El auge del turismo rural en la provincia y especialmente en la comarca de Jerez, está encontrando iniciativas ejemplares, dotadas de calidad en entornos inigualables y en espacios donde la historia también forma parte del atractivo. Antiguos cortijos y casas de campo se convierten en hoteles que ofrecen comodidad, buen gusto en su reforma y adaptados a las necesidades actuales del cliente, que elige la tranquilidad y la naturaleza, pero con el sabor de unos tiempos pretéritos que aún se transmiten por los viejos muros de los añejos caseríos.


En el Marco de Jerez y en su extensa campiña están en marcha múltiples iniciativas de este tipo con la marca de excelencia, que atrae a un turismo diferente y exigente que busca experiencias que se salen de lo común. Este es el caso de La Mariscala, un emblemático cortijo, situado cerca de Mesas de Asta, perteneciente a los Guerrero, familia dedicada a la bodega y la agricultura, además de que fueron en el siglo XIX los ganaderos criadores de caballos de raza española más importantes del mundo.
Durante varias generaciones, La Mariscala fue un cortijo familiar, lugar de reunión y disfrute de la familia. Pablo Guerrero, que está al frente de este establecimiento, explica que "llegó un momento en el que decidimos profesionalizarlo y comercializarlo. No por el tema económico, pero bueno, también ayuda".
Guerrero, que se ha criado en ese caserío, lo califica de "mágico, gracias a su entorno y la diversidad de espacios que ofrece, una casa ideal para compartir o bien para poder disfrutar de la más absoluta intimidad en plena naturaleza". Fue reformado en 2008, acondicionada como casa rural, cuenta con 7 habitaciones dobles de amplias dimensiones y de techos altos.


Conserva distintos salones y comedores. Piscina y pista de pádel en un amplio jardín. Salón comedor independiente a la vivienda principal. Cuadras, guadarnés y zona de recreo en una extensión de 315 hectáreas de labor y 36 hectáreas de olivar, "que invita a pasear en plena naturaleza".
La experiencia hasta ahora la evalúa positivamente: "Nos gastamos un buen dinero al principio y hemos tenido la suerte de tener unos caseros, gente fenomenal, que nos han ayudado a mantener aquello en perfectas condiciones. No solamente la casa en sí, sino todos los alrededores". Le consta que los visitantes han calificado de muy positiva su estancia, "y la gente repite. El boca a boca es nuestro mejor comercial y es porque aquello se vende casi solo".
En cuanto al perfil del cliente, Pablo Guerrero cuenta que hasta ahora sus clientes son muy mayoritariamente nacionales, pero es verdad que este año 2023, gracias a la colaboración que mantenemos con Turismo del Ayuntamiento, tenemos reservas de grupos franceses, además de otros procedentes de Inglaterra". Confiesa que tienen especial interés en potenciar el turismo de procedencia extranjera, "mi idea y mi ilusión es situarnos por lo menos en un 70% de turismo nacional y un 30% extranjero".


La situación de La Mariscala no puede ser más afortunada, a tan solo 13 kilómetros de Jerez y a un paseo de las playas de El Puerto de Santa María, Sanlúcar, Chipiona, Rota y Cádiz. El responsable del alojamiento señala algunos aspectos que más valoran los clientes: "Sería un compendio de todo lo que hay. La situación geográfica, el Marco de Jerez rodeado de viñedos, 60 hectáreas para pasear y, sobre todo, el cortijo, que es antiguo, se mantiene tal cual, pero con muchas comodidades. Es decir, mantenemos la esencia de lo que aquello es y ha sido".
El cortijo es del siglo XIX y como detalle, el suelo de cada una de las habitaciones es parecido pero distinto. “Los techos y las habitaciones tienen una orientación especial, cada una de ellas con mucha luz. Por otro lado, están el jardín con una piscina, pista de pádel, barbacoa que también le gusta a la gente… en pocas palabras, lo que el turismo también pide con una serie de cosas que están muy a la vanguardia” y concluye subrayando que "siempre, por nuestra parte, queremos que la estancia sea un mix, con un poquito de lo de antes y lo de ahora".