis, qué valientes sois…. ¿Valiente por ir a Río de Janeiro que es peligroso o por qué?
A: Fueron las primeras y un bombazo. En Río, las segundas olimpiadas y las primeras con Pablo, han hecho que sea infinitamente más especial, no solo por los momentos en pista o por haber conseguido una medalla de plata con él que es un logro bastante bueno. También éramos compañeros de habitación también, al final lo tienes ahí momento tras momento. Sales de un partido, de un entrenamiento, te encuentras mal, desanimado o necesitas confianza, vivir la villa olímpica los dos juntos, disfrutar de otras competiciones, de otros deportes, ver a muchas personas con diferentes tipos de discapacidad y aprender de diferentes discapacidades que hay súper complejas… Son cosas muy especiales que al poderlas vivir con él no tiene color.
Vamos a ponernos duros. El deporte para personas con discapacidad debe recibir más ayudas o ser más fomentado?
P: Sinceramente creo que hace falta echarle una mano en el aspecto de la visibilidad, de la difusión. Al menos hay que darle a la gente la oportunidad de saber si quiere conocer o seguir este deporte o no, venir a vernos. Mucha gente no conoce este deporte ni muchos otros. Creo que es necesario que se les dé la oportunidad de conocerlo y a partir de ahí que elijan ser o no fan de este deporte. Eso va muy de la mano de los sponsors, de que gente que apueste por este deporte y que quiera invertir para que las personas se enganchen. Yo te puedo decir que el 85 % como mínimo de la gente que va a ver un partido nuestro, repite. Eso quiere decir que este deporte engancha, que es llamativo, le entra por los ojos. Es cuestión de que se le meta por los ojos igual que con el fútbol, igual que el peinado de Cristiano, o Neymar tocando el piano como el culo, pues si le meten baloncesto al final van a comer baloncesto porque yo creo que llama la atención. Y creo firmemente que este deporte transmite unos valores que el fútbol no transmite ni de coña. La humildad, la deportividad, el no intentar engañar, el ser honesto. Ahora mismo el fútbol es más parafernalia fuera de partido, ‘postureo’, no me han rozado y quiero engañar al árbitro, increpar en las redes sociales… una retahíla cosas que me da un poco de asco, y soy un friki de todos los deportes, pero me da un repeluco lo que está moviendo ahora mismo el fútbol que para mí no son valores del deporte.
A: Hay muchas personas que tienen accidentes, se ven postrados en una silla de ruedas y están en casa encerrados, deprimidos, desganados… No saben que hay personas con discapacidad que pueden tener éxito en la vida de muchas maneras diferentes, que pueden hacer deporte con lo bien que viene eso en el día a día. Siempre viene bien practicar deporte y si estás en silla de ruedas tienes una vida muy sedentaria. Si haces deporte ganas calidad de vida en todos los sentidos. Aparte aporta felicidad a las personas con discapacidad por el hecho de conocer a personas en las mismas circunstancias de las que va a aprender muchísimo y le hará entender que por más problemas que tenga va a poder seguir adelante y el 90 % de los deportes se pueden practicar con discapacidad.
¿Os importa la política?
P: No mucho.
A: No.
¿Creéis que una tendencia (izquierda o derecha) vela más por los derechos de las personas con discapacidad y por el deporte que la otra?
P: Yo creo que las tendencias velan por sí mismas y por intentar llevarse su trocito de la tarta. Aunque una mire más por una cosa, se podría decir que la izquierda esté más por la labor, pero es que ahora mismo no confío nada en el sistema.
Alejandro practicabas el tiro con arco, pero te decantaste finalmente por el baloncesto.
A: Fui a ver un entrenamiento de baloncesto y vi el deporte de equipo de contacto, el buen rollo que se crea en el equipo, el poder pasar tiempo con personas con discapacidad que también enriquece muchísimo, transmite valores. El tiro con arco es más solitario, más pacífico, eras tú y la diana.
¿Por qué dejasteis los estudios?
P: Lo dejé por el baloncesto con 19 años se me abrió la primera puerta para ganarme la vida con este deporte. También estaba en séptimo de piano y lo dejé. Me fui a Las Palmas, lo dejé todo por el baloncesto. Ahora mismo creo que acerté porque me va muy bien, me gano la vida bien, pero considero que fue un error. Hice las pruebas de acceso, las aprobé, empecé una ingeniería pero me fue muy mal después de ocho años sin estudiar, me desbordó y no pude compaginarlo con el baloncesto.
A: A mí me resultó muy sencillo aprobar la ESO y cuando llegué a Bachillerato no tenía hábito de estudio y repetí. Me pasó como a él, me vino la oportunidad de irme a Murcia. Era la primera vez que ganaba un sueldo y me daba miedo no rendir bien en el baloncesto y dejé los estudios de lado.
Vuestro sueño se ha cumplido con la participación en Río 2016. ¿Cuáles son vuestros siguientes desafíos?
P: Para mí el mayor desafío es seguir mejorando, no ya deportivamente, sino en mi vida personal. Conseguir mejorar en el baloncesto es uno de mis sueños y, personalmente, formar mi familia sería otro.
A: Soy una persona muy perfeccionista y muy autoexigente. Tanto en la vida como en el baloncesto me queda mucho por mejorar. En el baloncesto hay muchas facetas que aún no domino y quiero empezar a dominarlas, quiero ser un jugador muy completo, es un objetivo que tengo, aprender más y ampliar mi reportorio de juego.
¿Os veis entrenando?
A: A mí me encantaría entrenar cuando acabe mi carrera como jugador. Ahora mismo me veo más como entrenador de niños que de adultos.
P: A mí también me encantaría ser entrenador, empezar con niños de baloncesto a pie para saber cómo lidiar, cómo adaptarme a un grupo de personas que dependen de mí y, cuando acabe mi carrera deportiva, ser entrenado de un equipo de baloncesto en silla.