En tiempos de epidemia, conviene leer un poco sobre epidemias del pasado. Para aprender cuanto sea posible, claro. Se han publicado sendos artículos sobre la epidemia del cólera morbo en Jerez en 1854, pero intentemos ilustrar un poco más aquellos duros sucesos para la población de Jerez ofreciendo detalles diversos, entresacados de distintas fuentes de información.

Curiosamente, en un folleto de la época se decía que era bueno el vino de Jerez para contrarrestar ciertos síntomas del cólera: "En el cólera grave no deben desecharse los medios expuestos, sino que además de ellos debe recurrirse a otros que estimulen al colérico y eviten cuanto puedan las postración, colapso o algidez que sin tardar sobreviene. Es bueno el uso de bebidas alcohólicas con tal que por su acción local no disgusten al enfermo. No hemos empleado ningún licor sino el vino de Jerez seco. En algunos enemas hemos añadido 100 gramos de vino común, que llega a producir intolerancia rectal"

En el artículo del historiador Diego Caro "El cólera-morbo en Jerez: la epidemia de 1854", leemos: “Desde que se reconoció oficialmente su presencia, el 6 de septiembre, hasta el 22 de octubre, el cólera provoca 1192 muertos en Jerez, de acuerdo con la siguiente estadística poblicada por El Guadalete: Total de invadidos: 4437; curados: 3210; muertos del cólera: 1192; muertos de otras enfermedades: 338; total de muertos: 1530 (El Guadalete de 27-10-1854; AMJF, Memor. 12-D, fº 172)”. Las cifras de 1834 fueron peores: 2361, siendo en 1856 de 106 muertos y en 1865 de 198. La epidemia de viruela de 1882 causó 238 muertes (El Guadalete, 24-07-1885).

Recorte del periódico Guadalete del 24 de julio de 1885.
Recorte del periódico El Guadalete del 24 de julio de 1885.

Leamos nosotros también las calculadas palabras del alcalde de Jerez Rafael Rivero al término de la epidemia de cólera (El Guadalete 27 de octubre de 1854): “Habitantes de Jerez. La epidemia del cólera-morbo asiático ha concluido. El Dios Omnipotente, el Señor Supremo de los cielos y de la tierra, oyó piadoso nuestras ardientes súplicas y decretó en su infinita misericordia cesara el cruel azote que nos aflijiera. Deber nuestro es mostrarnos agradecidos a beneficio tan grande, prosternándonos humildes y fervorosos ante las gradas de su altar santo. Una solemne función y Te-Deum tendrá lugar el sábado 28 del que rige, a las 10 de la mañana, en la Real e Insigne Iglesia Colegial, a la que asistirá la Corporación con las Juntas de sanidad, de parroquias, autoridades, corporaciones y demás convidados. Cónstale al Ayuntamiento la piedad y religiosos sentimientos que os adornan, y así más como consejo porque lo juzgue preciso, os escita a que concurráis a tan religiosa y grata ceremonia. Jerez de la Frontera 26 de octubre de 1854”.

En aquel octubre de 1854 debió aplazarse la fiesta (9 de octubre) del patrón de la ciudad, San Dionisio. Razón por la cual encontramos, en ese periódico y día citado, que la ceremonia tendría lugar el día 28: “… sermón… orador don Antonio María Monge, cura de la parroquial de San Marcos, y se cantará por último el T-Deum con acompañamiento de orquesta, que se comprondrá de unos 40 profesores. El magnífico órgano que posee nuestra Colegial será estrenado ese día… La banda del hospicio de esta ciudad asistirá a la procesión, y por la tarde se situará en el paseo de la plaza, donde tocará piezas escogidas, hasta las ánimas. Las casas Consistoriales estarán colgadas e iluminadas en dicho día y noche, y también se iluminarán en la noche de hoy viernes las torres d ela Colegial y de San Dionisio, desde las cuales se disparará gran número de cohetes…”

El día 9 de octubre de 1854, día del patrón de la ciudad, San Dionisio Areopagita, fallecieron exactamente, según cifras oficales, 24 personas, ya con la mortífera curva en números muy descendentes (lo peor fue en los últimos 10 días de septiembre y primeros de octubre). El Ayuntamiento de Jerez, en tono lastimero, en 30 de septiembre, decía no contar con suficientes recursos (aunque a mediados de agosto ya había pedido dinero a la población para organizar y sufragar gastos de medidas sanitarios) para poder actuar, por lo que se expresó en los siguientes reveladores y quizás escalofriantes términos: “La epidemia se ceba cruelmente más y más cada día, y aumentando de un modo terrible el número de víctimas, diezma la población, arrebata en flor al padre, a la esposa, al hijo, al hermano, a todos los seres que nos son queridos y que hacían la esperanza de las familias y de su patria. Los que suscriben, que por amor a sus conciudadanos han aceptado los cargos municipales en tan difícil y triste situación, a más de la clemencia del Altísimo, han contado para salir de ella con la decidida, generosa y eficaz ayuda de todos los hijos y vecinos de Jerez. Ruegan a V., pues, que compadecido de tan intensa calamidad, se sirva remitir, en concepto de donativo, la mayor suma de que pueda desprenderse, haciendo así una obra altamente meritoria a los ojos de Dios y digna de elogio y aprecio para los hombres”.

El acto anunciado para celebrar las fiestas del patrón se hizo, efectivamente, el día 28 de octubre de 1854 por Jerez con una participación ciudadana muy alta (según El Guadalete del día siguiente). El alcalde Rafael Rivero no fue porque estaba enfermo no del cólera, sino de otra enfermedad (no se dice cuál) que le aquejaba a veces. Para animarlo, se le dieron unas serenatas… “La banda de los acojidos en el Hospicio provincial, tocó por la noche en el paseo de la plaza, hasta las ánimas. Lo frío de la noche impidió que hubiese sido muy numerosa la concurrencia al paseo, y luego a las lucidas serenatas que se dieron a nuestro digno Alcalde 1º, en las que tocaron la banda del mencionado establecimiento, primero, y después una escogida orquesta”. A pesar de los 1200 muertos y de la falta de recursos municipales para actuar, se le cantaron unas serenatas…

El periódico El Guadalete de 24 de julio de 1885, es decir, 30 años después de la epidemia de cólera que aquí hemos reseñado, decía de nuevo: “Las personas que creen, y con razón, que es muy conveniente el profuso reparto de una hoja con la instrucción de lo que debe hacerse en cada casa, si, lo que Dios no quiera, apareciese en Jerez el cólera, nos preguntan si la Junta de Sanidad ha hecho algún aprecio de la indicación que sobre este particular apuntamos hace pocos días. Nada hemos podido contestarles porque ignoramos si la Junta se ha ocupado en tal asunto. El trabajo que a la Junta se pide, casi le hemos dado ya hecho al publicar ayer las prescripciones que aconseja la Sociedad de higiene de Cádiz. Con alguna adición que a estas se haga, podría resultar un trabajo completo, a nuestro juicio. ¿Servirá de algo este nuevo recuerdo?. Allá lo veremos”.

Sobre el autor:

Cristóbal Orellana.

Cristóbal Orellana

Licenciado en Filosofía (US), Diplomado en Geografía e Historia (UNED), Máster en Archivística (US), Máster en Cultura de Paz y Conflictos (UCA), de profesión archivero, de militancia pacifista, de vocación libertario, pasajero de un mundo a la deriva.

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